Capítulo 34

138K 5.9K 5.2K
                                    


Lauren's POV

En el restaurante cerca de la piscina, por fin nos habíamos reunido todos alrededor de una misma mesa después de tener que buscar a mi hermano al aeropuerto y que al final no apareciese porque su vuelo se había retrasado. Maia estaba entre Camila y yo en la mesa, cogiendo los espaguetis que le habíamos cortado con una tijera para que pudiese comer mejor, aunque eso no quitaba que se manchase de tomate toda la cara.

Mientras, yo miraba a Camila que me daba algo de marisco de su plato pasando el tenedor por encima de Maia. Aquellas comidas en familia me habían parecido imposibles hacía un año. No me hablaba con mi familia, y las novias que tenía me duraban como mucho uno o dos meses. Pero algo había cambiado, y es que estaba enamorada de una chica que me había entregado una familia. Me había dado una hija, así sin más. Pero ya no era una chica que había conocido, era mi mujer.

—Así que, Chris viene esta tarde. —Pregunté mirando a mi madre frente a mí, saboreando la langosta que Camila me había puesto en la boca. Ella jamás había comido aquello, así que al probarlo parecía bastante emocionada.

—Sí, hemos mandado a que lo recojan porque nos hemos perdido buscando el aeropuerto. —Cogí una patata de Nick, que arrugó la nariz con el ceño fruncido. No le gustaba compartir la comida.

—Es mía. —Dijo el niño tirándome una patata, que cogí y me la metí en la boca.

—¿Ah sí? ¿Tienen tu nombre? —Tan pronto como el niño me habló así, Dinah lo señaló con el dedo.

—Tú, a comer, cierra la boca y deja a tu tía. —Troy y Ally miraban desde el final de la mesa, y yo aguantaba la risa por lo bruta que era Dinah a la hora de regañarle a su hijo.

—Dinah... —Ed intentó tranquilizarla poniendo una mano sobre su rodilla. —Nick, la comida se comparte.

—¡No! ¡Es mía! —Y entonces, escuché la vocecita que procedía de mi lado, débil e inocente.

—¿Quieres? —Maia cogió algo torpe su plato de patatas, levantándolo algo tembloroso. Era la mejor hija que alguien podría tener, era la pequeña mejor educada que había visto.

Dejé el plato en la mesa y la cogí en brazos dándole besos por toda la cara que la hacían reír y revolverse hasta quedar sentada en mi regazo con la cabeza en mi pecho.

—No, quiero abrazarte, ¿puedes abrazarme tú a mí? —Y Maia pasó sus bracitos por mi cintura sin despegar su cabeza de mí, reconfortándola entre mis brazos. Acaricié su mejilla con el pulgar muy suavemente, dejando un beso en su frente con una sonrisa.

Cuando levanté la cabeza, todos seguían comiendo, pero a la vez miraban a Maia con una sonrisa tierna. Camila era la única que no comía y simplemente me miraba, sentándose algo más cerca de mí.

—¿Y por qué tu papá es una mujer? —Preguntó Nick con la cara manchada de salsa marinera donde había estado mojando sus patatas.

—¿Y por qué tu papá es un hombre? —Señaló Maia a Ed con el ceño fruncido. Nick y la mesa se quedó en silencio con la respuesta de la pequeña.

—Nick, a tu habitación ya. —Riñó Ed, pero Nick se encogió en la silla.

—Eh, no importa, son cosas de niños. —Noté cómo Maia apretaba sus dedos sobre mi camiseta, sosteniéndola algo más firme.

Y mientras nosotros hablábamos, Maia se había quedado dormida en mi pecho, y al terminar de comer la cogí en brazos con una mano, y con la otra llevaba a Camila agarrada. La pequeña rodeaba mi cuello con los brazos, mientras recorríamos el camino de piedra rodeado por arbustos hasta llegar de nuevo a la playa. Llegué a una de aquellas camas balinesas y la tumbé con cuidado en el colchón, aunque Maia buscó rápido la almohada para abrazarse a ella.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now