Capítulo 22

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Lauren's POV

El aliento de Camila chocaba contra mi boca, y sus manos comenzaban a relajarse para acariciar mi espalda, soltando los últimos gemidos débiles en mi oído, terminando por besar mi cuello, mi oído, y esbozar una débil y cansada sonrisa. Cuando me separé de ella, la latina tenía el pelo desordenado en la almohada, las mejillas rosadas, y la respiración completamente agitada. En esos momentos comprendía enteramente la suerte que tenía de estar con ella, que podía besarla, como estaba haciendo ahora, que podía acariciarle el pelo y era mía.

Cuando me retiré de encima y pude recostarme a su lado, Camila se abrazó a mí, casi refugiándose en mi pecho dejando un beso en este antes de levantar el rostro y darme un beso lento, hasta parar, y quedarnos en silencio.

-Tu cama es muy pequeña. –Susurré yo, porque prácticamente las dos no cabíamos, y ella apretó los ojos soltando una risa.

-Sólo vivía yo aquí con Maia, así que... -Camila se incorporó quedando de lado hacia mí, ahuecándose el pelo con la mano. –No es tan bonita ni grande como tu casa, pero...

-A mí me gusta tu casa, es muy acogedora. Además para que quepamos en la cama tienes que estar encima de mí. –Su mirada se fue directamente a mi pierna, que sobresalía de la cama y la manta.

-Seguro que sí. –Comentó irónicamente, y se levantó de la cama, poniéndose la ropa interior mientras yo la observaba mordiéndome el labio inferior. Aunque en Portland nunca hacía sol, Camila tenía las piernas bronceadas, torneadas, casi brillantes que atraían mi atención. Luego, cogió un suéter enfundándoselo, y sí, sin duda era más sexy y provocativa que llevando cualquier vestido. –Voy a despertar a Maia.

-¿No puedes despertarme a mí así? –Dije quitándome la manta de encima, poniéndome la ropa interior, un pantalón (al contrario que Camila) y una camiseta.

-Ya lo hago. –Comentó divertida, y salimos hacia la habitación de Maia. Camila se acercó a la cama y se tumbó junto a la pequeña, abrazándola, mientras, yo las miraba desde la puerta.

Maia dormía con un peluche que soltó al notar a su madre, y sin esperar, se abrazó fuerte a ella, pero aún sin despertar. Llevaba puesto un pijama morado, con dibujos de animales en blanco, y el pelo castaño se mezclaba con el de Camila al estar abrazada a ella.

-Mai... -Susurró la latina besando la mejilla de Maia, que se removía un poco apretando los ojos. Mientras Camila intentaba despertar a su hija, yo veía la escena apoyada en el marco de la puerta, y en sí, era genial verlas a las dos así, aunque yo no podía evitar sentirme un poco fuera de lugar en aquellos momentos, porque muchas veces era como si nuestra relación fuese por otra parte que Maia.

-No... -Maia se resistía, aunque terminó por abrir los ojos frotándolos con los puños.

-¿Quieres desayunar? ¿Mmh? –Los besos se sucedían en la mejilla de la pequeña, y esta se revolvió entre sus brazos, asintiendo. Cuando Maia levantó la cabeza y me vio, se quedó en silencio, hasta que alzó los brazos hacia mí para que la cogiese. -¿Quieres que Lauren te haga tortitas?

-No. –Respondió mientras yo la sostenía, y se abrazaba a mi cuello. La verdad es que creía que las cosas volvían a estar bien con Maia. –Quiero cereales... -Y acerté, porque sí que lo estaban.

Maia, Camila y yo bajamos a la cocina, y le eché un poco de cereales en un bol, pero yo prácticamente no tenía hambre, así que decidí no comer.

-¿Sabes qué? Te he comprado una sillita nueva para que puedas ir en mi coche, ¿te gusta eso? –Pregunté con una sonrisa dándole un golpecito en la nariz a Maia, agrandando su sonrisa y asintiendo.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora