Capítulo 11

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Hanna

En definitiva, cuando lo vuelva a ver -si es que lo hago- le diré sus verdades ¿Cómo puede dejarme en ascuas justo para esta fecha? Le abrí mi corazón y conté mis inseguridades respecto a hoy y se aleja justo para el momento en que más le pedí que estuviera ¿no es eso lo que hacen los amigos? ¿somos amigos realmente? Tal vez fui la única que se hizo ilusiones con esta nueva relación.

Mi tía Daisy coloca en mis orejas unos aretes brillantes y ajusta un collar que sigue el mismo estilo.

—Diamantes, Esteban es tan predecible. —comenta a mi otra tía.

—Quien te oiga diría que tienes el mismo poder económico y hasta más que él —se burla en respuesta mi otra tía quien se acomoda el cabello afro frente al espejo.

—Siempre defendiéndolo, Erika ¿le pagas por eso?

—Con postres y emparentando a nuestros hijos —las tres mujeres sueltan a reír mientras mi mano se niega soltar el celular.

—¿Nerviosa, mi niña? —se acerca acaricia mi hombro mirándonos a ambas por el reflejo.

Nuestros ojos de la misma tonalidad verde brillan de formas diferentes revelando el estado anímico contrario de las dos.

—Un poco —ladeo la cabeza—, ¿ya están todos abajo?

—La mayoría, tu abuelo está ayudando a verificar eso —mira su teléfono—. En diez minutos bajamos. Lucirás como toda una princesa ¡estás más hermosa que de costumbre!

Asiento, ¡genial! Ahora no solo tengo que lidiar con la nostalgia por el recuerdo de mi abuela, sino que le sumé la incertidumbre de no haber recibido como mínimo un mensaje de "feliz cumpleaños" de parte de ese atractivo insensible que no fue capaz de darme una explicación en toda la semana.

¿Seré yo el problema?

—Cinco minutos, Erika —avisa la tía Celia y mamá asiente.

Mis dos tías están a punto de bajar para unirse a los demás invitados, pero la morena se queda viendo mi mano unos segundos, para luego acercarse y quitarme el celular sin que alcance a reaccionar.

—Espera —pido.

—Nada de eso, señorita ¡es tu día! Te lo devolveré más tarde, no dejaremos que disfrutes a medias por estar con este aparato. —lo sacude en el aire.

—Hazle caso, Hanna. Un par de horas sin él no te matará, dedícate a disfrutar el ahora con tu familia y amigos. Te prometemos tomar miles de fotos y videos para que las publiques, presumas o lo que prefieras después.

No son las fotos lo que me preocupan.

—Bien ¿Qué más da? Llévatelo —me rindo dejando caer los hombros.

—Buena chica —se retira dejándonos a solas.

Si lo pienso en positivo, obligarme a soltar el celular es bueno ¿no? Me obligaré de esta forma a no pensar en él o en sus mensajes ¡él se lo pierde! No le daré el placer de amargarme por su ausencia de palabras de ánimo o chistes o... ¡alguien golpéeme!

—¿En qué momento fue que pariste un ángel, reina? No puedo recordar tener bajo mi techo una belleza como la que veo justo aquí —no tengo idea de en qué momento papá ingresó. Dejo salir una sonrisa honesta que solo él me puede sacar con su elocuencia.

Luce un traje negro muy de su estilo que combina a la perfección con el vestido gris brillante de mamá, una mezcla de poder y elegancia que desbordan ambos.

—Somos los mejores escultores ¿verdad? La perfección encarnada —dice mamá risueña recibiendo el beso que papá le planta en los labios.

—Demasiado —bromeo con ellos.

A través del abismoWhere stories live. Discover now