25.- Mal trago

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25.- Mal trago

|Kirishima POV|

   

Gruño de placer, hundiéndome aún más en el cuerpo de mi novio, sintiendo como sus paredes se contraen a mi alrededor a cada estocada que doy. Sus gemidos llenan toda la habitación, junto al choque de nuestros cuerpos y el crujir de la cama. Me siento embriagado de placer.

-Ahhh… más… aaah.… más, Ei… dame más duro… aahh…–

Aumento mis embestidas, tomando sus caderas para llegar aún más hondo en su cuerpo. Y me pego a él cuando siento el inminente orgasmo sacudirme por completo.

-¡¡Bakugooooohhhh…!!–

Me despierto, jadeando, secándome el sudor que cae a mares sobre mi rostro. Miro con horror a Shoto durmiendo plácidamente a mi lado y me maldigo en voz baja. ¿De verdad anoche grité el nombre de Bakugo al correrme? ¡Dios, no puedo recordarlo! Me revuelvo el cabello, frustrado, antes de levantarme de la cama e ir al baño.

Abro el grifo y me lavo la cara, frustrado. Una semana, ¡una jodida semana desde que volví y no dejaba de pensar en Bakugo! ¡¿Qué diablos me sucede?! Encima ahora estoy erecto por andar recordando nuestro encuentro. Joder, si Shoto me ve así

-¿Eijirou…?–

Me giro, despacio, hacia la puerta, dónde veo a Shoto, aún adormilado, frotándose los ojos con la mano. Se veía tan sensual ¿por qué no podía conformarme con él en lugar de andar pensando en terceros?

-N-No quería despertarte.– encima me tiembla la voz.

-¿Estás bien? Luces algo molesto.– me dice, acercándose para tocar mi frente buscando algún indicio de fiebre.

-Estoy bien, Shoto. Solo un poco…– miro hacia mi entrepierna.

Shoto soltó una risita pícara que, para mí, fue el sonido más glorioso de todos. Y bajó su mano de mi frente a mi erección, haciéndome gemir por lo bajo.

-S-Shoto, espera…–

-Solo déjame ayudarte, Eijirou.– susurró sobre mi oreja, comenzando a mover su mano de arriba a abajo por encima de la ropa.

Me mordí el labio para no gemir, pero no pude evitar suspirar en cuanto Shoto bajó la velocidad en la que me masturbaba y su mano se apartó de mi entrepierna. Lo miré, confuso, hasta que vi esa mirada lujuriosa que tenía. Oh, si, ¡como extrañé esa mirada!

Shoto fue bajando despacio, dejando un camino de besos por todo mi cuerpo, hasta que llegó al borde del bóxer que llevaba y lo bajó, dejando libre mi erección que ansiaba sus mimos.

-Está taaan dura…– susurró Shoto, tomando mi polla para volver a masturbarla, despacio. –Ei ¿dónde quieres correrte?– preguntó.

-En tu boca… ah… Quiero correrme en tu boca, Sho…– me quedé helado.

Arrodillado frente a mí no veía a mi novio, sino a Bakugo, con sus fieros ojos rubíes mirándome con seducción mientras masajeaba mi miembro. Me aparté de golpe, cubriéndome los ojos. ¡Joder, cálmate, Kirishima!¡Carajo!

-Eijirou, ¡lo siento! ¿Te hice daño?– preguntó Shoto, preocupado. Ni me atreví a verlo, solo negué con la cabeza.

-Lo siento, príncipe. Yo… no me encuentro bien.– me excusé, vistiéndome y saliendo de casa. Por suerte mi madre aún no llegaba de trabajar.

Tomé las llaves del coche y salí, conduciendo sin rumbo fijo. Solo quería despejarme. Ponerme al día para los exámenes finales estaba costando bastante trabajo, y tener tiempo con Shoto era casi imposible ya que ambos estábamos estudiando para salvar el año –sobre todo yo–, ¡y encima mi mente me hostigaba recordándome a Bakugo cuando estaba con Shoto!

Conduje hasta que los modernos edificios quedaron atrás y la vegetación del bosque me envolvió y, no fue hasta que estacione el coche, que caí en cuenta de donde estaba.

-¡Carajo!– gruñí, golpeando el volante. Intenté encender el coche pero, curiosamente, ahora no quería funcionar. ¡Magnífico! Mi suerte apesta.

Bajé del coche y busqué con la mirada a alguien, pero la zona estaba casi vacía. Excepto por un par de chicas que hablaban con… ¡Ah, Keigo! Me acerqué hacia donde estaban, escuchando como las chicas se despedían, agradeciendo, tras recibir la dirección que buscaban.

-Hey, Keigo. ¡Qué coincidencia encontrarte aquí!– saludé, sonriendo nervioso.

-Lo mismo digo. ¿Qué?¿ya extrañabas el bosque?– bromeó Keigo. Aunque a mí gracia no me hizo.

-Nah, no tengo nada que extrañar aquí. Solo conduje hasta que se me apagó el coche al llegar aquí.– dije.

-Ouh. Si gustas, le echo un vistazo.– se ofreció.

Lo guié hacia el coche y, al ver que no arrancó, Keigo revisó el tanque. Y cuando, entre risas, me dijo que no tenía gasolina, sentí que moriría de la vergüenza. ¡Vaya descuido! Keigo fue hasta la oficina de guardabosques y volvió con un recipiente con gasolina, llenó el tanque y se sentó sobre el capó, aún riéndose.

-No te rías, ¡un error cualquiera lo comete!– exclamé, avergonzado.

-Pero uno así, creo que no.– rió Keigo. Suspiré.

-Si hablamos de errores creo que me llevaría un premio si hicieran unas olimpiadas.– susurré de mala gana. Por desgracia, Keigo me escuchó.

-¿Y eso por qué? A ver, escupe, polluelo.–

Keigo me tomó por el cuello, aplicándome una llave de lucha para que "confesara". A ver ¿cómo le dices a alguien que le fuiste infiel a tu novio de casi 3 años con alguien a quien conociste un par de semanas y que, además, es un jodido hombre lobo? Es más, ¡ahora me preguntaba si eso me hacía furry!

-¿K-Kirishima-kun…?–

Ambos nos giramos hacia el lugar del que vino aquella voz. Y nos topamos con un tierno chico de mi edad, con el cabello de un intenso azul con toques morados y preciosos ojos grises. ¿Ese no es…? Abrí los ojos al máximo, librándome del agarre de Keigo para retroceder un par de pasos. ¡No, no, no, no!¡No quiero saber nada de ellos!

Me subo al coche sin pensarlo y lo enciendo, saliendo de aquel sitio ante la confusa mirada de Keigo y los tristes ojos de Tamaki. Joder, no es nada varonil huir de los problemas…

… pero es que aún no me siento capaz de enfrentarlos.

Good BoyWhere stories live. Discover now