Capítulo 2

27 9 5
                                    

Hanna

La sensación de los labios juntándose con los míos es extraña, poco o nada se mueven y lo que siempre tuve idealizado como mi primer beso se cae al suelo al percatarme que no hay ni señal de un solo aleteo de mariposas en mi estómago con esto. Aguanto unos segundos más, pero mis ojos abiertos durante el beso solo lo vuelven más incómodo al ver la concentración del pobre chico que me lo brinda en este cubículo.

Finalmente, soy yo quien corta el contacto y a su vez me giro provocando que el susodicho caiga sentado sobre el inodoro todavía atontado por mis evidentes encantos.

—¿y? —pregunta relamiendo sus labios recuperando la respiración luego del entusiasmo poco disfrutable que dio —supongo que ya no debes tener dudas para responderme.

—Para serte honesta, no. No me queda ninguna duda —respondo segura limpiando disimuladamente mi boca.

—¡Genial! Paso por ti desde mañana.

—No tengo dudas de que no quiero ser tu novia —aclaro bajándolo de su nube.

—¿Qué? ¿¡por qué!? Dijiste que un beso te convencería —pregunta poniéndose de pie indignado.

—Por supuesto, me convenció de que no somos para nada compatibles, Bratt.

—Pero si soy todo lo que pides ¿no? —se señala con ambas manos sin comprender. Seguro que soy la primera en decirle que no y en definitiva no tiene idea de cómo lidiar con el rechazo.

<<Solo musculo y nada de cerebro>>

—¿De qué me sirve que seas el capitán del equipo de futbol y seas guapo si no hay una conexión real? —me mira sin creer que no quiera ser su novia —no niego que fue divertido pasear de la mano por la escuela y que todos nos vieran —explico evitando el contacto visual ladeándome en mi puesto—, o que disfrutáramos una que otra caricia atrevida, pero fue solo eso, diversión momentánea. Esto no da para algo más serio.

—Tenemos catorce, Hanna ¿de qué seriedad estás hablando? —su incredulidad se va tornando en un enojo que su rostro no se molesta en ocultar—Definitivamente tu fama no es en vano...

Me detengo cuando estaba por abrir la puerta y me giro encarándolo.

—¿Fama? —entrecierro mis ojos.

—Si, esa fama que te persigue y por la que no consigues lo que tanto buscas.

—¿De que estas hablando, descerebrado? —pongo mi dedo en su pecho con hostilidad.

—¿No lo sabes? —se ríe con desdén—Te crees muy inalcanzable pero la realidad es que ningún chico te soporta. Estas soltera por ser una fastidiosa y una diva para la que ninguno le es suficiente ¡madura! Estas en la secundaria.

Mi reacción inmediata es empujarlo con fuerza logrando que caiga dentro del agua del inodoro. Ignoro sus quejidos y salgo del cubículo del baño lo más rápido posible consiguiendo llamar la atención de una maestra que convenientemente pasa por el pasillo cercano.

—¡Maestra Hunter! —que comience el drama.

Pongo mi mejor cara de angustia cuando la alcanzo tomándola del brazo y lo desordenado de la falda de mi uniforme le da un toque extra al montaje.

Me mira con asombro.

—¿Qué sucede, señorita Harrison?

—Gracias al cielo que la encuentro por aquí ¡Bratt Matheus entró al baño de mujeres mientras estaba usándolo! Abrí mi cubículo e intentó acorralarme, no me quedó más opción que empujarlo y debe seguir ahí. —mi lengua se enreda por la velocidad con la que explico.

A través del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora