18.- A tus brazos

140 14 2
                                    

|Shoto POV|

    

Me levanto de la cama con pesadez, sintiendo mi cabeza dar vueltas. Vaya que me pasé de tragos anoche… Ni siquiera recuerdo cómo llegué a casa, solo tengo fugaces recuerdos de ir al distrito de Stain a buscar problemas como… antes de conocer a Kirishima.

Suspiré con cansancio, mirando a Riot, el gato naranja que Kirishima me había obsequiado en nuestro primer aniversario, frotándose contra mis piernas en busca de mimos.

-Ahora no, Riot.– le pido, levantándome para ir al baño a lavarme la cara.

Abro el grifo y tomo agua con mis manos para echármela en la cara. Ahg, qué fría. Miro mi reflejo en el espejo: unas notorias ojeras resaltan bajo mis ojos y mi rostro luce más pálido de lo usual. Eso, por no mencionar que mi ropa comienza a quedarme holgada por lo delgado que estoy. Por eso no he ido a clases en las últimas semanas, no quiero escuchar a los demás repitiendo lo mal que me veo. Ni tampoco quiero esas miradas de lastima que me dedican todos al verme.

Salgo de mi habitación, bajando las escaleras con Riot tras de mí, maullando. Voy a la cocina y tomo una botella de refresco que, con seguridad, era de Natsu. Pero eso no impide que me lo beba.

-Shoto, no puedes seguir así.– me dije Fuyu-nee, entrando a la cocina, con los brazos cruzados.

-Le compraré otro refresco a Natsu-nii, no te preocupes.–

-No me refiero a eso.– se queja ella. –Anoche Keigo y Midoriya te trajeron a casa porque no podías ni andar de lo borracho que estabas.– explicó, molesta. Aaah, eso explica cómo llegué.

Me doy la vuelta, tratando de escapar a mi habitación para evitar este tema que no me interesa hablar. Pero Fuyu-nee me toma del brazo, deteniéndome.

-Shoto, entiendo que estés dolido por perder a Eijirou-kun. Pero él no querría que….–

-¡No me digas lo que él querría!– le grité, furioso, soltándome de su agarre.

El ruido de la bocina del todoterreno de mi viejo nos hace callar de pronto. Y, aún con dudas, veo como Fuyu-nee me deja para ir fuera a atender. No me gusta discutir con ella, y menos alzarle la voz como el imbécil de mi viejo, pero… ¡Dios, perder a Kirishima realmente me duele! Y que la gente me diga que "debo seguir" es incluso más doloroso.

-Shoto, necesito hablar contigo.– dice mi padre apenas entra en casa, tan serio como de costumbre.

-¿De qué?– cuestioné.

Él se limitó a hacerme un gesto con la cabeza para que lo siguiera y, de mala gana, acabé obedeciendo. Nos quedamos en la sala después de que mi padre le ordenase a Fuyu-nee que no entrase.

-¿Y bien?, ¿por qué tanto misterio?– ya estaba harto.

-Encontramos a Kirishima.–

Sentí que mis piernas flaqueaban y, de no ser por el sofá que tenía a mi espalda, habría caído de lleno al suelo. ¿Había escuchado bien?, ¿él había….?

-N-No es cierto…– mi voz tembló.

-Lo es. Recién lo dejé en su casa.– dijo mi viejo, encogiéndose de hombros.

Me levanté dando traspiés y salí corriendo, escuchando la voz de mi hermana llamarme preocupada. Pero no me importaba, ¡necesitaba ver que era cierto lo que mi viejo decía!

Casi me atropellan dos veces al cruzar en verde, pero no me detuve hasta llegar a una pequeña casa de madera roja. Mi corazón golpeaba contra mi pecho, con una mezcla de adrenalina y miedo, cuando llamé a la puerta. Una mujer de larga cabellera negra me abrió, secándose las lágrimas que brotaban de sus ojos.

-Oh, Shoto… no vas a creerlo. Mi niño… Mi Eijirou…– susurró ella entre frases incompletas por el llanto.

-¿Puedo…?– pregunté, señalando el interior del lugar.

Ella asintió y me indicó que Kirishima estaba en su habitación. No tardé nada en subir las escaleras, corriendo, hasta dar con la única habitación que me interesaba. Los pósters de Criason Riot adornaban las paredes, al igual que un peluche suyo que yacía sentado sobre la cama. Tal y como lo recordaba…

Sonreí, caminando hacia el pequeño escritorio de la habitación, acariciando con cariño los garabatos que había sobre él. Aún recordaba a Kirishima haciéndolos cuando se aburría mientras trataba de ayudarlo con las clases que no entendía.

El sonido de la puerta chirriando me sacó de mis pensamientos, y me giré para ver a mi novio… con el cabello totalmente caído, con su cuerpo cubierto solo por una pequeña toalla atada a su cintura. Y no pude contener las lágrimas de felicidad al verlo frente a mí.

-Eijirou…– lo llamé.

-Volví.– me sonrió, tan dulce, extendiendo sus brazos.

Y me lancé a su encuentro, llorando y riendo, mientras Kirishima daba vueltas conmigo en brazos. Cuando nos detuvimos, lo besé con pasión, sujetándolo por la nuca para profundizar más aquel beso. ¡Dios, extrañaba tanto su boca! Maldije la falta de oxígeno cuando nos separamos, sonriendo, pegando nuestras frentes.

-Te extrañé.– confesé.

-Sí.… Y yo a ti, Shoto.– acarició mi mejilla, limpiando una lágrima que de deslizaba por mi mejilla.

-No vuelvas a dejarme, tonto…– pedí, sonriendo.

-No lo haré…–

Good BoyWhere stories live. Discover now