Capítulo 57

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¿Redención?

Mateo Larry, Mat, como le llamaban todos desde pequeño, había crecido en un hogar sin muchos lujos pero sin carecer de nada. De ello se encargaron sus padres, quienes trabajaban incansablemente para que su único hijo, no padeciera.

Por supuesto, esta no es siempre la mejor de las fórmulas para formar a un hombre de bien, y aunque de niño Mat nunca dio muestras de ser una persona problemática, al morir su padre en un accidente de tránsito siendo él un adolescente, su conducta poco a poco comenzó a presentar signos de descontrol.

Ivanna, sumida por completo en su propio duelo, un tanto que olvidó el dolor de su hijo por la pérdida sufrida y dejó que se le fuera de las manos la educación del joven que, con el tiempo, se fue alejando cada vez más de la senda correcta, llegando incluso a cometer varios delitos menores antes de cumplir los 21 años.

Por fortuna para él y tranquilidad de su madre, nunca pisó una cárcel y tras alcanzar la mayoría de edad, él mismo decidió apelar a su conciencia y reprimió sus deseos de delinquir.

Consiguió trabajo en un restaurante y durante varios años, echó raíces en ese lugar, donde ascendió rápidamente de lavaplatos a ayudante de cocina, a mesero, a cantinero, hasta que llegó a ocuparse de supervisar al personal e incluso le ordenaban algún que otro trabajo relacionado con la gerencia.

La vida transcurría en calma para él y en lo que se refiere a relaciones interpersonales, siempre se mostraba frío y distante con las personas, como si temiera acercarse demasiado.

Físicamente era un hombre atractivo, no muy alto, pero corpulento. Se veía saludable, y sus facciones eran lo que se dicen, agradables a la vista de cualquier mujer: ojos oscuros, pequeños y vivaces, nariz perfilada y mentón fuerte, aunque si sonreía —cosa que no hacía con frecuencia—dos hoyuelos remarcaban sus mejillas, haciendo que el rostro duro, pareciera menos temible.

De ahí que mujeres era lo que se le sobraban, sin embargo, nunca se le vio más de una vez con una misma dama.

Hasta un día que, estando él dirigiendo el trabajo previo a la apertura del restaurante, entró al salón una mujer desesperada, tratando de librarse del diluvio que estaba cayendo afuera. Una mesera intentó enseguida sacarla del sitio, alegando que aún no habían abierto y que no podía entrar a una propiedad privada solo a refugiarse de la lluvia, pero Mat intervino y al verla, le permitió quedarse.

Así, y contra todo pronóstico, comenzaba la historia de amor entre Mateo Larry y Alena DeLuca.

Ella era un poco mayor que él y tenía una hija de su matrimonio anterior que, al momento de conocerse, tenía tan solo 10 años. Él aceptó a la pequeña y durante los primeros tiempos de la relación, cualquiera podía jurar que eran una familia feliz.

Nunca se casaron.

Cuatro años después la mujer estaba embarazada y esperando la llegada de un niño; sin embargo, Mat no se mostraba entusiasmado con la idea de ser padre, aún cuando no lo exteriorizaba.

Algo oscuro se había apoderado de él desde hacía tiempo, algo contra lo que luchaba a diario, aunque lo disimulaba, algo que se despertó en su interior la primera vez que vio a su hijastra adolescente usando sostén.
Ese día dejó de ver a la niña que conoció, con la que jugaba en los parques, y comenzó a fijarse en la mujer en la que se estaba convirtiendo delante de sus ojos.

En su defensa, si es que tiene derecho a ella, podemos decir que al principio luchó por reprimir esos deseos enfermizos que le provocaban sus inocentes, pero desproporcionadas curvas.

Trató con todas sus fuerzas de no anhelar tocarla, porque si de algo estaba seguro era de que todo aquello que quería, que sentía, que necesitaba, estaba mal.

El secreto de sus juevesWhere stories live. Discover now