26.- Último intento

87 9 0
                                    

26.- Último intento

|Tamaki POV|

   

Tosí, cegado por la cortina de polvo que dejó el pelirrojo en al huir a toda velocidad. Me sentí bastante mal. Había estado viniendo desde hace varios días con la esperanza de encontrarlo y contarle lo que estaba planeando Bakugo, y justo cuando lo veo, ni siquiera pude hablarle.

-Disculpa la pregunta, pero me causa curiosidad… ¿De qué conoces a Kirishima?– me preguntó el chico rubio a mi lado.

-Es Bakugo quién lo conoce en realidad.– respondí, cabizbajo. –Yo solo… lo he visto un par de veces.–

-Entiendo. Entonces ¿por qué lo buscabas…?–

Lo miré, dudoso. Por su aroma podía decir que no era alguien cercano a Kirishima-san, ya que no tenía la esencia del pelirrojo en él. Sin embargo, por la forma en la que hablaban antes de que llegara, parecen conocerse y, al menos, Kirishima-san no huye al verlo.

-Vine… a darle esto.– susurré, sacando una pequeña carta de mi suéter. –Pero él… no quiere saber de mí.–

-Hmmm… Pues podría dársela por ti.– sonrió el rubio, amable.

-¿D-De verdad?–

-Sí, igual tengo que pasar llevando algunas cosas a la casa de su novio.– dijo, encogiéndose de hombros.

-¡Te estaría infinitamente agradecido, emm…!– ahora caía en cuenta de que no sabía su nombre.

-Soy Keigo. O "Hawks" para los amigos.– me sonrió, guiñándome un ojo. –¿Y tú? Con ese precioso rostro, seguro haz de tener un nombre igual.–

Sentí mis mejillas arder ante aquel comentario. Y di un par de pasos atrás, creando una distancia prudente entre ambos.

-T-Tamaki…– dije, nervioso.

-Muy bien, Tamaki-chan. Le entregaré tu carta a Kirishima.– sonrió. –¡Espero verte luego por aquí!–

Se despidió, agitando su mano mientras corría hacia algún punto del estacionamiento. Y me quedé ahí, de pie, por varios minutos, pensando. Quería salvar a Bakugo a toda costa, pero él jamás escuchaba a nadie, así que ¿qué mejor que buscar a la única persona que logró penetrar la coraza en su corazón?

Miré hacia el frente al ver una intensa cabellera rojiza. ¿Ese hombre será familia de Kirishima-san? No huele como él, pero su cabello, sin dudas es igual. Pero mis ojos se abren con horror cuando un ligero aroma llega hasta mí. ¡Ese hombre apesta a licántropo! Comienzo a retroceder, asustado, cuando su intimidante mirada zafiro se cruza con la mía.

Y cuando soy consciente, estoy corriendo en medio del bosque, con la respiración agitada, hasta que choco con algo felpudo que me hace caer al suelo.

-¡Tsk!… ¿Cuál es la puta prisa?– miro a Bakugo, en su forma de lobo y giro, viendo que no hay nadie siguiéndome.

Comienzo a sollozar y me acurruco en el suelo, temblando. Bakugo se acuesta frente a mí, con una mirada fría que trata de ocultar la preocupación que siente. Me lanzo sobre él, llorando, abrazándome a su cuello.

-No llores, joder. No va a pasarte nada.– dice Bakugo, con un tono menos hostil del usual.

Me aferro más a él, sin querer soltarlo. ¡Siento la necesidad de protegerlo! Aún cuando mi cuerpo es más pequeño y débil que el suyo, aún cuando solo soy un Omega llorón… aún así, yo…

-… no quiero que mueras…– susurré con la voz quebrada. Me he estado atormentando por semanas, sin poder decirle nada a Mirio o a mis padres sobre lo que me preocupa, ¡pero ya no puedo más! Llegué a mi límite.

Siento como el cuerpo de Bakugo se tensa ante mis palabras y siento su caliente respiración chocar contra mi nuca cuando suspira.

-No voy a morir.– aseguró, no muy convencido.

-¡Mientes!– acusé, separándome de él. –¡Te escuché a ti y a los demás hablando el otro día!¡Sé lo que planean hacer, así que no digas que todo está bien!– grité.

Los ojos de Bakugo se agrandaron con sorpresa y los pelos de su lomo se erizaron, mientras frunce el ceño, molesto.

-¿Ahora espías conversaciones ajenas?– gruñó.

-¡Lo hice porque me preocupo por ti!– grité. –¡No comes, no duermes y te rehusas a volver a tu forma humana por más de una hora! ¡¿Cómo pretendes ganar una pelea en tu condición?!–

-Te diré una cosa, Omega.– escupió con rabia, poniéndose de pie. –No te metas en mi vida.– ordenó.

Algo dentro de mí se sacudió con fuerza al escuchar su voz Alfa resonando con tal autoridad. No podía negarme a ella, por más que quisiera.

Bakugo gruñó y salió corriendo, dejándome ahí tirado, en medio del bosque, con el corazón destruido al no poder rehusarme a su mandato. Todas mis esperanzas de salvar a Bakugo ahora recidían en Kirishima-san…..

Good BoyWhere stories live. Discover now