Capítulo 3

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Camila's POV

Maia caminaba de mi mano, dando pequeños saltitos mirando a todas partes. No sabíamos por dónde entrar, porque yo nunca entraba de aquella manera, sino que me metía por los vestuarios. Llevaba puesto el jersey rojo de Lauren remangado, y parecía aún más pequeña de lo que ya era. También, un gorrito negro de lana con una bola en la punta.

-Mami, ¿por dónde entramos? -Me encogí de hombros porque no tenía ni la más remota idea de por dónde debíamos entrar.

-No sé, cariño. -Puse una mano en su mejilla pegándola a mí, cuando vi salir de una puerta a Lauren. Llevaba la misma sudadera que Maia, pantalones cortos negros, medias hasta las rodillas y las botas de fútbol. Nunca la había visto así vestida, y ahora me daba cuenta de verdad que era una jugadora de fútbol profesional, y yo una simple limpiadora.

-¡Lauren! -Maia soltó mi mano y corrió hacia Lauren, que la cogió en brazos. -¡Llevamos el mismo jersey! -Dijo señalándolo, y Lauren sonrió dándole un beso en la mejilla mientras yo me acercaba.

-Buenas. -Dijo Lauren mirándome, y sonreí, frunciendo un poco el ceño.

-Espero que hoy no te metan cinco. -Hice una mueca, y ella se rio, negando. Maia apoyaba las manos en uno de sus hombros.

-No volverá a pasar. ¿Sabes qué, Maia? -La miró entrecerrando los ojos. -Tengo una cosa para ti. ¿Quieres venir a verla? -Maia me miró, y asentí, suspirando.

-Sí, ve con ella. -Respondí resignada, y Lauren se giró para entrar en los vestuarios con Maia en brazos.

La pequeña le había cogido un cariño inusual a Lauren en tan poco tiempo que casi me parecía imposible, y Lauren se había preocupado por nosotras de una forma extraña, porque nadie en su sano juicio se atrevería a ayudarme, no a mí.

Cuando salieron, Maia llevaba una sudadera de su talla, que le quedaba perfecta, y debajo podía verse el borde de una camiseta como la de Lauren.

-¡Mira mami! -Lauren le levantó la sudadera, dejando ver su nombre y el número uno en su pequeña espalda.

-¡Estás preciosa! -Dije acercándome, poniendo una mano en su espalda. Lauren la volvió a poner en mis brazos, y me miró, con una sonrisa. -¿Quieres darle algo que le dé buena suerte? -Maia me había dicho que quería darle a Lauren algo para que le diese buena suerte, aunque no sabía muy bien el qué, pero luego recordó que tenía unos zapatos que le gustaban mucho, y que quizás aquello ayudaría a Lauren, así que me hizo cortar un cordón del zapato en tres partes, (daba gracias a que era bastante ancho) y hacerlo una trencita como las que yo le hacía a ella en el pelo, formando así una preciosa pulsera color rosa.

-Esto es para ti. -Le di la pulsera a Maia para que se la diese a Lauren, que abrió los labios, colocándose la pulsera en la mano, aunque no podía.

-Espera. -Dije yo, dejando a Maia en el suelo. Cogí los dos extremos de la pulsera y los até con cuidado, rozando mis dedos con su muñeca al enlazarlos. Podía sentir su mirada sobre mí, y me ponía bastante nerviosa.

-Es preciosa, Maia. -Lauren se agachó cuando terminé, dándole un abrazo fuerte, y Maia le dio un beso en la mejilla. Luego se levantó, y yo cogí la mano de la pequeña que se agarró a mí. -Entrad por aquella puerta, hay canapés, sándwiches y esas cosas. -Lauren sonrió, y yo también lo hice, porque era inevitable no hacerlo.

-Gracias. -Dije echando a andar, viendo cómo ella se iba dentro del vestuario de nuevo. -Ah, Lauren, buena suerte. -Añadí, viendo de soslayo su sonrisa y entré por la puerta con Maia a mi lado, que no soltaba mi mano para nada.

Nos sentamos en los primeros sitios que casi estaban a pie de campo, aunque quedaban algunos asientos hasta llegar, porque nosotros estábamos en un palco. No me imaginaba hace dos semanas que iba a estar así, pero me gustaba, me gustaba poder ver a mi hija disfrutar de cosas de las que siempre la había privado.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now