Capítulo 22

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Hanna

Ignoro la serpiente invisible que me comprime las costillas y me hace querer gritar. No permito que mi rostro revele nada del dolor que me incendia y no dudo ni cuando mis lágrimas se desbordan con amargura sin dejar de mantenerles la mirada con odio.

Mi mente viaja a Jackson de inmediato para darme fuerzas y recordar que no estoy sola, que de todas formas me habría ido con él a ser feliz. No necesito a nadie más que a él.

—¡Bien! De todas formas, me largaría de esta casa que más parece una cárcel, ustedes me pierden a mí, no yo a ustedes —digo sacando la maleta de viaje de mi closet.

—No tienes ni idea de lo que dices. —escucho a papá.

El dolor de cabeza y el desespero por estar sola me quieren derrumbar.

—¡Salgan! No se preocupen que en breve saco todo y no me volverán a ver. —aviso muy en serio.

—Nunca creí... que te convertirías en la mayor decepción de mi vida, Hanna... —dice él abriendo la puerta y es duro, pero consigo blindarme contra esas palabras.

—Eso mismo te digo, papá —me volteo para encararlos y cerrarles la puerta en la cara.

Escucho los pasos bajar por las escaleras y luego de asegurarme de que el candado está puesto no aguanto más y me arrojo a la cama ahogando un grito y llanto con la almohada.

No puede ser, esto no era lo que tenía en mente, pero ellos me trajeron hasta este punto y no pienso dar marcha atrás luego de todo lo que acaban de hacer y decir. Con miles de punzantes recuerdos frescos de sus palabras en mi pecho, consigo ponerme en pie de nuevo para no demorarme más de lo necesario bajo este techo. Me limpio el agua del rostro y comienzo a embutir la ropa que más utilizo y que logro encajar en la maleta, también cargadores, ahorros y por sobre todas las otras cosas, me aseguro de que el collar de mi abuela esté seguro en mi cuello, escondido bajo la tela de mi camisa. Saco otra maleta más pequeña en donde guardo mis utensilios íntimos, cepillo de dientes, maquillaje y ropa interior.

Aseguro el cierre de la maleta grande, dejo un mensaje claro para Jackson en el que le pido vernos en el callejón al que llegaré en unos dieciocho minutos en taxi y pronto contesta con un directo "Allá te veo" con el que consigo respirar con más calma.

Tomo una enorme bocanada de aire al empezar a bajar las escaleras con la mayor seriedad y tranquilidad que puedo fingir en mi semblante arrastrando ambas maletas. Veo en la sala a mamá caminar como lunática de un lado para el otro y no puedo negar que siento una especie de frescor al verla sufrir por la culpa que carga por haberme puesto la mano encima, no me engañaría pensando que es preocupación genuina por mí.

Respiro hondo por segunda vez pasando al lado de mis padres, no puedo demorarme ya que no quiero pensar cuanto más difícil será esto si mis hermanos llegan y me encuentran así. No quiero despedidas, sin embargo, hay un adiós del que no puedo escapar y que me empieza a incinerar la resistencia que reservé para este instante.

Suelto las maletas dándoles la espalda a mis progenitores y me aproximo al sofá de la sala atesorando la vista que tengo y que tal vez no vuelva a repetirse por lo que estoy haciendo, por lo que debo repetirme a mí misma que es por una buena causa, que un día este sufrimiento valdrá la pena y que ella entenderá que no la estoy abandonando por un sin sentido.

—No te puedes llevar nada que no sea tuyo —advierte la voz de mi padre justo cuando me arrodillo junto al sofá para estar cara a cara con mi mayor aliada, Hope, mi amiga y mascota tan amada.

—¿No se me permite despedirme? —respondo sin voltear con la voz cortada y molesta por esos seres insensibles.

Ambos callan al verme y siento sus ojos fijos en cada acción que hago.

A través del abismoWhere stories live. Discover now