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"A escondidas, vamos llenando los segundos con caricias, imaginando que tenemos otra vida. Y a escondidas, nos encontramos en secreto cada noche, que no daría porque tu fueras solo mía."

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19 de Diciembre, 2022.
Buenos Aires, Argentina.

Acababa de llegar a Argentina y el sentimiento de querer desaparecer seguía presente, no se había quedado en Qatar.

Me sentía extraña. Deprimida incluso. No tenía ganas de nada y todo lo que seguía pasando a mi alrededor me abrumaba el doble. Julián me había llamado más de dos veces antes de subir al avión y tuve que apagar mi celular para no dejar mis pensamientos intrusivos entrar y tener que contestarle. No podía siquiera escuchar su voz sin pensar en su hipocresía con sus palabras y sus acciones.

Varios medios de comunicación se encontraban en el aeropuerto, me habían hostigado de preguntas al verme salir de migraciones y llegué hasta a sentirme avergonzada frente a mi familia con cada pregunta boluda que se escuchaba. Pero todo quedo olvidado apenas los campeones del mundo pisaron suelo argentino.

Era extraordinaria la manera en la que todos los argentinos se encontraban completamente felices al mismo tiempo y por el mismo propósito, era hermoso vivirlo en carne propia y no esperaba más que este sentimiento durara más tiempo.

Hacía ya unas horas que me encontraba en el hotel debido a que ya no tenía casa alguna en Buenos Aires y suponiendo que aún me faltaba tiempo para decidir que haría en mi futuro, prefería quedarme en una habitación por el momento, o al menos hasta que encuentre que hacer con respecto a Enzo, Julián y todo lo que quería evadir.

Encendí mi celular solo para encontrarme con más de cinco llamadas perdidas más de Julián y una llamada entrante de su parte. No era como si no quisiera hablar con él, al contrario, necesitaba decirle lo feliz que estaba por él por más de que me estaba muriendo por dentro.

Mar. —Escuché su voz de inmediato apenas contesté, haciéndome cerrar los ojos ante ese sentimiento de mariposas en mi estómago que tanto odio le había agarrado cuando se trataba de Julián.

—Felicitaciones, campeón. —Sonreí ladinamente, levantándome de la cama. —Te dije que lo ibas a conseguir, Ju.

Todo es gracias a vos, am... —Se cortó de inmediato. —Perdón, todo es gracias a vos, Matu. —Se corrigió, haciéndome soltar un pequeño suspiro. La maldita costumbre y el alcohol en su sistema actuando. —¿Leíste mi mensaje en el partido?

—Sí, lo leí. —Asentí, acercándome al balcón y visualizando la vista que me daba a la ciudad. —Y también te ví con Emilia. —Ahora lo escuché a él suspirar. —No quiero que me boludees más, Julián, vos la elegiste a ella, la querés a ella.

No, no. —Chasqueé mi lengua, pasando una mano por mi pelo. Estaba ebrio y podía darme cuenta. —No digo que no, pero eso no significa que no te ame a vos, Tini.

—Si me llamaste para esto, no hace falta. —Lo corté, sabiendo a lo que iba con lo que decía.

Los borrachos dicen la verdad. —Dejó salir una pequeña risa entre sus palabras arrastradas.

—Yo ya no sé cuando me decís la verdad y cuando no, Julián. —Me sinceré, respirando profundo al sentir el nudo en mi garganta formarse. —Hablamos cuando estés sobrio... Si es que te acordás. —Aclaré, antes de terminar esa llamada sin darle tiempo de contestar.

Detestaba sus manipulaciones, sus ganas de tenerme ante sus pies en todo momento  pero más detestaba amarlo con todo mi ser y no poder hacer nada al respecto.

RECUERDO. | JULIAN ÁLVAREZ, ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora