CAPITULO XXXII

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El mundo seguía su curso mientras que yo sentía que seguía estancada en el mismo punto a veces me pregunto si la vida es injusta porque yo la siento así. Estaba en mi cama cobijada de pies a cabeza cuando algo, mejor dicho alguien a mi lado.

- Lis- habló mamá Lía.

- Mmm.

- Vamos levántate y sal a divertirte con las chicas- descubrí un poco mi cara.

- ¿Donde están?- pregunté.

- En la otra habitación, estuvieron todo el día insistiendote para que fueras con ellas, notaron que estabas un poco distante por eso decidieron dejarte tu espacio.

Es cierto todo el día he tratado de evitar hablar ya que no me apetece, nada me apetece el contacto 0 en días como estos se vuelve mi fiel compañero.

- ¿Entonces?- volvió a insistir mamá Lía. Cubrí mi rostro.

- No quiero ir- respondí.

- Pero...- se quedó un rato en silencio- Es hoy ¿cierto?

Yo solo asentí fue inevitable para mi contener las lágrimas todavía no lograba superar el pasado, es como una pequeña daga que te atraviesa el corazón y estás tan acostumbrada al dolor que ya no importa si la daga perfora más tu corazón. Mamá Lía me quitó la cobija que me cubría y me levanto por los brazos para poder abrazarme.

- Estás pesada- dijo mamá Lía y yo me reí levemente.

- Lis-me agarró por los hombros y procedió a limpiar mis lágrimas.- Ya han pasado cuatro años, ¿no crees que es hora de aprender a vivir con ello?

- Mamá Lía, no es fácil- sollocé más fuerte.

- Lo sé, cariño, créeme que lo sé. Pero muchas veces el miedo nos limita a hacer un montón de cosas, eso es lo que te pasa a ti.

- No es miedo, no es miedo- me levanté de la cama y empecé a dar vueltas por toda la habitación.

- Lis, para- gritó mamá Lía.

- No es miedo- seguía repitiendo.

- Sí, tienes miedo a estar en lo más alto de la torre y caer al suelo, eso te limita. Debes salir de tu zona de confort, como decía tu psicóloga, aunque dejaste de asistir sin razón aparente.

- Ya no me sentía cómoda allí.

- Entonces, ¿por qué no buscaste otro lugar? - preguntó con aparente calma.

- Porque odio tomar esos medicamentos, me hacían sentir horrible, y me recordaba al tiempo que pasé en el psiquiátrico - dije firmemente.

- No, Lis, esa no es la forma. No permitiré que te hundas en tu propia miseria. Es hora de avanzar - dijo mamá Lía.

- Pero...

- Nada, te vas a arreglar e irás con las chicas.

- No, mamá Lía, entiéndeme.

- Anny - la llamó casi a gritos. Anny entró en la habitación y nos miró a ambas.

- ¿Sí? - preguntó algo extrañada.

- Ayuda a Lis a arreglarse, ella irá con ustedes - dijo mamá Lía.

- ¿En serio? No me lo puedo creer- casi saltó de emoción. Anny ya estaba maquillada, solo le faltaba cambiarse de ropa.

- Supongo que no me queda otra opción - me encogí de hombros.

- Supones bien. Bueno chicas, las dejo - mamá Lía se levantó de la cama. Antes de salir de la habitación, me dijo: "Disfruta, estaré en mi habitación".

No podía creer que mamá Lía me hiciera eso. Sé que lo hace por mi bien, pero en este momento solo quiero estar encerrada en mi habitación y esperar a que este desagradable día pase. ¿No entiende eso? Parece que no.

- Necesito dejarte radiante - Anny me tomó del brazo y me arrastró hacia el armario. Ya me estoy arrepintiendo y ni siquiera he salido de esta casa.

*Una hora más tarde*

Ya estábamos todas listas, pero por alguna extraña razón teníamos vestidos del mismo color, negro (diferentes diseños). No lo voy a negar, era un poco gracioso, excepto por Bella, que usaba un vestido rojo porque, como decía ella: "La rubia tiene que resaltar". Estaba más loca y paranoica de lo que pensaba.

- Parecen gemelas - dijo Bella.

- Y tú huérfana - apuntó Dhara. Todas soltamos una carcajada.

- Cállate - la fulminó con la mirada.

- Basta chicas. No empiecen ahora- habló Anny entre risas.

- Apúrense que vamos tarde - exclamó Gris.

- Pero si vamos a una discoteca...- hablé.

- Igual, muévanse ese culo.

<<Tengo amigas locas, definitivamente>> pensé.

Fuimos a despedirnos de mamá Lía, pero ya estaba dormida, así que decidimos dejarle una nota que decía: "Ya nos marchamos, mamá Lía. Te queremos". Salimos de la casa, tomamos un taxi y nos montamos. Entonces Gris habló.

- Señor, déjenos en la discoteca más cercana - él solo asintió y el auto se puso en marcha.

- Gris, pero...

- Solo confía - me miró, parecía ser la única preocupada.

Minutos más tarde, ya estábamos en la entrada y al tocar ese lugar me sentí agobiada. Había mucha gente. Nos dirigimos a la barra. La música se sumó a mi estado de ánimo y escuche inmediatamente la canción de: Uptowon Funk.

- Hola, ¿qué desean? - habló un chico apuesto. Tenía que decirse y se dijo.

- Danos el shot más fuerte que tengas, y que sean cinco por favor - pidió Bella. En un abrir y cerrar de ojos teníamos el alcohol servido en esos pequeños vasos.

- Aquí tienen chicas.

- Vale, gracias - habló Bella, nos tendió un vaso a cada una.

- Brindemos - propuso Gris.

- ¿Qué tal si cada una brinda por lo que quiera? - preguntó Anny.

- Bien, comienzo yo - exclamó Dhara - yo brindo por mí.

- Yo por un Sugar Daddy - habló Bella.

- Bella siendo Bella. Brindo por el amor - dijo Gris, y la miramos interesadas por saber más.

- ¿Qué? - preguntó.

- Nada, yo brindo por Aarón - habló Anny.

- ¿Terminaron? - pregunté y ella solo asintió.

- Pues yo brindo por esta miserable vida. Salud - nos tomamos el shot de un solo trago y sin hacer muecas.

- ¡A bailar!

Llegamos al centro de la pista y bailamos sin parar. De repente sonó Drivers license de Olivia rodrigo y supe que sería nuestra canción. La cantamos a todo pulmón. A pesar de que hoy era uno de esos días que me hacían recordar el pasado, le agradecí a mamá Lía por hacerme entender que la vida sigue su curso y yo debo hacer lo mismo.

"Seré feliz por mí y por ella, cueste lo que cueste."

Escudos para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora