Capítulo 3

27 7 2
                                    

Hanna

Fue en vano cualquier cosa que dije el resto de la noche, suplicar o llorar no sirvieron ni con papá. Mamá no dijo palabra alguna, solo miraba la escena acerca de mi humillándome por un miserable permiso que no tengo claro si valdrá tan siquiera la pena.

Hora y media después de que se encerraron en su habitación ignorando mis ruegos, opto por rendirme y encerrarme también en mi habitación para planear como proseguir mañana ¡no puedo aceptarlo! Le dije a Mel que iría, que no tenía que preocuparse ¿Cómo se atrevían a negarme algo tan mínimo? Es mi primera fiesta, nunca les doy problemas... graves ¿Qué más quieren de mí?

Me encierro entre mis cobijas abrigada por la oscuridad del cuarto y pataleo desordenando las sábanas.

—Esto no se queda así. —cierro mis ojos con molestia quedando dormida a los minutos.

Cuando el sol sale no demoro en ser la primera en estar en la cocina preparando el desayuno con mi uniforme y libros listos para cuando deba salir. Cuando baja mamá envuelta en su bata de seda y papá aún con rostro de recién levantado; sus ojos no ocultan su sorpresa al verme lista antes que todos y con sus desayunos listos en la mesa de la cocina.

—¡Buenos días! Es un hermoso día ¿no lo creen? —exclamo abriendo una ventana.

En definitiva, es un día hermoso y perfecto... para darme mi permiso.

—Buen día, hija —dice mamá tomando asiento antes.

Papá la imita sin quitarme la vista de encima con esa mirada de sospecha. Una vez me siento con ellos en la mesa, él rompe el silencio señalándome con su índice.

—Sé lo que intentas.

—¿Yo? No sé a lo que te refieres.

Mamá reprime una risita.

—Crees que por hacer esto te servirá como méritos para ir a la fiesta.

—No lo había pensado, pero no suena mala la idea ¿no? —pongo mi mano sobre mi mentón.

—Te ves tan linda cuando finges —dice ella bebiendo del café.

—No finjo —elevo mis hombros poniendo mantequilla a un pan—, pero si ustedes consideran que mis actos de colaboración desinteresado con ustedes son un mérito para conseguir un inocente e insignificante permiso, debe ser por algo... ¿peso de conciencia, tal vez?

—Me lo pone difícil, reina —refunfuña hacia mamá quien sonríe intercambiando miradas entré él y yo.

—Hanna, te conviene no decir más. Confía en mí. —me guiña el ojo palmeando el hombro de papá.

Asiento expectante a ambos cuando papá se lame los labios para decir algo.

Bebe un sorbo de café.

—Estuvimos pensando y... discutimos sobre lo que nos pediste.

Asiento con la respiración agitándose en mi pecho.

—¿Y?

—Tu madre me convenció. No eres tan pequeña y no está mal que conozca a más personas y... que te relaciones en nuevos lugares, pero, sobre todo —me toma las manos sobre la mesa—, queremos mostrarte cuanto confiamos en ti.

—¿Eso es un sí?

Duda, mamá le acaricia el brazo y lo ayuda a ceder.

—Si, puedes ir.

Casi salto de mi asiento para turnar la repartición de besos que hago en medio de ellos.

—necesito la dirección para llevarte.

A través del abismoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum