Capítulo 11

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El monstruo que lleva dentro

Puso el dedo índice en forma de garfio y comenzó a tocar suavemente el cristal. Tres golpes después, ella empezó a bajar la ventanilla con lentitud, un poco que acostumbrando los ojos a la luz.

Pasaron unos segundos antes de que pudiera reconocer por completo de quién era la figura que tenía delante. Tan dormida estaba.

—Qué haces durmiendo aquí, y en el auto, no era que estaba averiado anoche—cuestionó él mientras se afincaba con ambos brazos a la puerta del carro, acercándose peligrosamente a su conductora.

—Silver, en serio, no dormí bien, estoy cansada, no estoy para tus ironías. El auto ya está bien, parece que era cosa de la batería. Estoy aquí porque iba a pasar a ver Natasha que no irá a clases porque no se siente en condiciones, pero casi me quedo dormida al volante, así que vi el estacionamiento y preferí detenerme. ¿Quiere saber algo más el señor detective?

—Pensaba que ya no nos tratábamos mal—dijo él regresando a la moto a sacar la llave.

—Y qué te creías, que por una plática tranquila, unas risas y que me tomaras de la mano las cosas iban a empezar a mejorar entre nosotros, después de todo lo que me has bapuleado siempre. Perdona si de la noche a la mañana no he aprendido a no estar a la defensiva contigo, pero no confío en ti—las palabras casi se las había arrojado a la cara y pudo ver cómo el semblante de Silver se iba transformando, como si el golpe le hubiera dolido de veras.

Intuyó entonces de que se prepararía para contraatacar, así que ni siquiera le dio chance a pensar, mucho menos a rebatirle con otro argumento. Encendió el motor del automóvil y salió chillando gomas de allí. Parecía que estaba molesta, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Huía, se escapaba de él.

Tenía que hacerlo.

No podía permitirle que hiciera más preguntas, porque, cómo le decía que cuando recibió los mensajes de John tuvo que salir corriendo de la habitación donde estuvieron juntos y aparentar que recién llegaba, a pie, cuando se topó inesperadamente con Logan en la puerta mientras salía. No podía revelarle quién era en realidad o entonces seguramente sí que la odiaría, pero tampoco quería tener que mentirle aún más de lo que ya lo hacía.

La noche que habían pasado recién la había dejado confundida. Las cosas que le dijo, sus insinuaciones, sus gestos. Nadie se comporta así con alguien que le es indiferente, mucho menos con alguien que detesta.

La ilusiona pensar que Silver pueda estar sintiendo cosas por ella, pero si eso fuera cierto, por qué regresó a ver a Júpiter anoche. Quería disculparse, o al menos eso dijo; sin embargo, ella sabe que su personaje le atrae, y quién puede culparlo.

Júpiter es la versión de ella que siempre ha preferido mantener escondida: la mujer sensual, hermosa, provocadora, audaz. Ya lo fue una vez, sin máscaras, incluso con inocencia, sin intención, y le hizo daño a las personas que más quería en este mundo.

Por eso guarda sus curvas bajo anchas faldas, pantalonetas y vestidos, por eso se niega a desamarrarse el pelo, a darle vistosidad a su rostro, a usar colores que no sean tan sobrios. Se ha hecho una promesa así misma: quien la ame, si es que llega alguna vez, tendrá que quererla por la persona que es y no por el cuerpo que luce.

No obstante, otra vez la vida le pone una encrucijada en las narices. Para ganar dinero, ha tenido que recurrir a sus atributos femeninos, los mismos atributos que ahora la obligan a mentirle y a alejarse del único hombre que le ha interesado de verdad en mucho tiempo.

Sí porque está claro que a Silver le gusta Júpiter por su físico; aunque ahora le haya dado por tonter con ella sin saber que son la misma persona, entonces, cómo puede confiar y entregarse por completo a un hombre que está jugando a dos bandas.

El secreto de sus juevesTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon