Prólogo

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La fría camilla de la ambulancia choca mi espalda provocando que perciba cada golpe y giro en las curvas mientras avanzamos a toda velocidad hacia el hospital al que estoy casi segura de que será en vano intentar llegar. Procuro mantener mis ojos abiertos para que mamá no se angustie más y vea que estoy bien y que no tiene por qué seguir llorando por quien solo le trajo desgracias hasta hoy. Ya nada importa, pude despedirme de papá, lo que ocurra a partir de ahora es totalmente merecido, y por lo menos dejé mis asuntos conclusos para poder irme sin miedo a dejar en el vacío a los que me importan.

Mi cuerpo late al ritmo de mi corazón desbocado, mis manos desean arrancar todo lo que me conectan al cuerpo, pero no me obedecen. La sensación metálica de la sangre en mi boca y la quemazón con cada tediosa inhalación en mi pecho me recuerda la gravedad de la situación, pero estaba lista para esto, sabia a lo que me enfrentaría y que era el adiós si quería que quitarle el peso de mi existencia finalmente a mi familia, quienes ya sufrieron lo suficiente por mi causa, y ¿todo para qué? Soy el fracaso de sus vidas, arruiné la mía y los arrastré en esto sin razón.

Escucho el llanto de mi madre y su firme agarre en mi mano los cuales me recuerdan que sigue a mi lado a pesar de todo. Mi vista nublada me permite a penas apreciar sus ojos preocupados, pero también veo una mezcla de miedo y determinación. No puedo hablar, mi garganta no responde y el carmesí del que todo está manchado me confirma porque, mis pulmones perforados no quieren circular el aire para que module las palabras; pero nuestras miradas dicen más que mil palabras. Siento la presión reconfortante de mis hermanos a ambos lados de la camilla, intentando transmitirme el claro mensaje de que tampoco me piensan abandonar.

El sonido ensordecedor de las sirenas se mezcla con el murmullo de las conversaciones del personal médico. Cierro los ojos por un momento, tratando de bloquear el dolor y concentrándome en la fuerza de las manos que me sostienen. Mi mente divaga entre pensamientos confusos y recuerdos difusos que me torturan pensando en cómo fue que arruiné mi vida y terminé aquí. El rostro de personas que amé y odié, las promesas, las ilusiones, los engaños, las mentiras ¡como quisiera poder gritar ahora y sacar esta impotencia! ¡Maldito sea el momento en que todo se fue a la mierda!

La ambulancia se detiene de repente, y siento la tensión en el aire pese a estar al borde de la inconciencia.

—Resiste, mi vida. Recuerda... —escucho a medias lo que dice mi madre, pero no puedo enfocar mi atención en nada, mi desorientación solo aumenta con cada segundo.

Las puertas se abren de par en par, revelando el resplandor de las luces del hospital. Mi madre aprieta aún más mi mano mientras me trasladan rápidamente hacia la sala de emergencias. La preocupación es palpable y ya no queda ni pisca de esperanza en mi pecho que poco a poco siento que deja salir mis rastros de vida por la sangre que sigue saliendo producto de los disparos.

Escucho con ecos difusos a los médicos y enfermeras se apresuran a mi alrededor, hablando cosas imperceptibles para mi cerebro en este momento. Siento pinchazos y presiones, pero la atención de mi madre nunca se aparta de mí, aunque ya no sienta el apretón de su mano, siento su mirada sobre mí desde algún lugar. Lo que más lamento de todo esto no es el dolor físico que me quema por las heridas, sino el daño que sigo causando a mis padres y hermanos hasta el último segundo de vida ¿ni al morir podré dejarlos en paz? Ya he hecho suficiente como para seguir atormentándolos. Mis pobres progenitores no tenían ni idea de que bajo su techo acunaron y cuidaron a una víbora, una que los mordió pocos años después y que les causó el dolor más inmenso de sus vidas. La decepción que les traje no tiene precio, la rebeldía y el pago por esta que me llevó hasta este segundo de mi existencia.

Siento que mueven la camilla en donde me encuentro, el movimiento de las ruedas afanadas me lastima y a medida que la realidad se desvanece y la oscuridad de la inconsciencia me envuelve, mis ojos borrosos logran identificar lo que parece ser la sala de un quirófano. Mis pensamientos se desvían a mi mayor preocupación y mi gran amor en esta vida, a la única persona por la que me duele dejar este mundo.

<<Mi Helina>>

Mis ojos finalmente se rinden y mi visión final es la luz blanca cegadora con siluetas con cubrebocas que se difuminan por estar a contraluz.

Al fin... voy a descansar de esto. 

Nota autora

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Nota autora

¡Finalmente la historia de Hanna ha empezado! A los que vienen directo de "Atados" les recuerdo que esta no es una secuela de los protagonistas de esa novela, es la historia de su hija detallando desde su perspectiva todo lo que le ocurrió, como llegó hasta ese punto y lo que ocurrió después. Esta novela ocurre en el mismo mundo que la anterior, por lo que siempre es mejor leerla antes de empezar esta, pero no es obligatorio, ya que "A través del abismo" se puede entender de forma individual, aunque se pierden muchas referencias si no has leído la historia de Erika y Esteban.

En fin, pronto estaré actualizando los siguientes capítulos, siempre procuro dejar listos como mínimos unos cinco para semanalmente. Les agradezco por darle la oportunidad a este nuevo proyecto y espero que la disfruten.

¡Espero sus votos y comentarios!

ADVERTENCIAS:

Por la naturaleza de la trama se tocarán temas que pueden ser sensibles al ser la protagonista una menor de edad en la primera parte de la historia(si leíste el libro antes de este, reconocerás estos puntos).

—>Contenido +18

—>Mención de drogas y armas.

—Abuso físico y s3xu4l. (No explícito)

—>Aborto.

A través del abismoWhere stories live. Discover now