Capítulo 34

3.2K 420 141
                                    

—No creo que esto sea buena idea

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—No creo que esto sea buena idea.

—Ya lo has dicho.

—¿Tú si crees que es buena idea estar en esta fiesta?

Ni un poco.

Aun así, no tenía otra cosa para hacer, y haber salido de su casa por primera vez después de tantas semanas era esa bocanada de aire que faltaba en sus pulmones.

—Solo es una fiesta, Lea. Hace una hora estamos aquí y no ha pasado nada —explicó tratando de calmarla —. ¿Qué es lo que te preocupa? —preguntó llevando su segunda copa de champagne a sus labios sintiendo las lentejuelas de su vestido picar su piel cada vez que realizaba el mismo movimiento.

Un vestido que había elegido porque si, un vestido que se encargó de comprar con su propio dinero y cerrarle la puerta al inmenso armario que León le había comprado en su matrimonio.

No, no. Nada de León, hoy no piensas en él.

Bocanada de aire ¿recuerdas?

—Muchas cosas —suspiró arreglando su peinado.

Stella no recordaba cuando fue la última vez que ambas se alistaron y salieron una noche. Oh, cierto, el día que fue por primera vez al casino y—

¡Nada de León!

—¿Por ejemplo?

—Las pastillas que estás tomando —soltó sin más. Stella rodó los ojos y miró hacia la inmensa sala de la mansión de los italianos. Mailo, su nuevo conocido o amigo las había invitado a ambas.

—Son pastillas.

—Stella —resopló con obviedad —. Sigues con las pesadillas ¿cierto?

Pesadillas.

Si así podía llamarle a lo que sus ojos vieron una vez y no mientras dormía, sino en su propio local y frente a Isaak, que vale recalcar no quiso hablar de la crisis histérica que le dio esa noche frente a él.

Era como si ambos fingieran demencia, pero en el silencio, en esa oscuridad de su apartamento cuando la noche la obligaba a poner la cabeza en la almohada esa mujer visitaba su mente una y otra vez. Queriendo apagar su tormento, comenzó con una nueva medicación recetada por un especialista al que Isaak acompañó sin preguntas.

Después de todo ese era su trabajo, seguirla a todos lados sin averiguar por qué o para qué.

Cada pastilla la hacía dormir una noche entera, apagando su cabeza a los pocos minutos y despertándola como si hubiese salido de un sueño profundo de días.

—Es cuestión de que siga con esa medicación. Nada que preocuparse.

—¿Por qué no me has pedido que me quede en tu casa acompañándote? —cuestionó acomodando la manga de su vestido.

Reputación macabra © (Markov IV)Where stories live. Discover now