Capítulo 45

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Camila's POV

Después de pasarme toda la mañana en la oficina, por fin pude salir y di gracias a que Mike me recogió con su coche, porque yo aún no sabía muy bien cómo llegar hasta nuestra casa desde la oficina. Desde que se enteraron del embarazo, prácticamente me habían dicho que cualquier cosa que necesitase, estarían ahí. Siempre lo hacían, pero ahora mucho más. De hecho, él propuso que me recogería del trabajo si no tenía nadie que me recogiese, y por lo visto, Lauren no me cogía el teléfono.

—Gracias por traerme, Mike. —Le di un beso en la mejilla, al que él sonrió, aunque antes de salir me giré de nuevo hacia él. —¿Quieres quedarte a comer?

—No puedo, Clara y yo vamos a comer a un restaurante cubano. —Mientras, yo salía del coche al escuchar su negativa a mi propuesta.

—Oye, pues si algún día queréis comer comida cubana, podéis venir a cenar con nosotras. —Dije asomándome por la ventanilla con una sonrisa.

—Te tomo la palabra, Camila. —Respondió sonriente a mi propuesta, arrancando el coche.

—Hasta luego, Mike. —Me despedí de él, que con la mano levantada para decir adiós arrancó y desapareció calle abajo.

Mientras sacaba las llaves del bolso, caminaba hasta la verja que aparecía entre los setos para cubrir por completo el jardín. ¿Se habría acordado Lauren de recoger a Maia del colegio? Esperaba que sí, porque yo aquél día había llegado algo más tarde por todo el lío del traslado.

Abrí la puerta y no se escuchaba nada, ni siquiera Dash se movió, que estaba tumbado en el suelo, justo en la puerta que daba al jardín trasero, donde corría algo de fresco.

—¿Lauren? Tu padre me ha traído del trabajo, dice que se iba a comer con tu madre a la playa. —Solté el bolso en la mesita de la entrada, mirando las escaleras. —Además, ha venido tu coche nuevo, está aparcado en la puerta. —En el salón, la tele estaba puesta con los dibujos, y al girar la cabeza vi a Lauren tumbada con Maia encima, ambas dormidas. —Lauren... —Dije agachándome a su lado, apartándole el pelo de la cara un poco. —Laur, arriba... —Ella abrió los ojos un poco, sonriendo al verme.

—Mmh... ¿Qué haces aquí? —Preguntó poniendo una mano en la espalda de Maia, que apretaba la camiseta de Lauren al moverse.

—Acabo de llegar de trabajar. —Frunció el ceño girando la cabeza.

—¿Ya? ¿Qué hora es?

—Las dos de la tarde. ¿Qué ocurre? —Ella se incorporó un poco, y como pudo dejó a Maia tumbada en el sofá, con un cojín bajo su cabeza.

—He tenido que ir a recogerla al colegio sobre las diez de la mañana. —Lauren se puso las manos en la cintura, hablando en pequeños susurros para que la pequeña no se despertase.

—¿Qué? —Dije yo, mirando a Maia que dormía plácidamente en el sofá, casi sin darse cuenta de que yo había llegado.

—Unos niños del colegio le han pegado porque no la dejaban jugar al fútbol. Le han dicho que las niñas no pueden jugar y... La han empujado al suelo. —Suspiró, dejando caer sus hombros con pesadez. —El director me ha dicho que van a expulsar a esos niños un par de días.

—¿¡Le han pegado!? —Me hice paso entre Lauren y el sofá, y me agaché delante de la pequeña, acariciándole la mejilla con el dorso de la mano. —Mai... Maia cariño. —Susurré dándole un beso en la frente. Ella se removió, abriendo un poco los ojos. Estaba algo adormilada, confundida, pero al verme sonrió.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora