Capítulo 12

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Por más que su mente estuviera en otro lado, no podía negar que compartir con esas dos mujeres era ameno, sin incomodidades

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Por más que su mente estuviera en otro lado, no podía negar que compartir con esas dos mujeres era ameno, sin incomodidades. Ya iban por la segunda ronda de té, Eleanor hablaba de los arreglos de la boda, de lo tranquila que se veía Amelia mientras ella estaría enloquecida en su lugar.

Desde que la conoció supo dos cosas en el instante; lo mucho que le gustaba hablar, y el brillo propio de su esencia, de esa personalidad alegre, vivaz, una mujer que tenía todo lo que buscó, un esposo, hijos y su trabajo. Era como si se estuviera dedicando solamente a disfrutar la vida, y eso generalmente siempre venía después de un suceso fuerte, de sentir la muerte arrastrándote.

—...además de Lorenzo, creo que. —Eleanor se detuvo en cuanto uno de los guardias apareció.

Con su taza rozando sus labios, Stella lo observó interactuar con aquella mujer de una forma diferente, con mayor confianza, incluso atreviéndose a rodar sus ojos ante lo que ella decía. Pero también la reacción de Caroline a su izquierda agachando su cabeza y acariciando el dibujo de la taza como si fuese lo mas interesante.

Llevaba un radio en su cinturón, dos armas en él, y otra cruzando su pecho, que junto a la cantidad de músculos resaltando en sus brazos desnudos era intimidante. ¿Acaso todos los guardias de esa familia lucían como si salieran de un campo de batalla, llenos de tatuajes y músculos? Además de esa cicatriz en su rostro que apenas su barba camuflaba.

Oh, ¿Has conocido a Stella?

De repente era ella el centro de atención, y deseaba no detenerse en esa mirada profunda y macabra que no le daba la misma tranquilidad que al parecer Eleanor sí. Se la veía relajada, serena a su lado.

—Es un placer —le sonrió acomodándose en su silla con nerviosismo, sin saber muy bien si lo era o no.

Él meció su cabeza en señal de respeto sin ninguna emoción en su rostro más que las rápidas miradas que le lanzaba a Caroline, su mandíbula tensa, sus ojos capaces de lanzar fuego.

Dios, en esos momentos odiaba estar al tanto de todo, de ser capaz de presenciar todos los gestos, los detalles que para cualquier otra persona parecerían desapercibidos.

—Alek es el encargado de mi seguridad —explicó Eleanor mirándolo con diversión —, y además ahora se le paga por ser mi amigo. —Él resopló ante las burlas de esa mujer, como si lo esperase, como si de eso se tratara el vinculo de ambos —. Stella es la prometida de León.

La manera natural en la que lo dijo no evitó la reacción seria de ese hombre, como si la analizara con detenimiento, quizá preguntándose qué carajos tenía en la cabeza para aceptar estar con un psicópata.

—Me alegro —disertó él con voz áspera, grabando cada palabra con un deje de rabia que no podría ocultar como esa cicatriz.

¿Se alegra por qué?

Reputación macabra © (Markov IV)Where stories live. Discover now