37. Montañas y algo más.

632 57 57
                                    

Taylor.

Me fijo en las venas que se marcan en los brazos de Brad mientras maneja. No ha querido decirme a dónde vamos, ni tampoco la excusa que dio a nuestros padres para irnos así sin más.

Desvío la mirada hacia la carretera en el momento justo en el que él me pilla mirándolo . Planto una sonrisa en mi rostro mientras finjo estar centrada en el paisaje de afuera, pero en realidad no hay más que árboles.

Una canción de rock comienza a sonar en el estéreo pero es reemplazada rápidamente por una de Olivia Rodrigo. Siento algo sobre mi muslo y giro a mirar notando la mano de Brad en este. Sube la mano de arriba a abajo en una suave caricia mientras con la otra mano sigue manejando.

Han pasado un par de horas. Brad aparca dentro del estacionamiento y se baja del auto corriendo por la parte delantera para abrir mi puerta. En verdad no puedo creer a donde me ha traído. Él toma mi mano y nos adentramos a la casa por la puerta del garaje.

Abro la boca en sorpresa al notar que es mucho más linda por dentro.

—Bienvenida a mi casa de la cabaña, Taylor —su susurro en mi oído me causa escalofríos. Pone una mano en mi cintura y me rodea yendo al sillón —. Puedes recorrer el lugar si gustas, o puedes venir y tumbarte aquí conmigo durante un rato. Yo preferiría la segunda.

Le doy una sonrisa mostrando mis dientes pero al contrario de lo que él quiere, yo decido conocer todo el lugar. Empiezo apreciando el salón. No se que concepto tenga Brad de lo que es una cabaña pero sin duda este lugar no parece una. Las paredes del salón están pintadas de un color gris claro, lo más bonito es el contraste que hace el color con los cuadros coloridos que hay decorando esta. Hay un juego de muebles en color blanco, y frente a el sofá hay una mesita ratona y  un pantalla plana que ocupa casi toda la pared.

Hay un estante lleno de vinos de todo tipo pero lo que más me llama la atención no es eso, sino lo que hay en una esquina de la sala , el tocadiscos del que Brad me habló. Recuerdo ese día como si fuera ayer, cuando él terminó con Blue y escapamos del instituto para ir a esa tienda de antigüedades. No puedo evitar la sonrisa boba que adorna mis labios .

Me acercó al tocadiscos y lo tocó con la punta de los dedos, debajo, hay un montón de vinilos a los cuales les echó un vistazo, tiene una gran variedad, incluso están aquí los que compró aquel día en la tienda. Me pregunto cuando los habrá traído.

—Es lindo ¿cierto? —siento la presencia de Brad a mis espaldas —. Me gusta mucho escuchar esos vinilos cuando vengo.

Me giro hacia el .

~Podemos escuchar uno si gustas.

Él tira de mí hacia él enrollando sus manos en mi cintura, yo pongo mis manos en sus hombros para sentirme apoyada en algo.

—Claro que me encantaría escuchar un vinilo contigo, vagabunda, pero no esos que tengo allí —deja un pico en mis labios —, quiero escuchar uno especial. Uno que he comprado solamente para ti.

Ladeo la cabeza con la duda plasmada en mis facciones . No me da tiempo a preguntarle a que se refiere porque me suelta alejándose de mí y desaparece a través de la puerta que lleva al garaje, minutos después aparece con una bolsa en la mano, supongo que la traía en el coche pero sinceramente no la vi, tal vez estaba muy ocupada mirándolo a él.

Me muerdo el labio inferior con una sonrisa en mi rostro cuando Brad saca lo que hay dentro de la bolsa. 

No lo puedo creer.

Llevo mi mano a mi cara y mi sonrisa crece y crece más.

—Creí que este te gustaría mucho —Brad saca el nuevo vinilo de su estuche y me rodea para ir colocarlo en el tocadiscos —. He aprendido cada una de las canciones, espero que quieras bailar conmigo .

Tus palabras de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora