Capítulo 46

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Camila's POV

—Noooo, perrito. —Maia se abrazó al cuello de Dash, caminando con él por el césped del jardín. —No puedes ir al agua, porque no tienes un flotador. —Le decía al perro, que ni siquiera se inmutaba porque la pequeña estuviese todo el día encima de él.

Aquél cambio de aires había sido fantástico. Habíamos pasado del aspecto lúgubre, húmedo, casi triste de Portland, a vivir en una ciudad que nunca duerme, que siempre hace sol, una ciudad en la que siempre huele a verano, en la que la gente siempre tiene una sonrisa en la cara, y eso se reflejaba en nosotras. Maia parecía estar más feliz desde que nos mudamos a Miami, le encantaba estar en el jardín, a diferencia de antes que nunca podía salir a jugar porque siempre estaba lloviendo. Aquí, después de hacer sus deberes, en vez de ver una película como hacía siempre, su recompensa era darse un baño en la piscina.

—Toma. —Maia se sentó en el césped, llevaba un pequeño dulce en la mano y se lo puso a Dash en el morro, que cogió con la lengua y se comió de la mano de la pequeña. Sin duda, era admirable cómo podía haber una amistad entre una niña de apenas cinco años y un perro.

—Maia, ¿quieres entrar conmigo? —Dije apoyada en la puerta del ventanal que daba al jardín desde el salón. —Va a jugar mamá. —Llevaba puesto el pantalón corto y la camiseta moradas, justo como la del nuevo equipo de Lauren, además, aquellas botas de fútbol hechas para ella, como las de Lauren. Antes, en Portland, apenas podía ponérselo porque hacía demasiado frío.

—¿Mami? —Dash entró en casa dejando a la pequeña fuera, que se levantaba del suelo apoyando las manitas en el césped. —¿Dónde va a jugar?

—Lo vemos por la tele. ¿Quieres venir? —Asintió corriendo rápido hasta la puerta del jardín. —Pero te tienes que lavar las manitas, ¿vale? —Y Maia subió las escaleras de una en una hasta llegar al baño.

Es el primer partido de la historia de Miami Pride, y la primera capitana que tendrá el equipo será Lauren Jauregui, que hasta hace unas semanas militaba en Portland Thorns y ha completado el equipo que Griffin ha confeccionado. ¿Cómo crees tú, John que será este partido contra Kansas?

—Bueno, en principio Miami tiene mucho mejor equipo que Kansas. Además, sus jugadoras están en un momento de forma excelente, de hecho, algunas de las jugadoras del equipo están en las quinielas para ser nominadas al balón de oro. Pero hay que tener en cuenta que no han jugado juntas, que la propia capitana sólo lleva dos semanas entrenando, y quizás les falte rodaje. —Me giré en cuanto escuché los pasitos de Maia por la escalera, que corrió hasta llegar al centro del salón, mirando la gran pantalla que teníamos puesta. La señaló y luego me miró a mí.

—¿Ahí juega mami? —Asentí, sentándome en el sofá, observando cómo salían los dos equipos al campo.

—Sí, ahí juega mami. —Se giró hacia mí, colándose entre mis piernas para apoyar la cabeza en mi pecho.

Acaricié sus mejillas con el dorso de mis manos, dejando un beso tierno en la frente de la pequeña que se refugió entre mis brazos, buscando quizás algo de refugio para ver el partido. Lo que estaba claro, es que Lauren y su equipo jugaban de maravilla. Básicamente el otro equipo iba en busca de la pelota, pero Miami la escondía, hacía lo que quería con ella.

—Mira... —Señalé mi camiseta morada, con el nombre de Lauren a la espalda. Me gustaba aquella más que la anterior, porque para ser sinceros el color morado era más bonito que el rojo y negro. —Llevamos la misma camiseta que mamá.

—Yo voy vestida como mamá. —Frunció el ceño acercando su cara a la mía, poniendo sus manitas en mis mejillas.

—¿Sabes cuánto te quiero, Mai? —Pregunté dándole un beso en la nariz, haciéndola encogerse un poco.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now