04.- Perdido

328 36 1
                                    

04.- Perdido

|Kirishima POV|

  
      
¡Diablos, diablos, diablos! Sentía mi corazón golpear contra mis costillas tan fuerte que parecía que se saldría de mi cuerpo y, por más que le pedía a mi mente calmarse y pensar, ¡no podía!¡Había visto a alguien transformarse en un lobo como si fuera una maldita película de ficción!

¡Maldición, Kirishima, contrólate! Me apoyo contra un árbol, respirando agitado. Sin darme cuenta, ya ha anochecido, ¡y eso no puede ser bueno! Comienzo a andar, teniendo cuidado de no tropezar por la poca luminosidad que hay en medio del bosque. ¡Joder! Ni siquiera puedo orientarme bien sobre dónde diablos estoy, ¡no reconozco nada!

Saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón, activando la linterna para guiarme. No hay ni una mísera franja de señal, ¡vaya asco!

-Todo por querer advertirle a un desconocido.– murmuro sin ganas, continuando mi camino.

Hasta que, al cabo de unos minutos, escucho unas ramas crujir y me detengo en seco, alumbrando con la linterna, buscando qué causó el ruido. ¡Aunque hubiera deseado no hacerlo! En cuanto logro divisar la silueta de un gigantesco lobo negro que me hace congelar del miedo. Y más, al ver como caen pequeños hilos de sangre de su hocico.

-¿B-Bakugo?– no sé qué me hizo llamarlo así cuando es obvio que no es él. Además de que solo consigo molestarlo, pues ahora me mostraba sus colmillos en una especie de sonrisa sádica, acercándose a mí, listo para devorarme.

Comienzo a correr despavorido, sujetando con fuerza mi teléfono para no perder la única cosa que me puede guiar en medio de esta oscuridad. Mientras escucho de cerca los veloces pasos del lobo tras de mí, pero no me atrevo a voltear, hasta que siento un fuerte dolor en la pierna y caigo al suelo, soltando mi teléfono.

Miro mi pierna derecha, que tiene un claro zarpazo del que brota una exagerada cantidad de sangre. Luego alzo la mirada, viendo a aquel animal lamerse las garras, saboreando mi sangre. Tiemblo de miedo. ¡Joder, voy a morir!

Cierro los ojos en cuanto el lobo azabache se lanza sobre mí, pero… al cabo de unos segundos, no siento el impacto de su cuerpo, por lo que, aún temeroso, abro los ojos. Y ahí, frente a mí, hay otro lobo, dándome la espalda y retando al otro.

-Vaya… ¿Ahora defiendes a los humanos?– casi se me sale la mandíbula de la impresión al escuchar a aquel lobo azabache hablando sin problema. –¿O acaso lo apartaste para ti, Bakugo?

-¿Bakugo…?– mi voz surgió como un susurro, haciendo que el lobo frente a mí girase la cabeza para mirarme antes de regresar su mirada al otro lobo.

-¡¡NO DEBEMOS ATACAR A LOS HUMANOS!!¡¡ESTÁ PROHIBIDO Y LO SABES BIEN, DABI!!– gruñó Bakugo, con enojo, haciendo que el tal Dabi sonría.

-Ustedes sí que estáis domesticados.– escupió Dabi con burla, provocando que Bakugo se lanzara contra él, derribándolo mientras mostraba sus colmillos en amenaza.

-¡Entonces lárgate de esta manada!– ordenó Bakugo, tajante.

Aunque Dabi gruñó y se removió tratando de quitarse el peso de Bakugo de encima, no pudo. Y solo emitió un "lo haré" antes de ser liberado de su agarre, permitiéndole alejarse en la oscuridad del bosque; pero Bakugo nunca bajó la guardia, como si esperase un ataque a traición por parte de él.

Pero al ver que se había alejado por como, se giró hacia mí, agachando sus orejas en señal de sumisión.

-¿Estás bien?– preguntó.

-Y-Yo…– mi mente se queda en blanco, tratando de pensar en qué decir. Pero él miró mi pierna herida y emitió un quejido de dolor, como si lo hubieran herido a él y no a mí.

-¿Él te hizo esto?– me limito a asentir ya que soy incapaz de hablar. –Lo lamento…– susurró apenado. –Déjame compensarte el mal rato.– pidió.

El lobo acabó por erguirse en sus patas traseras y se fue encogiendo, hasta medir… ¿1,70 tal vez? Y su pelaje fue reemplazado por solo piel. ¡Volvía a ser humano! Y estaba desnudo, por lo que, en cuanto comenzó a acercarse a mí, me sonrojé un poco y me puse en guardia.

-¿Qué haces?– cuestioné.

-Voy a cargarte hasta mi casa para poder sanarte.– respondió él, con algo de brusquedad.

"¿Y no pudiste hacerlo como lobo?" Me callo aquel comentario, dejando que me cargue al estilo nupcial, haciéndome sentir aún más avergonzado e incomodidad si es posible. Y es que, sentir como me apretaba contra su pecho cada que saltaba la raíz de algún árbol, me hacía estremecer al sentir lo cálido y duro que era. Joder ¿qué otra cosa tendrá este chico así…?

¡Espera ¿qué?!

Salgo de mis pensamientos en cuanto siento que Bakugo reduce la velocidad de su trote al llegar a una zona donde hay unas cabañas algo rústicas y, al pasar por una, patea la puerta, abriéndola… o rompiéndola, si somos realista.

No hay muchas cosas, ¡de hecho no hay nada! Excepto una cama bastante amplia, en la que Bakugo me ayuda a sentar con cuidado.

-Quédate aquí un segundo. Ya vuelvo.– dice para luego salir del lugar.

Miro el suelo, sintiéndome algo mareado al ver el camino de sangre que dejó mi herida. Pero en cuanto escucho la voz de Bakugo nuevamente, alzo la mirada, viéndolo entrar junto a un chico rubio de ojos azules.

-¡Cielos, esa herida tiene mal aspecto!– exclamó el rubio al verme, llegando hasta mí y  agachándose para tomar mi pierna. –Tranquilo, tengo algunos conocimientos de medicina. Soy Mirio, por cierto, ¡un gusto!– dijo.

-Yo soy Kirishima. Un gusto, Mirio-san.– dije, sonriendo, aunque Bakugo gruñó tras Mirio.

-Deja las presentaciones y sanalo ¿quieres?– ordenó.

-Los modales son primordiales, Bakugo. Pero tienes razón, ya luego nos conoceremos.–

No sé porqué, pero la sonrisa de Mirio-san me recordaba un poco a la de Midoriya. Ambas transmiten tranquilidad…

… y, con eso en mente, fue inevitable caer inconsciente mientras sentía las manos de Mirio-san atender la herida en mi pierna. Algo me decía que podía confiar en él.

Good BoyWhere stories live. Discover now