Capítulo 2

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No era una buena idea, de hecho, era la peor idea que hubiese tenido

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No era una buena idea, de hecho, era la peor idea que hubiese tenido.

—Esto no está bien, Stella —murmuró Lea bajando la falda de su vestido cada tres segundos.

—Tienes razón.

—Entonces nos vamos —pidió agradecida de que su amiga se había arrepentido.

—De ninguna manera. Aquí nos quedamos, vinimos con una misión ¿recuerdas? —espetó con carácter, colocando un mechón de su rojizo cabello detrás de su oreja —. Nos vestimos para la ocasión también —añadió bajando la cabeza hacia su atuendo. No recordaba la última vez que uso un vestido tan corto, negro, provocativo. Lo suyo eran los colores, la mala combinación de ellos.

—Es que esto no saldrá bien, nos vamos a meter a este casino —chilló entre dientes en medio de la larga fila llena de adolescentes queriendo ingresar con una falsa identificación, así como adultos con los bolsillos llenos dispuestos a vaciarlos en las mesas de juego.

—Corrección, es un antro también —rechistó tirando sus hombros hacia atrás. Su bolso aferrado a su abdomen tratando de mantener la calma y no levantar las sospechas de dos inmensos tipos sobre la puerta.

—No es nuestro lugar, se darán cuenta apenas nos vean las caras, por favor vámonos —tiró de su brazo al ver que la fila comenzaba a moverse con mayor prisa.

Stella clavó sus altos tacones sobre la acera.

—De aquí no me muevo hasta cumplir con el plan.

—¿Y cuál es ese plan? ¿La locura abismal que quieres cometer ahí dentro?

—Que unos tipejos no se queden con mi pastelería. Son unos malditos okupas que no siguen la ley. No voy a renunciar a mi negocio, a lo que le dio de comer a mi familia por décadas solo porque ellos quieran.

—No es que quieran, es que pueden hacerlo.

—Pues vinimos a eso, a que no puedan porque no me sacarán de ese local —sentenció con firmeza, juntando por cada segundo más y más valor de poner en marcha su plan.

—Te arrastrarán de los pelos si es necesario. No entiendes que no les importa a quien deban lastimar con total de conseguirlo —explicó nerviosa, sus manos temblando. Ya quedaban tres personas en la fila, luego seguirían ellas, y eso parecía aumentar el miedo de Lea.

—A mí tampoco me importará si con eso puedo proteger mi pastelería.

La mirada de su amiga se puso sobre ella al instante, y levemente la alternó al bolso que traía con ella.

—¿Qué llevas ahí? —susurró dudando en querer saber la respuesta.

Stella tenía en claro que con su amiga sería imposible cometer cualquier acto ilegal por muy pequeño que fuera. Era un manojo de nervios que las ponían en evidencia, y no interesaba lo hablado que estuviese el plan; Lea era capaz de ponerse a llorar y echarlo todo a perder.

Reputación macabra © (Markov IV)Where stories live. Discover now