23.- Jugando con fuego

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23.- Jugando con fuego

|Bakugo POV|

    
 

Luego de que Aizawa se enterase de la visita que me había hecho Dabi, me había dado un sermón de mil diablos. Como si yo tuviese la culpa de eso. Y por si fuera poco, ya no existía un momento del día en que estuviese solo; o me seguía el imbécil de Mirio, o tenía a la maldita fantasma de Hagakure detrás de mí.

-¡Que me dejes de seguir, coño!, ¡quiero orinar en paz!– gruñí, encarando a la pequeña loba de pelaje rubio con marrón que me seguía de cerca.

-Sabes que debo vigilarte. Aizawa me dijo…

-¡¡AIZAWA ME LA SUDA!!

La maldita de Hagakure solo se sentó sobre sus patas traseras, rehusándose a largarse. Bien, ella se lo buscó.

-¡¡LÁRGATE!!– ordené con mi voz Alfa.

La loba agachó las orejas con dolor antes de ponerse de pie y perderse en el bosque, gimoteando. No me gustaba usar mi voz Alfa, ¡pero ya no podía más, joder! Desde que Kirishima se fue, mi mal humor ha ido empeorando cada día más, y tener niñeras no me ayudaba a calmarme.

Bufé frustrado y comencé a correr lejos de la manada, sin un rumbo claro. Hasta que llegué al lago donde me oculté tras los árboles al escuchar voces.

-Vámonos. A Kuro no le gusta este sitio.–

-¡Pero aún no le entregamos el mensaje de Dabi a Bakugo-kun!–

Frunzo el ceño al oír mi nombre. ¿Un mensaje de Dabi? Olisqueo el lugar, pero solo puedo percibir el aroma de las flores que rodean el lugar, ¡rayos!

Me asomo con cuidado, viendo a una chica rubia chapoteando el agua, mientras en la orilla hay un chico con capucha, quejándose. Escucho un ladrido y me pongo alerta, lanzándome sobre el ¿lobo? No… Quito mi pata del cuerpo del perro al darme cuenta de mi error, escuchando sus quejidos mientras corre, con el rabo entre las patas, hacia el chico de capucha.

-Tu debes de ser Bakugo-kun. ¡Mira qué majo es!– me sonríe la rubia, saliendo del agua.

-No me importa quién sea. Voy a matarlo por dañar a Kuro.– gruñó el encapuchado.

-Si lo tocas, seré yo quien te mate a ti, Shigaraki.– la voz amenazante de la rubia hizo que el encapuchado retrocediera, agachándose para examinar al perro.

-¿Quién carajos son?– pregunté, serio.

-Mensajeros.– sonrió la rubia. –Vinimos a darte un mensaje de Dabi. Dice que, cuando tengas la respuesta, lo veas aquí durante la luna llena.– explicó.

Arrugué la nariz con desagrado. Y me acerqué, despacio hasta ellos, mostrando mis colmillos mientras gruñía, amenazante. El perro se refugió entre las piernas de su dueño, agachándose hasta quedar hecho un ovillo en el suelo.

-No voy a dejarlos ir.– advertí.

-Dudo que puedas detenernos.–

Me lancé sobre la rubia, pero esta acabó transformándose en un lobo e hincó sus colmillos en mi cuello, haciéndome gruñir por el dolor. Rodé, hasta separarme de ella con un zarpazo en el estómago. La loba se relamió la sangre del hocico, sonriendo.

-¿Qué decías sobre no dejarnos ir?– se burló.

Gruñí, lanzándome de nuevo contra ella, acertando a morderle una de las patas traseras. Miré de reojo por si el encapuchado se transformaba y trataba de ayudar a su amiga, pero no lo hizo. Aullé de dolor cuando la loba clavó sus garras en mis costillas, obligándome a soltarla; lo cual ella aprovechó para dejarme sobre el suelo, acercando sus colmillos a mi cuello otra vez.

-Dabi se enfadara si lo matas.– dijo el encapuchado, haciendo gruñir a la loba.

-Él fue quien comen….

Veo como un destello grisáceo pasar a toda velocidad, quitándome de encima a la loba. Alcé la mirada, topándome con Aizawa frente a mí, encarando a la loba. Junto a él estaban también Mirio y Mirko que se mantienen en guardia, gruñendo.

-Vámonos, Shigaraki. Llegó la caballería.– dijo la loba, tomando al encapuchado para comenzar a correr. Mirko y Mirio fueron tras ella.

-¿Puedes levantarte?– me preguntó Aizawa, preocupado. Asentí, despacio, poniéndome de pie entre quejidos. –Esos tipos… ¿quiénes eran?

-Dijeron que eran amigos de Dabi o alguna mierda así. Y cuando quise acabarlos, ella se transformó.– expliqué.

-¿Y por qué Hagakure no estaba contigo?– preguntó, enojado.

-Yo… usé mi voz Alfa para que me dejase en paz un rato.– admití.

Escuché a Aizawa suspirar cansado, antes de juntar nuestras frentes. Alcé la mirada, pero él tenía los ojos cerrados y las orejas agachadas. No estaba enojado, sino aliviado de que no me pasase nada…

-Dabi…– tomé aire. –… Dabi quiere que me una a él.– dije.

Aizawa se separó de mí, abriendo los ojos con tristeza. Agaché las orejas antes de continuar.

-No me veas así. Si le hago creer que soy de los suyos, averiguaremos dónde está y podremos acabarlo.– razoné.

-¡Por Dios, Bakugo, mira como te dejó un solo miembro de su manada! ¡Pudo haberte matado si no hubiéramos llegado!

-Prometo tener cuidado.– rogué. Aizawa suspiró.

-Estás jugando con juego, Bakugo.– advirtió.

-Lo sé. Pero eso es lo que hace un líder ¿no?– sonreí. –Sacrificarse por los suyos, sin importar el peligro.– agregué.

Aizawa desvío la mirada, comenzando a caminar y lo seguí en silencio, algo más despacio debido al dolor de mis heridas. Aunque, al cabo de unas horas sanarían por completo. Escuché un "hazlo" por parte de Aizawa, tan bajo que se perdió con el viento.

Y, aunque antes habría brincado de la dicha ante la idea de tener vía libre para partirle la cara a Dabi, ahora solo podía mantenerme en silencio, esperando no cometer un error que me costase la vida.

Good BoyWhere stories live. Discover now