CAPITULO XXV

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Me encontraba en el jardín de la casa; hoy el cielo estaba un poco nublado y esas lindas plantas estaban tan bien cuidadas y floreciendo día a día.

- Lis, tienes una llamada - mamá Lía me tendió el móvil.

- ¿Quién será? - dije vagamente. Vi el móvil y eran las chicas, así que contesté.

- ¡Hola! ¿Cómo están? - preguntó Anny.

- Bien, ¿y ustedes cómo están?

- De maravilla. ¿Por qué no avisaste que te irías a Windsor? - habló Bella.

- Es verdad, no nos contaste nada. Desapareciste un día después de la graduación - verbalizó Gris."
- Se me olvidó contarles - respondí.

- Tenemos días sin saber nada de ti - habló Dhara.

- Y no por eso se cayó el mundo - dije, a veces suelen ser un poquito dramáticas.

- ¿Podemos ir en unos días para allá? - preguntó Anny.

- Podría ser, tendría que preguntarle a mamá Lía - respondí. Y era cierto, no podía decirles que sí sin tener primero su autorización.

- ¿Quién es mamá Lía? - preguntó Bella, la menos curiosa.

- Mi abuela - respondí.

- Bueno, Lis, nos avisas. Por favor, que no se te olvide avisarnos - habló Anny.

- Está bien, ¡adiós! - luego de decir eso colgué. No sé qué tramaban, pero seguramente no era nada bueno. Faltaban 3 semanas para mi cumpleaños y espero que su visita no sea por eso.

Entré a la casa y me dirigí a la cocina. Abrí la nevera y me serví un vaso de agua. Revisé el móvil para ver si tenía nuevos mensajes, pero nada. Solo tenía sugerencias de universidad y esas cosas. No sabía nada de Fred desde el día de mi graduación. Me parecía extraño que desapareciera así de la nada. Ya estaba empezando a dudar de él, algo que, aunque me diera motivos para hacerlo, no me gustaba.

- Lis, aquí estás. ¿Salimos un rato? - preguntó mamá Lía luego de tomar asiento en la mesa.

- Claro, ¿qué tal si corremos un par de calles?

- Estupendo, voy a ponerme la ropa de deporte, tú haz lo mismo - se levantó de la silla. Por cierto, ¿qué te dijeron las chicas? Quiero conocerlas algún día.

- ¡Ah! Nada, solo que querían pasar unas semanas aquí en Windsor - me encogí de hombros.

- A mí me parece perfecto, diles que pueden venir cuantas veces quieran, que esta será como su segunda casa - habló mamá Lía.

- Pero, ¿estás segura de eso? - pregunté.

- ¡Claro que sí, niña! Vamos, apúrate que tengo ganas de correr - dijo mamá Lía y yo solté una sonora carcajada.

Salí de la cocina y subí las escaleras. Llegué a la habitación y ya había acomodado un poco mi ropa en el armario. Todavía me quedaba la mayoría en la maleta. Busqué en la maleta algo para hacer ejercicios y lo encontré: unos leggings negros y un top negro. Me hice una coleta, me puse un poco de protector solar y salí de la habitación. Al bajar, mamá Lía se encontraba impaciente en el salón.

- Ya estás lista, vamos - habló mamá Lía. Había preparado dos botellas de agua y me lanzó una. Salimos de la casa y comenzamos a trotar suavemente.

- No ha cambiado nada Windsor - hablé mientras observaba todo.

- Para nada, sigue estando igual que la última vez que estuviste aquí - dijo mamá Lía. Todo seguía exactamente igual, nada había cambiado en estos casi tres años.

- Paremos por un rato - volvió a hablar mamá Lía, solo habíamos corrido un par de calles.

- Imagínate si estuvieras en un maratón - dije y me reí.

- La edad te empieza a cobrar factura.

- Pero si tienes casi setenta años y estás más dura que yo.

- Ay, Lis, cuando tengas mi edad lo entenderás - habló y soltamos una carcajada.

Corrimos un poco más y decidimos caminar de regreso. Pasar tiempo con mamá Lía era divertido, siempre teníamos alguna actividad para hacer. Por ejemplo, su pasatiempo favorito era ver películas. No era muy fan de cocinar, ¡quién iba a creerlo! Hacía mucho tiempo que no sabía lo que era disfrutar en familia, pero a pesar de no tener a mis padres, tenía a mamá Lía.

- Mamá Lía, ¿no sabes nada de mis padres?

- Sí, ellos están bien, igual que los gemelos - me dirigió la mirada. Faltaba poco para llegar a casa.

- Me alegra escuchar eso - respondí.

- Lis, ¿por qué decidiste no seguir usando más las lentillas? - me preguntó mamá Lía.

- No quería seguir escondiéndome o sentir pena por eso. ¿Para qué? Si aquí igual nadie me conoce- respondí, casi lo hacen pero por usar lentillas no se siguió especulando. Pero eso no se lo iba a decir a mamá Lía.

- Tienes razón, tus ojos son únicos.

Cuando miramos al frente, ya estábamos en casa. Entramos y cada una fue a tomar un baño. Yo le escribí a las chicas para preguntarles si todavía querían viajar a Windsor. Acomodé algunas cosas en la habitación y salí en busca de mamá Lía. Entré en su alcoba, pero no estaba, así que pregunté:

- ¿Mamá Lía?

- Estoy en el cuarto de baño, ya salgo - respondió.

- Está bien - me senté en la cama y vi unos papeles en la mesita de noche. Me dio mucha curiosidad, así que me levanté justo cuando mamá Lía entró.

- ¿Qué estabas viendo? - tenía una toalla enrollada en el cuerpo y otra en la mano para secarse el cabello.

- Unos papeles que están en la mesita - respondí, pero noté que se puso un tanto nerviosa, se acercó y rápidamente los guardó en un cajón.

- ¿De qué eran los papeles? - pregunté.

- Nada importante - estaba buscando ropa de dormir en su armario.

No me lo creía, pero no podía seguir insistiendo porque era su vida y la respetaba. Mamá Lía volvió a entrar al cuarto de baño para cambiarse. Cuando regresó, me quedó mirando fijamente.

- ¿Quieres dormir aquí esta noche? - Mamá Lía me preguntó.

- Si no me echas, sí - respondí.

- Bueno, agarra el lado izquierdo de la cama.

- Pero a mí me gusta el derecho - hablé.

- Lástima,yo duermo de ese lado- mamá Lía se acostó de su lado, y yo hice lo mismo. Duramos un buen rato en silencio cuando me dijo...

- Tu mamá nunca te contó que tuvo una hermana - mamá Lía rompió el silencio.

- No - respondí.

- Eran gemelas, mi otra niña se iba a llamar Millie, pero en el parto falleció y solo quedó tu madre.

- Me imagino que fue un proceso doloroso perder a una hija.

- Muy doloroso, pero supongo que la vida me premió con una nieta tan linda - mamá Lía sonrió.

- Buenas noches mamá Lía - dije y fui cerrando los ojos lentamente.

- Te quiero mi Lis - susurró. Yo caí rendida en un profundo sueño.

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NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola! Espero que les guste este capítulo. Siento que este libro está tomando su propio rumbo y eso me gusta. Gracias a todos los lectores que se toman un momento para leer esta historia. Sin más que decir, ¡nos vemos en el próximo capítulo!

Escudos para el CorazónWhere stories live. Discover now