020.

1.5K 98 20
                                    

7 de Noviembre, 2024.
Buenos Aires, Argentina.

Eran las cuatro de la mañana y me había despertado tras sentir mi celular vibrar, eran mensajes de mi hermano avisandome que un par de chicos se acercarían a saludar más tarde y yo ya no podía dormir.

Decidí bajar a buscar un vaso de agua sin despertar a Agus, era riesgoso ya que no quería despertar a Julián y muchísimo menos a Enzo, pero debía tomar algo para por lo menos intentar volver a dormir.

Una vez abajo, no pude evitar darme cuenta que la única persona dormida en los colchones era Julián, lo cual me hizo fruncir el ceño ante la confusión, no sabía dónde estaba Enzo. Vi la puerta del patio semiabierta, por lo que me asomé, encontrándome con un Enzo hablándole al celular, y ahí fue cuando me di cuenta que estaba comunicándose con su familia.

—¿Y cómo va el jardín, amor? —Preguntó suavemente, haciéndome sonreír inconscientemente al saber que hablaba con Olivia.

Bien, hoy entro una nueva compañera y se hizo mi amiga. —Sentí mi corazón derretirse de tan solo escuchar la pequeña voz de Olivia, que hacía tiempo no escuchaba y no podía creer lo que había mejorado en el habla estos últimos dos años.

—Me alegra mucho, Oli, ¿estás cuidando a tu hermanito? —Aquella pregunta me cayó como un balde de agua fría. De tan solo pensar que en algún momento aquel hijo podía haber sido nuestro me ponía la piel de gallina.

Sí, pero llora mucho, seguro te extraña mucho como yo.

Yo también los extraño, mi vida. —Lo escuché suspirar. —¿Me pasás a mamá?

Nuevamente entré a la casa y me dirigí a la cocina, no pensaba escuchar aquella conversación entre los dos.

Me serví un poco de agua en un vaso, tomando de esta mientras me tomaba mi tiempo, mi cabeza no dejaba de dar vueltas sobre lo mismo y no podía parar de maquinar. Mi mirada se desvío al escuchar la puerta cerrarse, encontrándose con la de Enzo.

—¿Cómo está Oli? —Pregunté rompiendo el incómodo silencio que había por unos segundos al vernos.

—Eh, bien. —Asintió, finalmente moviéndose de su lugar y acercándose para imitar mi acción de servirse agua. —Cada día más inteligente y grande, como te imaginarás.

—Sí... Me imagino. —Murmuré, terminando mi vaso de agua. —¿Tu hijo? —Me atreví a preguntar, tensionando nuevamente el ambiente.

—Tini... —Empezó, logrando hacer que negara al saber que charla se venía.

—No, está bien, descansá. —Decidí evadirlo, con intenciones de salir de la cocina, más fui detenida por unas manos en mi cintura que me acorralaron contra la mesada.

La puta madre.

¿No me vas a decir que me extrañaste? —Tragué en seco. Sinceramente no me esperaba esto para nada. —Dale, hablemos.

—No tengo que hablar nada con vos, Enzo. —Me zafé de su agarre, mirandolo perpleja ante lo que acababa de hacer. —Si no te quedó claro lo que hablamos la última vez, te invito a irte de mi casa. —Chasqueó su lengua e incluso le vi intenciones de volver a acercarse. —Que ni se te ocurra. —No pude descifrar su mirada, pero me bastó con un asentimiento de su parte como para que me alejara de la cocina.

No pensaba bancarme ni una sola manipulación más de su parte y hasta él lo sabía. No pensaba sufrir más por nadie.

—¿Qué pasó, amor? —Me preguntó un Agustín somnoliento, al verme entrar en la pieza.

RECUERDO. | JULIAN ÁLVAREZ, ENZO FERNÁNDEZ.Where stories live. Discover now