Capítulo 14

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Hanna

—¿Otra vez, Hanna?

—Recibe el dinero y no preguntes —pongo los dólares en su mano—. Deberías alegrarte de tener una renta mensual extra.

—¿A dónde vas cada vez que te ausentas? —su curiosidad se empezó a despertar luego de cinco meses seguidos de esto.

—Con amigos, ya sabes, de las fiestas. Sabes perfectamente que mi circulo es más amplio de lo que parece.

—Pero no haces nada peligroso ¿verdad? Hanna, me pregunto si en verdad no me meterás en problemas con estas cosas.

—Si tomar y helado, jugar bolos y visitar establecimientos te parece peligroso... —acomodo la pequeña mochila en mi hombro.

Asiente con desconfianza.

—Cuídate, por favor.

—Aw, ¡te preocupas por mí! —aprieto su cachete, enternecida.

—Me preocupo por no terminar en la cárcel por complicidad si cometes alguna estupidez.

—Ajá, te creo. Te veré para en tres horas.

Corro asegurando que no hay moros en la costa y escapo como de costumbre tomando luego mi ya conocido camino hasta el callejón, en donde un silbido me indica que mi chico favorito está aquí. Me sumerjo entre la oscuridad esperando adivinar de donde provendrá el susto esta vez y para mi sorpresa, me arremete de frente arrinconándome contra la pared.

—Bu —dice chocando su frente contra la mía suavemente.

—te falló la imaginación con la aparición de hoy.

—Como dijiste un día, mejor evito matarte de un paro cardiaco.

Observo su ropa de hoy luego de que me plante un beso en la comisura de la boca.

—¿No tienes algo que no sea café o negro? —siempre usa esas gamas de colores en las chaquetas.

—Oye, con mi ropa no te metas. —bromea.

—Disculpa, olvidé que andaba con una diva.

—En lugar de criticar mi atuendo inmaculado —dice con burla—, mejor cámbiate que cada minuto cuenta, ¿traes cambio?

Sujeto la mochila frente a él y asiente. Le hago un gesto con la mano para que se voltee y me cambio tras el contenedor de basura.

—Lista —aviso y se gira sin poder disimular la repasada a mis piernas y busto.

Doy una vuelta en mi lugar contenta de lucir uno de mis vestuarios favoritos, la minifalda negra, crop top beige y botines de tacón grueso negros.

—Hace algo de frio, ¿no empacaste chaqueta? —pregunta luchando por verme a los ojos. Como me encanta ese efecto que provoco.

—¿De qué hablas? en un rato me estaré derritiendo.

Se cruza de brazos esperando la respuesta y ruedo los ojos. Niego con la cabeza y se quita la suya para ponerla sobre mis hombros.

—Mucho mejor, vamos. —toma mi mano y salimos del callejón.

—¿Qué es esta vez?

—Dos palabras, fiesta y piscina.

—No jodas, Jack ¡no traje vestido de baño! —me quejo jalando su agarre.

—Por eso pasaremos por este antes de llegar a la fiesta.

—Recuerda que no puedo pasarme de tres horas. —le advierto sería.

—¡Despreocúpate, nena! Andas con un profesional, traje a la bebé hoy.

A través del abismoWhere stories live. Discover now