Capítulo 62

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Lauren's POV

Puse las manos en la cintura y comencé a mover el tobillo, escuchando es murmullo del estadio que poco a poco se iba llenando. Miré el marcador, Seattle había ganado su partido, Kansas también, ahora sólo faltábamos nosotras por ganar para seguir en la pelea.

Moví el cuello hacia atrás, haciendo movimientos circulares con la cabeza para estirarlo con los ojos cerrados. De fondo comenzó a sonar la música, y los asientos comenzaban a llenarse.

—Jauregui, tú sólo aprieta, aprieta, aprieta a la portera. —Decía Jocelyn, la preparadora física del equipo. Daba palmas para animarme, mientras yo bajaba el cuerpo entero para tocar el césped con las manos. —No dejes que respiren, haz que el equipo muerda, ¿me oyes? —Levanté el cuerpo y asentí, cogiendo una botella de agua de una de las neveras que había repartidas por la zona en la que estábamos. —¡Vamos, vamos, vamos, chicas, os jugáis la vida hoy! —Gritaba, y yo desenrosqué la botella, dándole un largo trago de agua, para luego escupirlo en el césped.

—Hace buen día hoy, ¿eh? —Sonreía Morgan, y le pasé el brazo por encima para entrar a los vestuarios.

—Va a ser un buen día. —Asentí con los ojos cerrados, y ella se rio.

Bajamos las escaleras hasta los vestuarios, donde ya estaban todas cambiándose de camisetas y poniéndose los vendajes. Quedé frente a mi taquilla y la abrí, escuchando el barullo y las voces de las chicas que gritaban mensajes de ánimo. Miré la foto pegada en la taquilla, Camila y las niñas siempre me animaban antes de cualquier partido. Cogí las espinilleras, y me senté bajándome las medias para poder colocarlas en mis piernas.

—Hey, ¿y ese tatuaje nuevo? —Harris se sentó a mi lado para colocarse las vendas de la mano, y me miré el antebrazo izquierdo con media sonrisa.

—Es un dibujo de mi hija. —Levanté el brazo para enseñárselo. A decir verdad, me daba un poco de vergüenza; ella tenía los brazos tatuados por completo.

—¡Es adorable! —Dijo tomándome del brazo. Era un osito de peluche dibujado y coloreado por ella misma. A su lado, había otro más pequeñito, que era su hermana Lucy.

—Se pasó toda la tarde dibujándolo para mí. —Harris se echó a reír, mientras yo me colocaba una venda en la muñeca, apretándola fuerte. Se me había abierto en uno de los entrenamientos.

Quería hacerme algo que llevar conmigo siempre, un recuerdo de las dos, algo con lo que celebrar los goles que no fuese un gesto. Así que le pedí a Maia que dibujase algo, lo que quisiese, para ella y para Lucy. Así que ella dibujó dos ositos de peluche. Me los tatué en la zona exterior del brazo, colindando con la mano, y no podía gustarme más. Estaban coloreados en marrón, con la nariz rosa y un lacito rojo en el cuello.

Un golpe en el hombro me sacó de mis pensamientos cuando estábamos en el túnel a punto de salir, era Morgan para darme un beso en la mejilla y un pequeño golpe de ánimo en la espalda.

Caminamos hasta el centro del campo, pero aquél día, aquél día yo tenía una sensación extraña que me recorría el cuerpo. Eran nervios, nervios como cuando jugamos la final del mundial, y es que aquello sí que era una final.

Miré el balón en el suelo, miré a Morgan que estaba, al igual que yo, con los brazos en jarra y las manos en la cintura, ella asintió para darme seguridad.

El pitido del árbitro hizo rodar el balón.

Corrí contra hacia el área contraria, y veía cómo se fabricaba el juego entre líneas, en la defensa, subiendo al centro del campo. Corrí para desmarcarme siguiendo el balón con la mirada, pero nadie vio mi desmarque, así que fue en vano. Levanté la mano mirando a los lados, Morgan me vio, y salí disparada hacia el área al mismo tiempo que la pelota, que impactó contra mi bota derecha para controlarla, entonces escuché el pitido del árbitro. Miré hacia el linier que había levantado la bandera.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now