Capítulo 17

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Jackson

Una risotada sale de los labios de mi padre seguido de tres palmadas en mi hombro.

—¡No dudé de ti ni un segundo, hijo! —la palabra "hijo" me endereza al no escucharla hace mucho con tanto orgullo y reprimo un destello de felicidad por esas migajas —ya es nuestra, un paso más y puedes liberarte de esto.

Respiro profundo dañando mi momento de orgullo.

—¿Qué falta por hacer? —en realidad sé que me falta, pero no quiero proceder sin confirmar que no me quedan más opciones.

—¿Lo olvidaste? Debes convencerla de que vivan juntos, tráela para acá como sea. Inventa, soborna, te daré más dinero si lo necesitas, pero la quiero aquí. Que Esteban Harrison sepa lo que es un infierno al alejar a su única hija de él, que ella misma lo llegue a despreciar si es posible. —sus ojos rojos y las ojeras cuando habla de esto lo hacen lucir como un auténtico lunático.

—Pero... papá, no hago milagros y eso lo veo muy lejos de poder conseguirlo, ¿en serio crees que dejaría esa vida tan perfecta solo por mí? —mi estómago se retuerce al imaginarla aquí, dándose cuenta de la realidad que intento con todo mi ser retrasar.

—Jackson, una mujer enamorada es capaz de locuras inimaginables ¿crees que te mandé a conquistarla solo por diversión? No lo pienses mucho y solo sigue ganándote su corazón, súbela hasta lo más alto con promesas para luego dejarla caer en mis manos ¿de acuerdo? —dice moviendo sus manos para crear lo que describe.

Doy un trago fuerte rascando mi nuca llena de sudor frio.

—¿Realmente es necesario? Tal vez podemos proceder de otra forma sin tener que traerla hasta aquí... —un golpe en mi pómulo me interrumpe y no hago caso al ardor en el rostro, solo agacho la cabeza.

—¿Por qué? ¿a qué viene esa sugerencia, Jackson? —indaga rodeándome y su tono cambia a uno sombrío que incita a cerrar los ojos y esperar lo mejor —es impresión mía o —sujeta mi camiseta para jalarla y obligarme a verlo a menos de dos centímetros de su rostro visiblemente enojado—¿¡es preocupación por ella lo que veo!?

—No señor, no es eso...

—¿¡Entonces porque abres el hocico para decir idioteces que puedo malinterpretar!? —me jalonea y bajo la mirada sumiso.

—Paul, por favor... sabes que no eso lo que quiso decir... —escucho a mamá y logro verla asomada tímida desde la habitación justo antes de que una botella de cerveza se estrelle contra la pared casi rozándola.

Se exalta y baja la cabeza también, pero es tarde. Papá da grandez zancadas hasta ella y la toma del brazo zarandeándola hasta quedar a mi lado sin soltarla.

<< ¿Por qué no aprende a quedarse callada? >> pienso al volver a ver esos moretones en sus brazos.

—Ya que apareces, Dana —la sujeta de sus crespos rubios y la tensión en mis hombros es inmediata. No importa cuantas veces lo vea hacer estas cosas, siempre cuesta acostumbrarse —¿escuchaste lo que dijo tu hijito? Veo que le heredaste esos rasgos de debilidad que tanto detesto, mujer.

—Por favor, Paul... él está acatando todo lo que le ordenas, déjalo terminar su tarea sin molestarlo más ¡ya consiguió que la muchacha sea su novia! —otro jalón la calla y su cabeza se inclina hacia atrás por el nada gentil agarre.

—Papá... basta, no siento nada por Hanna Harrison ¡es el enemigo! ¿Cómo podría preocuparme por ella? —carraspeo procurando no desviar la mirada de sus ojos —¿no recuerdas? Me lo repetiste hasta el hartazgo ¿Cómo podría olvidarlo en tan poco tiempo? Nada va a impedir que la traiga para acá ¡solo quiero terminar con esto pronto y volver a mi vida normal! —digo con seguridad consiguiendo de inmediato que suelte a mamá.

A través del abismoWhere stories live. Discover now