36.- Dejando las cosas claras

71 7 0
                                    

36.- Dejando las cosas claras

|Kirishima POV|
  
   
 

Luego de explicarle a mi madre que Bakugo fue quien me ayudó cuando desaparecí –saltándome algunos detalles, como que es un licántropo– y que, también, fue a quien ayudé recientemente; ella pareció entender que teníamos mucho de qué hablar y, tras dejarnos la merienda en la habitación, se fue.

Y el silencio incómodo llegó.

Bakugo solo se levantó y tomó uno de los sandwiches que había hecho mi madre, mientras yo luchaba por ordenar mis ideas para poder seguir hablando. Aunque no estaba funcionando.

Suspiré.

–Bakugo…— lo llamé, recibiendo un "¿hmm?" en respuesta. —Sobre lo que dijiste antes…— divagué.

–¿Recuerdas el día que nos acostamos?— maldición, ¡qué directo!

Asentí, despacio, desviando la mirada hacia otro lugar de la habitación. Ahgr, ¡rayos! Parece que Criason Riot me juzgaba con la mirada.

–Ese día, te dije que te marqué. Es decir, formé…. o forcé un vínculo contigo.— explicó, corrigiendo el término que había usado. —Verás… Los Alfas, como yo, podemos crear una conexión con nuestro Omega; un lazo que no se puede romper. Es como…— lo pensó. —… ¿un juramento de amor eterno?—

Siento que mi cuerpo se tensa ante eso último. ¿Él y yo?, ¿juntos por siempre? Mi corazón se acelera sin motivo con solo imaginar cómo podría ser un futuro a su lado.

–Y…. ¿puede deshacerse?— pregunté, temeroso.

Bakugo suspiró, dejándose caer sobre mi cama, con los brazos a modo de almohada.

–Sí. Aunque nadie lo ha intentado.— contestó. –¿Querrías que lo rompa?—

Reflexioné sobre aquella pregunta. Una parte de mí me gritaba que lo rompiera pues, en el fondo, aún guardaba sentimientos por Shoto. Pero… otra parte, mucho más intensa, me rogaba no hacerlo. Y no sabía a cuál escuchar. Todo esto era un torbellino de emociones.

Salí de mis pensamientos al no escuchar ningún sonido por parte de Bakugo, así que me acerqué a la cama, viéndolo con los ojos cerrados y la boca entreabierta, soltando pequeños ronquidos que apenas se escuchaban. Estaba dormido.

Y no pude evitar sonreír con ternura ante esa imagen. Bakugo era sumamente varonil, pero cuando dormía se veía tan tierno que era imposible no quererlo.

–Descansa, Bakugo.— susurré, dándole un beso en la frente.

Lo cubrí con una manta –por si le daba frío con el aire acondicionado encendido– y salí de la habitación, bajando a la primera planta de la casa, donde mi madre estaba viendo alguna novela en la televisión.

–¡Oh, Eijirou! ¿Y tu amigo?— preguntó al verme.

–Se quedó dormido.— sonreí.

–¡Ouh, pobrecito! Debe estar exhausto.— comentó ella. —¡Ya sé!¡Le prepararemos algo delicioso para cuando despierte ¿qué dices?!—

–Sí, seguro que se alegra.—

Con el voraz apetito que tenían los licántropos, dudaba que toda la comida que teníamos fuera suficiente para saciar a Bakugo. Aunque no quería romper las ilusiones de mi madre.
  

|Bakugo POV|
 

–¿Dónde….?—

–¡Papi!, ¡papi!—

Mi corazón se acelera con locura cuando veo a un pequeño de cabello erizado –como el mío– y negro, corriendo hasta mí, enganchando sus manitos a mis piernas, riendo. Sus ojos, rojos y brillantes, me observan con inocencia y alegría pura.

–¡Akai!—

El pequeño me hace una seña para que guarde silencio mientras se esconde a mi espalda. Y, a los pocos segundos, veo a Kirishima acercarse, sonriendo.

–Cielo ¿haz visto a Akai?— me preguntó, haciéndome estremecer de gusto por aquel apodo. —Llevo un rato buscando y no logro encontrarlo.—

–No, por acá no ha pasado.— miento, señalando con la mirada a mi espalda donde mi pequeño cachorro trata de aguantar la risa para no ser descubierto.

–Así que no está, eh…— Kirishima me sigue el juego, colgando sus brazos alrededor de mi cuello. —Entonces ¿por qué no aprovechamos y…?—

Ambos nos besamos, despacio, entre sonrisas cómplices al escuchar los quejidos de nuestro hijo que sale de su escondite, cubriéndose los ojos con ambas manos.

Ewww… ¡Mamá!, ¡papá!¡Paren!— ordena, sin atreverse a vernos.

Kirishima sonríe, dándome un último beso en los labios, antes de girarse hacia nuestro hijo, cargándolo en brazos, riendo. Podría vivir toda la vida escuchando aquellas risas tan hermosas.
 

Abrí los ojos, sintiendo un agradable cosquilleo en el pecho. Al principio me costó adaptarme a mi entorno, hasta que recordé donde estaba.

Me incorporé sobre la cama y busqué con la mirada a Kirishima. Y, al no verlo, salí de la habitación. No podía orientarme por mi olfato, ya que toda la casa tenía su aroma –lo cual me resultaba demasiado embriagante–. Bajé a la primera planta, entrando a la cocina al notar un curioso olorcito a carne que me atraía como un imán.

–¡Espera, mamá!¡No uses tantas especies!—

–Pero así queda mucho más delicioso.—

–Lo sé, pero….—

Kirishima se queda en silencio en cuanto nota mi presencia en el marco de la puerta. Su madre me observa y me pide acercarme, haciéndome sentar en una de las sillas, mientras ellos terminan de cocinar. Admito que, ver las expresiones que hace Kirishima al cocinar me resultan demasiado tiernas; como sacaba la lengua mientras cortaba las verduras, o como mecía sus caderas al ritmo de alguna melodía inexistente.

Aún puedo notar una tenue confusión en sus sentimientos, pero supongo que es normal. No puedo esperar que, de la noche a la mañana, deseche una relación de tantos años para venir a mí. Aunque, el que sueñe con un futuro a mi lado me da algo de esperanza.

–Oye, Bakugo….— me llamó, acercándose a mí mientras su madre culminaba la comida.

–¿Hmm?—

–No quiero que lo rompas.— casi siento mi corazón detenerse ante esas palabras. —Yo… quiero estar con la persona que amo, así que, dame la oportunidad de conocerte aún más.—

Silencio.

La…

…. persona…

…. ¡¿que ama?!

–Oye, Bakugo ¿estás bien? Te pusiste todo rojo.—

–¡Cállate, idiota!¡El único rojo aquí es ese jodido cabello tuyo!—

Este sentimiento de calidez… ¿Siempre fue mío, o son los sentimientos de Kirishima pasando a mí?

Good BoyHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin