10.- Celo

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10.- Celo

|Bakugo POV|

  

¡Joder, joder, joder!¡Maldita sea! Corro por el bosque, tan rápido como puedo, alejándome cada vez más del lago donde dejé a Kirishima. ¡Joder!¡Lo había olvidado por completo! Nosotros, al igual que los animales, sufrimos de una maldita temporada de celo. En mi caso, llega cada 6 meses. ¡Y justo empezaba cuando tenía un maldito flechazo con Kirishima!

Continuo corriendo, tratando de ignorar las protestas de mi lobo interno que me grita por volver con Kirishima. ¡Pero ni loco iba a volver! No por ahora, al menos.

Me detengo en seco cuando, sin ser consciente, acabo llegando a mi casa. ¡Joder ¿en qué estaba pensando?! Mi olfato se descontrola al tener la agridulce esencia de Kirishima por todo el lugar, logrando empeorar el calor que siento.

Me transformo para mitigar los efectos de mi celo y entro en la casa, sintiendo como el aroma de Kirishima aumenta a medida que me acerco a la cama. Me dejo caer sobre el colchón, hundiendo mi rostro en la almohada, ¡agh, huele delicioso!  Es como una mezcla de canela y menta, tan refrescante y adictivo, ¡podría estar así por siempre!

Siento un tirón en mi entrepierna y saco la cabeza de la almohada, gruñendo, para ver la notoria erección que tengo. Maldición, Bakugo, ¡concéntrate en otra cosa! Trato de buscar otra cosa en mi mente para distraerme del instinto que me grita por marcar a cierto pelirrojo con el que convivo.

Pero la imagen de un sonrojado Kirishima tocándome el pecho en el lago, manda al diablo todos mis posibles intentos de serenarme.

Paso mis manos por mi pecho desnudo, cerrando los ojos para imaginar que es Kirishima quien me toca. Tomo uno de mis pezones y comienzo a jugar con él con mi mano izquierda, mientras mi mano derecha baja hasta mi erección y comienza a masajearla de arriba a abajo; soltando un gemido de placer.

-Ahhh… Kirishima… aah…–

Continuo masturbándome más rápido cada vez, hasta que al cabo de unos minutos consigo correrme, soltando un sonoro gemido. Mi cuerpo se retuerce por el placer del orgasmo, pero mi erección no baja y mi cuerpo sigue ardiendo. ¡Maldito celo!

-¿Q-Qué demon…?– mis ojos se clavan en la figura que entró en la cabaña.

Ni siquiera me pregunto cómo mierdas acabó llegando aquí tan rápido con la pierna herida, solo me pongo de pie y camino hasta Kirishima que parece haberse quedado congelado en la entrada al verme. Y lo tomó de la nuca, besándolo con posesión. ¡Sus labios son tan suaves como había imaginado! Aunque al principio parece negarse y trata de empujarme, en cuanto meto mi lengua a su boca, él comienza a corresponder, pasando sus brazos por mis hombros.

Juego con su lengua, enroscándola con la mía en una danza llena de deseo. Hasta que el jodido aire comienza a escasear y nos separamos, jadeando.

-B-Bakug…–

Vuelvo a besarlo, demandante, y lo tomo por el trasero, alzándolo, mientras Kirishima gime y enrosca sus piernas a mi cintura, frotándose contra mi erección que ya ruge por ser atendida. Me lanzo con Kirishima sobre la cama, sin dejar de besarlo, y comenzando a desvestirlo, arrancándole la ropa.

-¡Oye!– se queja en cuanto le rompo los pantalones con mis garras, dejándolo en ropa interior.

Lo ignoro, bajándole los bóxer de un tirón y dándole la vuelta para dejarlo boca abajo sobre el colchón, deleitándome con la suculenta imagen de sus perfectas nalgas. Lo escucho protestar en cuanto meto dos dedos en su diminuta entrada, moviendo mis dedos, simulando embestidas que sólo hacen gemir aún más a Kirishima bajo mi cuerpo.

"Márcalo"

Gruñí, tratando de ignorar mi lobo interior que grita con frenesí en lo más profundo de mi ser.

"Márcalo… ¡¡YA!!"

Saco mis dedos del interior de Kirishima y posiciono mi polla en su entrada, entrando de una sola estocada. Kirishima se retuerce bajo mi cuerpo, gimiendo descontrolado, mientras muevo mis caderas, yendo cada vez más profundo en él. ¡Oh, Dios, qué increíble! Mis garras se clavan en sus caderas, y aprovecho de pegar mis labios a su cuello, lamiéndolo.

-B-Bakugo… ahhhh… ¡Me corrooooohh!– Kirishima se vacía sobre las sábanas y sus piernas tiemblan, por lo que lo sostengo para mantener su trasero en alto mientras me sigo moviendo en su interior.

-Aahhh… eres delicioso, Kiri… aah…– susurré, sonriendo. –¿Puedes sentirme dentro de ti?– pregunto con saña, embistiendolo con fuerza.

-Aaahh… ¡si! Bakugo… más duro… aah… m-más…–

Clavo mis colmillos en su nuca en cuanto me corro dentro de él, gimiendo sonoramente, siendo apretado por las suaves paredes de Kirishima. Y, aunque él cae inconsciente sobre el colchón, yo sigo moviéndome en su interior. Aún no he tenido suficiente

Good BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora