Epílogo

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Luz Noceda
2 de junio, 2025

Dormía plácidamente hasta que la luz matutina que se filtraba por las cortinas, la cual me dio de lleno y me hizo gruñir con molestia.

—Mhmm... —murmuré retorciéndome en mi cama al igual que un gusano. cariño... baja las persianas... dije estirándome sobre el colchón, encontrando el lugar a mi lado totalmente vacío. Y tuve que asumir que estaba durmiendo sola hace bastante, pues esa parte de la cama estaba fría. 

"¿Qué? ¿En donde se metió?" Pensé algo molesta por tener que levantarme. Me di la vuelta en la cama y estiré mi brazo hacia mi mesita de noche.

"07:20am" era la hora que marcaba mi celular.  ¿Quién carajos se levantaba un domingo a las siete de la mañana? refunfuñé. Con mucho pesar me desenvolví de las sábanas calientes y me paré de la cama para tomar mi bata de dormir; a pesar de que era mi casa, no era muy lindo pasearse por ahí en ropa interior. 

Después de cubrirme caminé hacia la cocina, la cual estaba silenciosa, al igual que todo el departamento. Suspiré y finalmente me acerqué a la alacena para poder preparar algo para desayunar. 

Al preparar mi infaltable café de cada mañana, no pude evitar sonreír y rememorar mi vida de los últimos años en mi vida, y todo lo que pasé para finalmente sentir esta calma que no había sentido hace muuchos años.

Después de mi sentimental último encuentro con Amity, pedí licencia por unas semanas en la escuela, pues en ese momento sentía que no estaba al cien porciento de mi criterio como educadora y no me sentía con muchos ánimos para enseñar. Me tomé tres semanas, en donde pasé tiempo fuera de la ciudad, y en ese tiempo me permití llorar lo que me había negado llorar en tanto tantos años. En esas semanas me dediqué a conseguir ayuda terapéutica, y aunque sé que probablemente tardé muchos años en buscarla, pero al fin me di cuenta que lo que mi vida necesitaba era: un cierre. 

Y durante los seis años que siguieron estuve en terapia, para poder darle fin a esa interminable etapa de dolor y autocompasión tan horrible. También me mantuve soltera, no porque no pudiera estar con nadie otra vez, si no, porque sentía que no estaba lista mentalmente para dar ese paso otra vez, por lo menos no sin lastimarme y lastimar a alguien más en el proceso. 

Mi vida se mantuvo así, hasta el veintiocho de junio de hace cuatro años. Ese día, a pesar de haber aceptado mi sexualidad hace mucho tiempo, era la primera vez que asistía a una fiesta del día del orgullo. Aquel día, fue en donde me di cuenta que era hora de seguir con mi vida...

Esa noche, conocí a una mujer que permanecía en la barra de tragos, en la inútil tarea de esperar que el barman la notara. Y por más raro que sonara, sentí que había algo que me atraía a esa mujer, lo que hizo que me pasara casi toda la noche observándola... 
Algo gracioso fue que en todo ese tiempo que pasé observándola, el hombre que servía los tragos no la había mirado ni una vez. Para ese momento, ya sin poder aguantar la atracción que sentía a esa mujer hice algo que quizás no habría pensado hacer hace un par de años. Pero me acerqué y le invité un par de tragos, pues a mí si me hizo caso en barman... la cara de la mujer era todo un poema. 

Muchos en mi lugar hubieran seguido su noche entre tragos y baile, pero yo la pasé junto a esa mujer increíblemente atractiva que me había hecho caer ante su innegable encanto, y al hablar con ella me di cuenta que era increíblemente inteligente, algo que me derretía. También noté que era una mujer que no le gustaba las cosas de una sola noche, y eso me gustó, porque a esa instancia de mi vida ya no estaba dispuesta a tener aventuras. Quizás fue el alcohol en mi sangre, pero le pedí una cita. 

El Deseo De Amar Para Siempre | LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora