Capítulo 47

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La visita

Un eje de la rueda delantera de su moto se había atorado y parecía no tener intenciones de aflojarse. Por eso Silver, —que aprovechando el corto descanso de las clases por las festividades se había decidido a darle mantenimiento a su fiel Tornado—se batía en férrea lucha con la pieza de metal para ver quién salía vencedor en el aparentemente, desigual combate.

El furioso mecánico, —que a esas alturas llevaba más grasa en las manos que pelos en la cabeza—, al ver que no lograba su objetivo, la emprendió a patadas con la rueda a medio desmontar y cuando esta siguió firme en su lugar, se fue repartiendo hostias con los pies a cada cosa que se encontraba a su paso, algunas de las cuales, sí caían derrotadas y en su perecer, llenaban el garage con un ruido ensordecedor.

—Pero serás animal—Logan llegó como un bólido a detener el arrebato de su amigo. —Qué te vas a partir una pierna hombre de Dios y cojo no le sirves a los chicos—le dijo agarrándolo por la cintura y conteniendo sus brazos.

Cierto es que si Silver hubiera querido habría podido aventar al flaco por los aires al igual que había hecho con las piezas y partes de repuestos, tanto de su moto como del auto de su padre, que se encontraban en aquel espacio, pero la sola presencia de su amigo, el escuchar su voz, terminó por calmar el frenesí de sus demonios.

—¿Qué te sucedió para que estés así?, ¿volviste a discutir con tu papá, les hizo algo?—indagó el flacucho al tiempo que lo convidaba a sentarse a su lado y le brindaba una botella de agua, de esas que siempre guardaba en una pequeña nevera que habilitaba cuando se disponía a hacer labores de mecánica.

—No, con el viejo no ha pasado nada. Es otra cosa—le contó mientras dejaba que el líquido frío comenzara a apaciguarlo.

—¿Qué cosa?—preguntó Lo, aunque ya se imaginaba a qué se refería. Cómo no hacerlo si hace semanas que lo está viendo consumirse por el mismo tema.

—Es ella, Robin. Está en la casa. Vino a visitar a mamá.

—¿Y eso te molesta por?

—Cómo que por. Claro que me tiene que enfadar su visita—se levanta como si estando a mayor altura, tuviera más confianza en lo que piensa decirle. —Le dejé bien claro que no quería verla cerca de mí, que no quería que me hablara, o que me mirara siquiera; pero ahí está, en mi casa, como si nada. Le han importado un rábano mis órdenes.

—Órdenes dice—Lo chasquea los dientes y se sonríe y advierte en su amigo una mirada poco amable. —Pero a ver tío, cuándo Robin ha seguido alguna vez una orden tuya, o de nadie—alega el flacucho.

—Mejor no te respondo a eso—dice Silver entre dientes.

Logan ignora por completo su indirecta y continúa sonsacándolo.

—Sigo sin entender por qué la presencia de Ro te perturba tanto, si según tú has pasado página con ella, lo vuestro no tiene vuelta de hoja y además, estás con Lara.

—Hey, para el carro ahí. Yo no estoy con Lara, somos solo amigos—se apresura el trigueño a aclarar ese punto.

Ahora el de cabeza rapada sabe que está llevando la plática por la dirección correcta.

—¿Ah porque no están juntos?, pues mira que yo pensaba que sí. De hecho, toda la escuela lo piensa, incluyendo a Robin—Logan observa a su amigo crisparse ante lo que acaba de escuchar. Le ha dado donde le duele, está tan seguro como satisfecho.

—Tú y todos están muy equivocados. Yo no podría estar con Lara, ni con nadie más—Silver enciende un cigarro y va hasta el portón y se recuesta sobre el marco de la puerta a fumar con la cabeza baja.

El secreto de sus juevesWhere stories live. Discover now