Capítulo 29

16 4 6
                                    

Hanna

—¡No más! Por favor, ¡no quiero más! —grito sin poder luchar ni un minuto más.

El hombre no se inmuta encima mío sin dejar de usar mi cuerpo, como todos los demás que han pasado por aquí las últimas semanas y pese al tiempo, el asco y la repugnancia que siento cada vez que abusan de mi frente a las narices de Jackson y su padre, no se van.

En una de nuestras charlas en las pocas veces que me visitó sin compañía, su sugerencia fue clara: "resígnate, sufrirás menos. Tómalo como costumbre porque no hay nada que ni tu ni yo podamos hacer para impedirlo. "

Luego de eso, se fue, destruyéndome en el proceso.

—Y... ¡corten! —escucho decir al hombre junto a Jack.

Paul aplaude riendo con esa crueldad de siempre una vez que el hombre sobre mi termina lo que hacía déjenme tumbada como un objeto que dejan de lado.

Giro mi cabeza para ver como cierran la cámara de video vieja y ni me molesto en pensar en lo que harán con esos videos, es lo de menos cuando tu vida ha perdido valor como la mía justo ahora.

Jackson luce molesto y evita mirarme.

—En unos minutos atiendes al siguiente, ¿de acuerdo, niña? Mi hijo y yo tomaremos un merecido descanso. —dice tranquilo, como si no acabara de presenciar la tercera violación del día.

Es un cerdo, lo detesto con todo mi ser.

—Vamos, hijo. —llama cuando ve que él se queda en su puesto dudando.

Jackson me da una mirada tragando saliva con notoriedad justo antes de seguirlo.

—Ah —me señala con el índice acompañado de una retorcida sonrisa —Vístete, sabes que a los chicos les encanta destapar el paquete de cero. —ríe y se largan.

Temblorosa, evito que la siguiente persona entre y me vea así. Limpio con repulsión mi rostro y me cubro con las pequeñas prendas que tengo. No importa cuantas veces me hagan esto, jamás me acostumbraré ni el miedo se irá.

La puerta rechina y de inmediato el frio recorre mi espalda junto con sudor frio en la frente. Me retraigo hacia la pared repitiéndome que ya sé que no hay forma de huir de esto, que mejor no lo haga más difícil o me va a doler más.

Levanto la cabeza al sentir la cercanía y me encuentro con un hombre joven, el más joven de los que han pasado por acá, con un cabello rojo que es inevitable que no traiga a mi mente a mis hermanos y madre. Sacudo mis cabeza borrando sus rostros de mi mente y cuando lo tengo en frente me es imposible no sentirme como un pequeño animal acorralado que lucha por poner distancia entre ambos.

—Tranquila —susurra poniéndose en cuclillas.

Mi pecho sube y baja con taquicardia, pero veo como lentamente me muestra que cierra y deja a un lado la cámara que traía entre manos dejándola lejos de mi para luego levantar ambas manos en señal de paz.

—¿No...no vas a...? —intento vocalizar pese al temor.

Niega con la cabeza verificando tras de sí el seguro de la puerta en el suelo.

Se quita la chaqueta y me la ofrece.

—Debes tener frio, el clima no ha estado amigable. Ni hablar de la humedad.—dice con amabilidad.

Tomo la chaqueta con dudas, pero no puedo desaprovechar la oportunidad de abrigarme un rato. Me la pongo y es de inmediato que la tibieza de la tela me relaja.

¿Es esto real? ¿una persona con decencia humana aquí? ¿con humanidad?

—Disfrútala mientras puedas, tienes quince minutos para descansar, así recuperarás algo de fuerza.

A través del abismoWhere stories live. Discover now