30. Nueva York.

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Taylor.

Había estado evitando olímpicamente a Brad la última semana. Aún no estoy lista para enfrentarlo. El beso se repite en mi mente una y otra vez como un disco rayado y estoy tan atormentada con eso que ni siquiera puedo estar en el mismo lugar ni con él ni con Blue.

Pero el destino se empeña en ser cruel conmigo y ahora estoy aquí a su lado en un avión con rumbo a Nueva York. Por suerte él no ha mencionado nada sobre el tema en la hora y media que llevamos de vuelo aunque eso se lo debería atribuir a que nuestros padres están frente a nosotros.

Uno de los aviones privados de la familia Mcglair está a nuestra disposición y lo hemos utilizado para hacer este viaje. La empresa familiar celebra un nuevo lanzamiento y la gala de presentación será en Nueva York.

Apagó la pequeña pantalla que hay frente a mi aburrida, de la película que puse al inicio del vuelo. Me acomodo bien en el asiento del avión y cierro los ojos buscando dormirme. Me quedan unas cuantas horas de vuelo aun.

—Taylor. Hemos llegado —la voz de Joana me despierta y me percato de que tengo el cinturón de seguridad puesto a pesar de que yo no me lo puse. Tal vez alguien me lo colocó para el aterrizaje.

Miro por la ventanilla. La pista de aterrizaje es lo único que se ve y al ver hacia el frente observo como Brad baja del avión.

Me zafó el cinturón, vuelvo a ponerme los zapatos y me levanto del asiento dirigiéndome a la salida del avión .

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El hotel donde nos vamos a hospedar por los siguientes cuatro días es precioso. Tiene un ambiente muy cálido y está decorado de una forma minimalista en su totalidad. Me mantengo a lado de las mujeres mientras que los hombres se encargan de todo, están frente a la recepción terminado con todo el papeleo y esas cosas. Brad, por otro lado, está sentado en unos sillones más alejado de nosotras, en sus oídos trae sus audífonos mientras que su atención está puesta en su móvil.

Se revuelve el cabello y alza su vista hacia mí al notar que lo estoy mirando, por instinto apartó la vista en el justo momento que Sebastian y mi padre se posan frente a nosotras.

Mi padre. Que bien suena eso, por fin me estoy adaptado a usar esos términos para referirme a Jessica y Hector. Al fin de cuentas eso es lo que son para mi, mis padres, no de sangre, pero yo lo siento como si así fueran.

—Las cuatro suites ya están listas —informa Sebastian—. Los empleados se han encargado de dejar nuestras cosas en el sitio. Hector y yo tenemos que reunirnos con algunos socios pero no tardaremos mucho.

—Perfecto. Jessica y yo iremos al spa a relajarnos —responde Joana con una sonrisa —. Taylor ¿gustas acompañarnos?

Niego. En estos momentos lo único que deseo es dormir un poco, después de mi incómoda siesta en el avión me duele todo.

—Aquí está tu llave y la de Brad. Llevasela, está muy entretenido en su móvil —Todos fijan la vista en el chico quien ni se percata de que le miramos y Sebastian me pasa dos tarjetas —. Tu habitación es la suite 506 y la suya la 505. Nos vemos esta noche en la cena.

Los hombres se despiden de sus esposas con un beso en los labios. Hector deja un beso en mi frente y Sebastian se despide con un movimiento de mano. Cuando al fin se marchan mi madre y Joana se levantan para ir a cambiarse y luego ir al spa.

Miro hacia donde está Brad. Me levanto y camino hasta el posandome frente a sí. Saca la vista de su teléfono para fijarla en mí y me echa un vistazo de arriba a abajo como si no hubiera pasado casi el día entero a su lado. No dice nada y yo tampoco hago algún gesto. Le extiendo la mano con la llave y le explico cual es su habitación. Por desgracia está junto a la mía y tendré que toparmelo más de lo que quisiera. Es mucho más incómodo el ambiente entre ambos luego de la fiesta.

Tus palabras de cristalWhere stories live. Discover now