13.- Noticias

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|Mirio POV|

   

Me ardía la nariz horrores, debido al puñetazo que me había soltado Bakugo. Por suerte ya no sangraba, pero eso no aliviaba el ardor que sentía ante cada inhalación que daba. Y eso, sumado al intenso y descontrolado aroma a cítricos que desprendía Bakugo con sus feromonas, no estaba ayudando mucho a mi pobre nariz.

-¿Tenías que golpearme tan fuerte, imbécil?– me quejé en voz alta, molesto.

-Lo siento, Bet… Mirio.– se corrigió Bakugo rápidamente, gruñendo. –¿A dónde vamos? Si querías devolverme el golpe, pudiste hacerlo apenas salimos.–

-Vamos con Aizawa.–

Bakugo suspiró, quejándose. Sé que no le agrada mucho hablar con Aizawa, y menos desde que llegó Kirishima; por lo que escuché, Bakugo le había pedido a Aizawa que dejara a Kirishima quedarse con nosotros mientras los humanos no lo buscarán y, si lo que Bakugo me contó es cierto, ya hasta lo daban por muerto. Me da algo de lastima, la verdad…

Y sé que Bakugo prometió dejarlo ir si lo buscaban, pero ¿qué pasaría si fuese Kirishima quién quisiera irse?, ¿lo dejaría marchar?

-¿Qué?– se queja Bakugo al percatarse que llevo rato mirándolo en silencio.

-No, nada.– digo, volviendo a mirar al frente.

Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la cabaña de Aizawa donde él estaba en la entrada con su forma de lobo, mientras hablaba con otro, más pequeño y de un pelaje azul oscuro casi negro, al que reconocí como el joven Beta de una manada vecina: Iida.

Por las expresiones que tenían, asumí que hablaban algo bastante serio; por lo que pensé esperar…

-¡Oe, viejo dormilón, déjate de cotilleos y ven!– … pero Bakugo siempre tan impaciente.

Iida gira a vernos, con el ceño fruncido, molesto por la interrupción.

-Tan grosero como de costumbre, Bakugo-san.– bufó.

-No te quejes, ya hablaran luego.– replicó Bakugo con indiferencia.

-No. Ustedes esperen.– gruñó Aizawa, haciendo doblegar a Bakugo con su voz.

-Tsk…– aunque intentaba mantenerse tranquilo, era obvio que lo molestaba no poder rehusarse a acatar las órdenes de Aizawa.

Bakugo y yo permanecimos en nuestro sitio, en silencio, escuchando atentos las palabras de Iida. Por lo que alcanzo a entender, dos guardabosques fueron cruelmente despedazados en el territorio de la manada de Iida, y todo indica que fue un licántropo. Pero no se trata de nadie de su manada.

-Podría ser un desterrado…– en cuanto abro la boca, me arrepiento. En los ojos de Bakugo veo que ambos tuvimos la misma idea: ¡Dabi!

-O una manada de ellos.– razonó Aizawa.

-¡Ja!, una manada, ¡si claro!– se burló Bakugo. –Esos tipos no siguen órdenes de nadie ¿por qué formarían una manada?, ¿creen que se sienten solos y necesitan amigos?–

Aizawa miró a Bakugo, por primera vez en todo el rato que llevábamos ahí, y frunció el ceño.

-Bakugo, ese aroma que tienes es de Kirishima.– dijo Aizawa, tan directo como de costumbre. –Acaso tú… ¿te acostaste con él?–

-Lo que yo haga o no con MI pareja, no te incumbe.–

Aizawa gruñó antes de lanzarse sobre Bakugo, tumbándolo al suelo, mostrando sus colmillos en una clara amenaza. Iida y yo nos mantuvimos al margen de aquel pleito entre alfas.

-¡¡¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO, BAKUGO?!!– la voz de Aizawa estaba cargada de enojo y… ¿tristeza?

-¡¡QUÍTATE DE ENCIMA, JODER!!– Bakugo se removía bajo el gigantesco lobo azabache, tratando de liberarse, sin éxito, de él.

-¡¡¡NO TIENES NI IDEA DE LO PELIGROSO QUE ES MARCAR A UN HUMANO…!!!–

Aizawa suelta un aullido, tan bajo y lastimero que parece un quejido, y comienza a calmarse, dejando libre al cenizo para sentarse a su lado. Sus orejas permanecen gachas y sus ojos, fijos en algún punto del suelo, denotan tristeza.

-…. Yo no lo contr…–

-Ya está hecho.– interrumpió Aizawa, tajante. –Mirio…– me llamó. –… iré con Iida a vigilar los alrededores de su manada. Estarás a cargo en mi ausencia.– dijo.

-Sí, señ…–

-¡¿Es una maldita broma?!, ¡¿Mirio a cargo?!– el humor de Bakugo pareció una montaña rusa, ¡y durante su celo era incluso el triple!

-Mirio está a cargo en mi ausencia.– repitió Aizawa, serio. –Y tú..– señaló a Bakugo con su largo hocico. –…obedecerás.– ordenó.

Bakugo gruñó, molesto, mientras Aizawa se marchaba junto a Iida por el bosque. Suspiré. ¡Se supone que Bakugo debería liderar! Pero aún era muy joven e inexperto y Aizawa no creía que pudiera hacerlo.

Y, de haber estado en una situación normal, le dejaría el mando a Bakugo a espaldas de Aizawa. Pero con su mente tan nublada por su supuesto enamoramiento, no creo que sea buena idea…

Good BoyWhere stories live. Discover now