Capítulo 31.

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Narra Plex.

-Te has pasado la salida creo- afirmó Carmen a un lado mía, se había dado cuenta de que no íbamos dirección a mí casa.
-Se lo que hago- la miré durante escasos segundos con una sonrisa y fijé de nuevo la mirada en la carretera.

A pesar de estar entre semana, había algo de tráfico, lo cual nos impidió tardar el tiempo que esperaba. Tras unos quince minutos de atasco conseguimos ir por un camino no tan concurrido. Las luces de la ciudad quedaban cada vez más distanciadas ahora que nos alejábamos del centro.

-¿A dónde vamos?- preguntó y yo decidí no responderle, era una pequeña sorpresa.

Al llegar a una zona algo descampada, aparqué el coche que había alquilado mirando hacia el lado contrario de dónde estaban las vistas. Antes de que pudiera explicarle el motivo de aquello, ella habló primero.

-Ha sido una cena maravillosa- me sonrió mientras se quitaba el cinturón y se giraba hacía mi- no tenías por qué hacer todo esto.

No estaba nada de acuerdo con esa frase. Me gustaba hacer todo a lo grande y si tenía que ver con mi novia, más aun. No me importaba esforzarme o gastar más, si eso conllevaba poder verla sonreír.

-Ahora me siento mal por no tener nada- su sonrisa se disipó y su expresión era algo apenada.

Apoye la palma de mi mano en su mejilla y la acaricié suavemente al mismo tiempo que la miraba a los ojos.

-No necesito nada- le dediqué una sonrisa en la que mostraba mis dientes- contigo ya lo tengo todo.

Hasta a mi mismo me resultaba creer que estuviera diciendo ese tipo de cosas. Es decir, siempre he sido cariñoso con la gente a la que quiero, pero me costaba un poco más cuando se trataba de una chica que me gustaba. Sin embargo, toda vergüenza se me iba cuando estaba ella delante.

-Si sigues así me voy a poner colorada- añadió entre risas.
-Más guapa todavía- afirmé y me acerqué a besarla.

En cuestión de segundos aquel beso pasó de ser dulce a convertirse en uno con connotaciones más intensas. Por más que tratábamos de aproximarnos el uno al otro, el espacio del coche se hacía insuficiente. En un movimiento que apenas pude apreciar, Carmen acabó sentada sobre mis piernas.

La música que se reproducía por los múltiples altavoces de aquel coche acompañaban a la perfección el momento.

Abrí los ojos y ambos nos miramos en silencio. Mi pecho subía y bajaba de forma exagerada debido a mi respiración. Ella trataba de acomodarse con tal de que el techo no le incomodase. Al notarlo, mi mano se posó en una pequeña palanca del costado del asiento.

Tiré de ella y provoque que mi respaldo se inclinase un poco hacia atrás, provocando una mejoría del espacio.

La miré a los labios y entendió a la perfección que mis intenciones eran continuar con lo que habíamos empezado.

Sus manos estaban apoyadas en mi pecho y de vez en cuando se posaban en uno de mis hombros o en el brazo. En cuanto a las mías, recorrían el torso de Carmen, agarrándola de la cintura y trayéndola hacía mí. Una de ellas se deslizó hasta la zona baja de su espalda y al ver que no me lo impedía, apreté mi agarre.

Cuando aun continuábamos besándonos, uno de nuestros teléfonos comenzó a sonar, provocando que parásemos. Era el suyo.

-Perdona tengo que cogerlo- negué al escuchar sus disculpas.
-No te preocupes- le di un beso en la mejilla y ella me lo correspondió.

Le abrí la puerta con la misma mano que había utilizado anteriormente para buscar la palanca y salió del vehículo.

Me dirigí al maletero en lo que ella hablaba con su madre. Lo abrí y comencé a preparar lo que había planeado. Sabía perfectamente que su madre no la había llamado únicamente para ver cómo habíamos llegado o para preguntarle por mí. Si no que estaba seguro de que había sido para concretar los detalles de la mudanza. Aun no me lo había asegurado, pero me lo esperaba. No le gustaba hablar del tema y a mí menos, sin embargo, intuía los motivos por los que se iría. Aunque la idea de pasar de estar juntos todo el día a vernos de vez en cuando no me hacía mucha gracia, sabía que podríamos llevarlo bien si ambos queríamos.

Traté de ignorar mis pensamientos y terminé de acomodar todo. Le hice un gesto para que se acercase una vez que vi que había colgado la llamada.

-No sé tú, pero yo me he quedado con hambre- la guié hasta el maletero y ella se sorprendió.

Puse un par de mantas y unos cojines para que fuese más cómodo sentarnos ahí. De una nevera portátil saqué dos tarrinas de helado, una para ella, de vainilla y una de chocolate para mí.

-Cada día te superas más- me besó la mejilla y se sentó donde estaban los cojines. Yo imité su acción.
-Así soy yo- reí mientras sacaba las cucharas y servilletas que también había traído.

La noche fue fantástica en mí opinión y estar con ella la mejoraba aún más. Estuvimos durante unas dos horas más conversando y viendo una película en el portátil que guardé horas antes en el maletero.

Era incapaz de quitar un ojo de encima suya.

Al terminar, recogimos todo y ya si, fuimos hacia la EpicHouse. El camino fue más largo debido a lo alejado que estaba el mirador. Al llegar allí, no había nadie en las zonas comunes, sino que todos se habían ido a sus respectivos dormitorios a descansar.

-¿Te apetece que durmamos en mi cuarto esta vez?- propuso Carmen y me pareció una buena idea.
-Voy a por mis cosas- respondí yo en señal de afirmación y ella entro a su habitación a cambiarse.

Me puse unos pantalones sueltos y omití por completo la opción de llevar camiseta. Al volver, la pude ver sentada en su escritorio, desmaquillándose.

-¡Lista!- exclamó una vez que había terminado y se lanzó a la cama, envolviéndose entre mis brazos.
-Buenas noches preciosa- besé su frente y después sus labios.
-Que descanses- me abrazó fuerte por última vez antes de girarse, quedando delante mía.

Mis brazos rodearon su cintura, la cual estaba cubierta por un pijama de seda de tono rosa pálido. Acaricié su mejilla y antes de que pudiera hacer algo mas, caí rendido por el sueño.

La habitación de enfrente|| YoSoyPlexWhere stories live. Discover now