08.- Amenaza

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08.- Amenaza

|Mirio POV|

 

En cuanto Aizawa y Tamaki se marcharon, los sigo de cerca en mi forma de lobo, escuchando la ruidosa carcajada de Bakugo a mi espalda. Y, sin poder evitarlo, sonrío también a medida que avanzo. ¿Hace cuánto desde que no lo oía reírse? Creo que demasiado. Y que halla decidido ayudar a un humano después de lo que pasó, me hace pensar que, tal vez, Bakugo está comenzando a superarlo.

-¡Auch…!

Escucho el quejido de Tamaki en cuanto choco contra él al no poder detenerme a tiempo. Y, casi de inmediato, me aparto de él y comienzo a revisarlo en busca de alguna herida.

-¡Ay, cuanto lo siento! No fue mi intención, Tamaki. ¿Te lastime?

-E-Estoy bien. Solo me asustaste un poco.– me sonrió Tamaki con timidez y, por imposible que resultara, pude ver un sonrojo en sus mejillas.

-¿Por qué nos sigues?– me preguntó Aizawa, extrañado.

-Mientras más vigilancia tengamos en los alrededores, más seguros estaremos ¿no?

Aizawa suspira y reanuda su trote, perdiéndose en el bosque. Y aprovecho para acariciar la frente de Tamaki con mi hocico ya que, por la diferencia de tamaño entre nosotros, se me complica alcanzar sus mejillas.

-M-Mirio… N-No deberíamos…

-Lo sé…– suspiré. –Solo necesitaba un segundo.

En cuanto me separo de él, siento que mi piel quema, exigiendo volver a estar juntas. Y sé que Tamaki siente lo mismo por la forma en la que gimotea por lo bajo, pero no dice nada al respecto.

Ninguno lo hace.

Solo comenzamos a caminar, lento, dando vueltas por los alrededores… patrullando.

A mi mente viene el momento en el que supe que Tamaki era mi destinado, ¡cielos! era tan tímido y pequeño que parecía un conejito asustado la primera vez que lo vi. Y creí que era el ser más hermoso del planeta, mirándome con esos  tiernos ojos grises. ¡Te robaba el aliento!

Pero sus padres no estaban de acuerdo con el hecho de que, otro chico, fuese el destinado de su hijo. Y aún ahora siguen en contra, por lo que casi no podemos pasar tiempo juntos. Si ellos notaran mi esencia en su hijo……

-¡¡..!!– una exclamación silenciosa sale de Tamaki, quién eriza los pelos de su lomo, alarmado.

Algo dentro de mí grita "¡Peligro!". Me pongo frente a Tamaki, en guardia, listo para saltar sobre lo que sea que esté generando esta amenaza en mí.

Un ruido en los arbustos me hace gruñir, escuchando una risa arrogante salir de ellos, seguidos de un gigantesco lobo azabache. Me sorprendo un poco, rehusándome a dejar de ocultar a Tamaki tras mi cuerpo.

-¿Acaso los asusté, cachorritos?– preguntó Dabi con burla.

-Dabi… ¿Qué haces aquí?– le pregunté, extrañado. Bakugo me había contado lo sucedido con Dabi, incluyendo su destierro de la manada.

-Paseaba.– sonrió. –Pero supongo que te refieres a qué hago en este territorio cuando ya no soy parte de la manada.

Guardo silencio, esperando.

-Tu amiguito que se toma enserio su papel como líder. Cuando le conviene, claro está.

-Bakugo estaba en su derecho. Atacaste a un humano, y eso está prohibido.– dije.

-¿Y de qué debo alimentarme entonces?¿De aire?

Su pregunta me hace gruñir, molesto. Incluso escuché el quejido temeroso de Tamaki a mi espalda.

-No me hagas enojar más, Dabi.– advierto, despacio. –Si quieres volver a la manada, entonces deja esa actitud de mier……

-¿Por qué querría volver aquí?– preguntó Dabi, comenzando a caminar a mi alrededor. –Ustedes no son la única manada de estos lados. Y si debo hacerme vegano para vivir con ustedes, prefiero irme.

-Entonces hazlo.– escupo con enojo, escuchándolo carcajearse.

-Oh, créeme que lo haré. Pero…– sonrió, pasando demasiado cerca del cuerpo de Tamaki. –…quizás sea bueno tener algo de compañía.

Me lanzó contra su yugular con la intención de rasgarla con mis colmillos, pero Dabi consigue alejarse a tiempo sin que llegue a tocarlo siquiera.

-¡¡¡NO LO TOQUES!!!– gruñí.

-Tranquilo. Mi tipo de chicos es más… rebelde.

Con aquello, mi mente trae la imagen de Bakugo. Y mi enojo se incrementa.

Pero Dabi echa a correr antes que pueda atacarlo. No lo sigo. Solo permanezco de pie, escuchando sus pasos cada vez más lejos, hasta que finalmente desaparecen, dejando oír solo el murmullo de los árboles y a algunos pájaros cantando.

-¿Estás bien?– pregunté, girándome hacia Tamaki. Él trata de sonreír, pero el temblor en sus patas delata su miedo.

-Sí… e-estoy bien.– dice no muy seguro. –¿Y tú?

-Lo estoy si tú lo estás.– le digo. –Pero ese imbécil de Dabi…– dejo la frase a la mitad, sintiendo un nudo en el estómago.

-No creo que las manadas vecinas lo acepten. Nadie se arriesgaría a ser descubierto por su culpa.– comentó Tamaki, rozando mi cuello con su cabeza para calmarme.

Si, es cierto

… pero también están los licántropos rezagados. Y, la idea de que Dabi pueda hallar alguno, me aterra. Ellos no son nada discretos como nuestro secreto y no tienen reparo a dañarse entre ellos mismo incluso. ¡Son demasiado irascibles!

Tendré que hablar con Aizawa sobre esto y… conociéndolo, no creo que les agrade mucho.

Agh, cómo odio ser el Beta…

Good BoyWhere stories live. Discover now