Capítulo 11

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Camila's POV

Era extraño aquello. Normalmente, las únicas relaciones que había tenido eran esas en las que lo hacía con mi novio y él se quedaba dormido, solía ser así. Lauren, sin embargo, se quedó hablando conmigo casi toda la mañana en la cama. Sus manos no paraban de jugar con las mías, y me hacía reír, me contaba lo que sentía y cosas de su vida que nunca le había contado a nadie. Me decía lo que sentía cuando jugaba al fútbol, cómo recordaba a todos los de su instituto cada vez que salía al campo. Dejó que me diese una ducha antes de salir, y recogimos a Maia del colegio. Estaba más emocionada que nunca porque venía con mil dibujos en la mochila, y le gustaba la falda que llevaba, y además porque ese día comíamos en casa de Lauren.

-Me gusta más la casa de Lauren que la nuestra, mamá. –Dijo de forma contundente sentada en la mesa, y fruncí el ceño quitándole los dibujos de encima para que Lauren pudiese ponerle el plato.

-Pues a mí no. La comida de tu madre está más buena que la mía, créeme. –Lauren colocaba los cubiertos y solté una risa negando.

-Esta comida la he hecho yo. –Le eché un poco a Maia y Lauren se sentó en la mesa y yo a su lado.

-Ya lo sé, pero no es lo mismo. –Rodé los ojos riendo, y cogí uno de los dibujos de Maia, observándolo mientras comíamos.

-Aw, ¿soy yo? –Dije sonriendo, dejándolo en la mesa sin apartar la vista de él.

-Sí, ¿te gusta? Nick me dijo que es muy bonito. –Movía las piernas desde la silla porque no llegaba a tocar el suelo. –Mami, ¿ya no tienes pupa en la mano? –Dijo señalándola.

-No, ya se me curó esta mañana. –Alcé la mano para que la viese, y ella soltó una pequeña risa dando una palmada. -¿Te alegras de que me haya curado?

-Sí... Ahora puedes cogerme en brazos. –Estiró los bracitos abriendo las manos, y apoyó estas luego sobre la mesa de cristal. Lauren no paraba de mirar a Maia, y sí, se le caía la baba con ella.

-¿Sabes Maia? Tengo una sorpresa para ti. –Lauren la señaló con el tenedor, mientras yo cortaba mirando a Maia. -¿Quieres saber qué es? –La pequeña asintió masticando, con una enorme sonrisa. –Pero primero te lo tienes que comer todo.

-Soy buena. –Maia frunció el ceño mirando a Lauren, y no pude evitar reírme.

-Es buena, siempre se come todo el plato. –Acaricié la rodilla de Lauren bajo la mesa, y ella se limpió los labios con una gran sonrisa en el rostro.

-Entonces por ser tan buena con mamá, te lo tendré que dar ya. –Se levantó de la silla y desapareció escaleras arriba. Maia se puso de rodillas en la silla mirando las escaleras, pero le señalé el plato.

-Tienes que comer, ¿eh? –Maia asintió, cogiendo algo del plato y llevándoselo a la boca, entreteniéndose un poco hasta que Lauren bajó las escaleras con una bolsa acercándose a la mesa.

-A ver si te gusta. –Sacó una camiseta negra, con los bordes en blanco, a juego con el pantalón de la talla de Maia. Luego, los puso en la silla y sacó unos calcetines negros y blancos, y unas botas de fútbol para Maia, justo como las de ella. La pequeña parpadeó un poco, poniéndose de rodillas en la silla.

-¡Es igual que la tuya! –Señaló la ropa bajando de la silla. -¡Los zapatos de Lauren! ¡Mami, mira! –Los señaló riendo, abrazándose a ellos. Lauren rio, y se puso de cuclillas delante de ella, poniendo las manos en sus costados.

-¿Quieres venir al próximo partido vestida así? –Maia asintió, y pude ver a Lauren sonreír mirándola. Sabía que quería a mi hija sólo en cómo se fijaba en ella, en que la cuidaba, y cómo se esforzaba cada día en hacerme ver que sí que podíamos estar juntas.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora