31.- Deseo de venganza

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31.- Deseo de venganza

|Dabi POV|

      
    
   

En cuanto salgo del cuerpo de Bakugo, me arreglo la ropa sin mucha prisa, observando con malicia el desastre que hay sobre su cuerpo. Las marcas de mis garras sobre su pecho, abdomen y muslos están sanando ya, dejando solo finos hilos de sangre seca sobre su pálida piel. Pero los restos de mi semen saliendo de su enrojecida entrada son, sin duda, lo más gratificante de esa escena. Lastima que Bakugo perdiera el conocimiento durante la tercera ronda.

Salgo de la habitación, borrando mi sonrisa casi al instante al notar un olor bastante curioso en la casa: madera. Y no pertenece a los psicópatas con los que vivo ¿quién carajo entró?

Subo las escaleras, asegurándome de no hacer ruido, siguiendo aquel rastro hasta llegar a mi habitación. Y en cuanto cruzo el marco, mis ojos se abren con sorpresa al ver a un chico de cabello mitad rojo y blanco, de espaldas a la puerta, observando las fotografías que tengo en la pared del fondo. Vaya, vaya

-No deberías entrar en el dormitorio de los demás, Shoto.– comento, recostándome en el marco de la puerta.

Sus ojos se topan con los míos y siento arcadas al ver esa mirada indiferente, tan similar a la de ese maldito sujeto. Y pese a eso, podía oler el miedo que desprendía su cuerpo. Era inútil tratar de ocultarlo.

-…. ¿quién eres?….… ¡¿Y por qué tienes fotos de mi familia?!–

Mis garras rasgaron con rabia la puerta, dejando unos largos surcos, que lo hicieron retroceder asustado. Avancé, despacio, luchando por no lanzarme sobre él y arrancarle la cabeza; tal y como me pedía a gritos mi lobo interior. No lo dejes escapar, me repetía, rasgando mi interior con sus garras.

-¿No sabes quién soy, Shoto?– cuestioné, serio. Él negó con la cabeza.

-Nunca te había visto.– y eso, había dolido. Solté una carcajada llena de ironía.

-¿"Nunca"?– repetí. –Yo creo que sí. Nos conocemos desde hace muuucho tiempo.–

Recorrí la habitación, despacio, degustando el amargo sabor de mi propia sangre al cerrar la boca, pues mis colmillos habían crecido por la rabia y me habían roto las encías. Joder, ¡debía controlarme!

-Dime si esta historia te suena: un hombre con cuatro hijos y una esposa que, tras incontables años de abusos por parte de su esposo, desapareció, dejando a sus hijos a su suerte.– comencé a contar. –El primogénito de la familia, a días de casarse, fue invitado por su padre a una cazería en la que murió a manos de un lobo salvaje. ¿Lo conoces?–

-T-Tú… ¡¿Cómo sabes de la muerte de mi hermano?!–

-Se nota que no entiendes nada…– suspiré, tomando una de las botellas de agua que había sobre la mesa de noche y la abrí, vaciando el contenido sobre mi cabello.

Vi como aquella molesta pintura negra se caía, manchando mi rostro y mi ropa, dejando ver mi cabello blanco. Los ojos de mi hermanito se abrieron con incredulidad y se deslizó sobre la pared en la que se apoyaba, cayendo al suelo con los ojos bañados de lágrimas. Esa era la reacción que quería.

-T-Touya… -nii….– susurró, con ese apelativo que solía usar de niño. –… creí que…–

-Que estaba muerto, sí. Enji Todoroki se encargó de matar a Touya ese día.– escupí con desprecio. –Ahora solo existe Dabi.–

-… no entiendo….–

-Y no lo harás.– sentencié.

Tomé mi forma de lobo, dejando aún más asustado a mi hermano que temblaba sin despegar la mirada de mí. Pasé mi lengua por mis dientes expuestos, acortando aún más la distancia, hasta quedar frente a Shoto. Se acabaría todo. Abrí la boca, dedicándole una disculpa mental antes de lanzarme sobre él. Pero…

… el sabor de su sangre y el intenso ardor en mi carne se hicieron presentes en mi hocico. ¡El malnacido me había quemado! Aullé de dolor, estrellándome contra las paredes, tratando de menguar el ardor de la quemadura en el interior de mi boca.

Y Shoto aprovechó mi descuido para huir, dejando manchas de sangre en el suelo tras mi ataque. Mis colmillos, al menos, habían rasgado la piel de su brazo.

-Muy bien, Shoto. Juguemos al escondite entonces.– gruñí. No iba a parar hasta que Enji Todoroki pagara, ojo por ojo, lo que me hizo.

Good BoyWhere stories live. Discover now