CAPITULO XXXIX

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LIS

Me desperté súper tarde y resulta que hoy era la clase de bienvenida para los de Literatura inglesa, adelantaron la fecha. Estaba cansada por el largo vuelo, mis maletas estaban por toda la habitación. Abrí una que estaba encima de mi cama y saqué una camisa suelta y unos shorts. Me cambié rápidamente, agarré mi mochila y me dirigí al campus de la universidad. Llegué al salón en segundos, ya que no estaba muy lejos de la residencia estudiantil. Intenté escabullirme, pero el profesor se dio cuenta de mi presencia. Carraspeó su garganta.

- Hola - fue lo único que logré decir.

Dios mío, Lis. ¿Cómo se te ocurre decir solo "Hola"? Me estaba regañando mentalmente.

- Primer día de clase y ya llegas tarde - miró su reloj de mano.

- Disculpe, me quedé dormida - dije un poco apenada.

- Que sea la última vez que eso sucede. Puedes entrar.

- Gracias, gracias.

Caminé hasta el fondo del salón, me senté y traté de prestar atención a lo que decían. No había muchas personas en esta carrera, empezaron a pasar lista y me llamó mucho la atención que yo era una de las primeras.

- Lis Parker - llamó el profesor.

- Presente - respondí al llamado.

- Interesante, una estudiante que vivía en el Reino Unido, donde habría podido estudiar esta carrera libremente, decidió estudiar en la otra parte del mundo. ¿Qué te llevó a tomar esta decisión, señorita Parker?

- No sé a qué se refiere con lo de "libremente", profesor... - apresuré a decir.

- Lincoln. Profesor Lincoln - corrigió.

- Bueno, profesor Lincoln. Creo que son cosas privadas que no debería estar diciendo a todo el mundo. Estoy aquí precisamente para estudiar, no para hablar sobre motivos personales.

- Me gusta esta chica - dijo al resto de la clase - Si se lo hubiera preguntado a cualquier otro, obtendría la respuesta que necesito. Eso es ser alguien sensato y no andar contando su vida por ahí, eso va para ti, Johns.

Ese tal Johns me estaba mirando con furia, lo cual me parecía gracioso. Parecía ser el aprendiz del profesor, ya que era mayor que todos los demás alumnos. La clase siguió su ritmo y yo intentaba prestar más atención.

Minutos más tarde, la clase había terminado, no dejaron nada pendiente ya que era la clase de bienvenida. Me dirigí a la residencia estudiantil y recibí un mensaje de mamá Lía.

{Hola Lis, ¿cómo estás?} 11:00 am.

{¡Hola! Muy bien, ¿y tú mamá Lía?} 11:00 am.

Subo las escaleras de la residencia.

{Mejor que un sapo} 11:05 am.

{Jaja, perdóname por no escribirte antes}11:05 am.

Me parecieron largas, pero finalmente llegué a la puerta 406. Mamá Lía no me respondió, supongo que es por la diferencia horaria. Abrí la puerta y me di cuenta de que hay dos personas más aquí.

- ¡Hola! - saludé.

- Ay, se me olvidó informarte. Somos tus nuevas compañeras. Yo soy Kyra y ella es Libbie.

- No se preocupen, mucho gusto, soy Lis. Disculpen el desorden, no pensé que llegarían tan pronto.

- Para nada, somos peores - nos reímos.

- Y ¿qué estudian? - pregunté.

- Bueno, yo estudio Informática - Habló Kyra.

- Yo apenas estoy descubriendo lo que me gusta, así que prefiero no decir mi carrera - me guiñó el ojo.

En ese momento sonó un celular, era el celular de Kyra, y por lo que alcancé a ver, era una llamada de sus padres. Se disculpó con una señal para poder atender el celular.

- Sus padres a veces son un tanto intensos - exclamó Libbie.

- Ya quisiera tener yo unos padres así - susurré.

- ¿Qué dices? - preguntó curiosa.

- ¡Eh! Nada, saldré un rato por ahí... bienvenidas.

Me giré sobre mis propios pies y salí rápidamente del apartamento. Además de que Los Ángeles era hermoso, lo único que me atraía de esta ciudad era su clima cálido, nada como ese frío que te cala hasta los huesos. Me sentía como una turista, pero vamos, la única parte de Estados Unidos que medio recuerdo es Idaho. No sé cómo terminé en la playa, pero me encantó. Me senté en la orilla del mar y fue como si una paz infinita me inundara el alma.

Pasé horas en aquella playa hasta que llegó el atardecer. Nunca había visto una playa, solo un río. Me levanté para emprender el camino de regreso a la residencia, pero de repente todo estaba muy solo. No sé por qué, pero tenía la sensación de que algo malo iba a pasar.

Miré a mi alrededor en busca de cualquier señal de vida, pero no había ni un alma rondando esa zona. Caminé lo más rápido que pude, ya que Estados Unidos no es igual que Inglaterra. Eché una última mirada y me di cuenta de que una camioneta negra no dejaba de perseguirme. Intenté mantener la calma para no entrar en pánico, pero la camioneta frenó de repente y cinco hombres vestidos de negro y encapuchados corrieron hacia mí. Corrí con todas mis fuerzas, pero ellos eran más rápidos y me arrastraron hasta la camioneta.

- ¡AYUDA, POR FAVOR! - grité con todas mis fuerzas.

- No hagas más escándalo o será peor para ti - dijo uno de ellos con voz grave.

Intentaron vendar mis ojos y luché para evitarlo, pero nuevamente fue en vano. Eran más fuertes que yo. Me empujaron hacia el auto, arrancó y durante el trayecto reinó un silencio asfixiante. Estaba muy nerviosa porque no sabía qué querían de mí. La camioneta frenó bruscamente, supongo que habíamos llegado al lugar señalado. Me sacaron del auto y me dejaron en una especie de cuarto. No lo sé con certeza, solo sé que me tiraron como un costal de papas. Escuché pasos a lo lejos y rápidamente deduje que eran dos personas.

Aquí tienes la corrección del texto:

- ¡SUELTENME! - se me desgarró la voz.

Uno de ellos se acercó a mí y procedió a quitarme esa horrenda venda de los ojos. Entonces lo vi y me parecía conocido. No podía ser...

- No... tú... yo... - balbuceé palabras incomprensibles.

- Sí, soy yo, mi Lis. Ha pasado mucho tiempo - habló.

- ¿Heth? No puede ser, por favor, suéltame. No te he hecho nada - sollocé.

- Sí, soy yo. Al principio pensé que lo habías hecho, pero ya no podía cancelar tu secuestro, así que decidí llevarlo a cabo - dijo con una gran sonrisa.

- ¡PERDÓNAME! - grité una y otra vez. La otra persona hizo acto de presencia.

- ¿Qué hay que perdonar? - se quitó la capucha.

- Esto no puede ser cierto, tú estabas...

¡OH NO, NO!

Esto no puede ser cierto, él no...

- Mi Lis, eso era lo que creías - habló.

Me desmayé por la impactante noticia. Mejor dicho, por la peor noticia de mi vida...

Escudos para el CorazónWo Geschichten leben. Entdecke jetzt