Capítulo 37

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Tal vez era la cuarta o la quinta vez que lanzaba la pequeña pelota de tenis mientras de fondo oía la conversación de Sergei con Donovan en el teléfono sobre el cargamento de armas y petróleo que pasaría por los túneles esa misma noche

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Tal vez era la cuarta o la quinta vez que lanzaba la pequeña pelota de tenis mientras de fondo oía la conversación de Sergei con Donovan en el teléfono sobre el cargamento de armas y petróleo que pasaría por los túneles esa misma noche. En otras circunstancias estaría empujando a su hermano menor y obligarlo a que le pasara el teléfono, exigiéndole que dejara de meterse en sus asuntos, en las responsabilidades que el Pakhan le asignó el día de su asunción.

Pero todas esas responsabilidades parecían haber quedado de lado, el controlar las calles ya no le daba la misma satisfacción que antes. Ya ni siquiera matar a quien desafiara a él o sus hermanos era gratificante. La hoja de su cuchillo seguía manchada con la misma sangre seca de la última persona que intentó ir tras Emilio días atrás.

Ese era su labor, para lo que había nacido, por lo que su sangre hervía convirtiéndolo en una bestia cada vez que alguno de sus hermanos corría peligro. ¿Todo para qué?

—...Arinka llegará en unos días.

—¿A dónde? —curioseó Sergei observando a Donovan por la pantalla de su teléfono, ignorando el constante golpe a su lado que hacía León con esa pelota.

—A Santa Bárbara.

Aquello bastó para que la pelota de tenis cayera sobre la alfombra de esa oficina del casino.

Sergei miró por encima de su hombro la estupefacción de su hermano ante la noticia.

—¿Qué pretende hacer aquí lejos de Orel? —quiso saber, atreviéndose a usar el nombre de su padre cuando él no estaba presente. Era algo que de vez en cuando los cuatros hacían.

Como si soltar la palabra "padre" conllevaba mucha responsabilidad afectiva para cualquiera de ellos. Era en esos pequeños detalles que León comenzaba a percatarse donde no existía una demostración de cariño entre ellos, no eran tan cercanos en ese sentido. Y eso bastó para que lanzara la pelota de nuevo.

Odiaba empezar a darse cuenta de esos detalles, de la posible incomodidad en las interacciones que tenían, de la seriedad que acarreaban Donovan y Emilio y que a través de los años tanto él como Sergei adhirieron sin cuestionarse. Era bastante claro que cualquiera de ellos se preocupaba el uno por el otro, pero las responsabilidades de esa organización y el mundo en el que se movían parecieron ser más importante.

Perturbado con su propio pensamiento se removió de su silla.

No podía creer estar cuestionando la relación de toda la vida con sus hermanos. Emilio había matado a su propia madre con un tiro en la frente solo por observar cómo se ahogaban y no ayudarlos. Después de eso, jamás volvió a meterse a ninguna piscina, ni siquiera el mar, porque con solo acercarse bastaba para revivir la manera en la que el agua lo succionaba y volvía a sacar en busca de aire mientras su madre a los pies de la piscina lo observaba sin preocupaciones.

Reputación macabra © (Markov IV)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ