CAPITULO III

121 67 9
                                    

El lugar estaba oscuro no sabía con exactitud dónde me encontraba, no veía nada, sentía escalofríos y una voz susurraba en mi oído.

- "Siempre te vigila".

Giro sobre mis propios pies y no hay nadie, por el rabillo del ojo veo un movimiento. Me dio la vuelta y lo veo a lo lejos que a grandes zancadas se acerca a mí. En segundos lo tengo frente a mi, grite con todas mis fuerzas pero ningún sonido logra salir de mi boca.

El se ríe en una voz siniestra como si lo hiciera a propósito, como si esta situación de alguna forma le diera satisfacción. Levanta su mano y agarra mi cuello, y comienza asfixiarme suavemente.

Entro en una especie de trance. Veo visiones raras y confusas; Visualizó a mi madre triste, y a mi padre muy furioso.

De alguna forma siento que me ahogo no logro respirar. Poco a poco me aplasta el cuello y quedo inconsciente tumbada en el suelo.

Abro los ojos asustada y estoy en mi habitación sentada en la cama casi hiperventilando con la respiración muy agitada, mi cuerpo está empapado de sudor. Rápidamente voy al cuarto de baño abro la llave me despojó de mi ropa dejo que el agua fría recorra mi cuerpo, después de unos largos minutos salgo del baño con la toalla al rededor de mi cuerpo, me dirijo al armario para buscar la ropa que usare para asistir al instituto cuando me dio cuenta que todo fue una horrible pesadilla. Que de alguna forma me recuerda al pasado, o es el pasado reflejado en un sueño, no lo sé.

Lo que me causa curiosidad es que esa voz me decía que alguien me vigilaba... ¿Tendrá algo que ver con la nota que me llegó aquel día?.

¿Será ese tal H el que me vigila?.

Distraída por el montón de dudas que me inundan la cabeza me dio cuenta que ya es súper tarde.

Así que me dirijo hacía el espejo que esta a un lado de mi cama para ponerme las lentillas de color miel, mis ojos no son muy comunes, claro son heterocromático, uno es azul esmeralda y el otro es color miel. Nunca había sentido pena o inseguridad hasta que paso lo que pasó aquel día.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras a paso apresurado, voy hasta la cocina y un rico olor llega hasta mis fosas nasales, encuentro a mi madre preparando el desayuno.

- Buenos días - habla mi mamá con una sonrisa de oreja a oreja, y aunque todo esto era una farsa me hace ilusión.

- Hola mamá-  digo a la vez que le dio un beso en su mejilla.

-¿ Donde esta papá?.

- Se fue temprano a trabajar,  esperame en el comedor junto a  tus hermanos que ya voy a servir el desayuno.

- Vale.

Voy hasta donde están los tormentos y los saludo.

- Hola liam- le dio un beso en la frente.

- Hola max- hago exaxtamente lo mismo que hice con liam.

- Hola Lisa- responden los dos al unísono, no entiendo por que le agregaron otra vocal a mi nombre, pero me agrada.

Al rato  mamá entra al comedor y nos sirve a cada uno el desayuno, los tormentos comen cereal y mi mamá y yo unas tostaditas con café y hablamos animadamente.

Es como si volviéramos años atrás cuando éramos una familia como decían ellos, me hizo tanta ilusión tanta que se me pasó que iba a llegar tarde al instituto, entonces pregunté por la hora.

- ¿Que hora es?- pregunto con un tono de voz tranquila.

- Las nueve cariño- No se que me impactó más que mi mamá me dijera cariño o que era muy tarde.

- Los veo más tarde- dije apresurada.

- Con cuidado Lis- dijo mi mamá, me sorprendió lo que dijo pero no me daba tiempo a digerir sus palabras.

- Adiós Lisa- volvieron a decir los gemelos (los tormentos) al unísono, la verdad nunca entenderé por qué los gemelos me llamaban lisa.

- Adiós pequeños tormentos- dije prácticamente gritando.

Tropecé con unas de las tantas silla que habían en el salón y como duele un simple golpe joder, agarró mi mochila y salgo por la puerta, a esta hora ya no pasa el transporte público así que tenía que correr calle abajo para llegar lo más rápido posible.

Mierda voy tarde.

Escudos para el CorazónWhere stories live. Discover now