Epílogo

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—Ya os dije que Fifth and Alton estaría vacío a esta hora, siempre lo está.

—Bueno, Brandy, tampoco es para echarse flores. A esta hora no hay nadie en la calle. —Todos echaron a reír, incluso yo, mientras caminábamos por la sexta planta del centro comercial Fifth and Alton.

—¿En qué universidades os han aceptado? —Preguntó Will desde detrás, haciendo que todo el mundo se parase a mirarlo.

—Penn State. —Dijo Kevin, asintiendo con una gran sonrisa.

—Columbia. —Añadió Brandy, guiñando un ojo.

—¿Y tú, Maia? —Kevin pasó un brazo por encima de mis hombros.

—Me han aceptado en dos. Miami y Portland. —Sonreí al decirlo, aunque no sabía muy bien qué era esa sonrisa. Si por el hecho de que dos universidades me querían, o porque me iba a graduar en unos días.

—Oye, ¿esa no es tu hermana, Maia? —Giré la cabeza para mirar donde señalaba, y allí estaba Lucy, sentada en un banco con la cabeza gacha y un pañuelo entre sus manos.

—Chicos, id sin mí. —Todos se quejaron, pero yo me alejé de ellos hasta que llegué a Lucy. —¿Qué haces aquí? —Levantó la mirada hacia mí, y vi que tenía la nariz enrojecida de haber estado llorando.

—Nada, una tontería. —Soltó una risa negando, limpiándose con el pañuelo.

—Venga, cuéntamelo, Lucy, soy tu hermana. —Ella se giró y señaló una mesa de uno de los restaurantes del centro comercial.

—¿Recuerdas que te dije que me gustaba un chico de tercer curso? Y que me llevó a The Red Lobster, y... —Lo señaló. —Es ese de la camiseta amarilla de ahí. Y me dejó por la chica esa. —Se giró de nuevo hacia mí a punto de llorar.

—¿Por qué? Parecía un buen chico. —Lucy sonrió negando, agachando la cabeza.

—Sólo quería acostarse conmigo. —Oh no. Me levanté del banco y caminé hacia el restaurante donde estaba Rob con aquella chica. —Maia, ¿dónde vas? ¿Qué haces? —Ella vino detrás de mí, casi apresurada.

—Eh, tú. —Rob hablaba con aquella chica riendo, y al verme se le torció el gesto. —La próxima vez que te acerques a mi hermana, será otra cosa la que te reviente. —Y mi mano se estampó contra su mejilla, haciendo que él se quejase, llevándose la mano a la cara. Cogí el vaso de refresco y se lo eché por encima delante de todo el restaurante, que murmuraba. Sonreí cuando él se puso de pie, y me encogí de hombros despidiéndome con la mano. —Chaito. —Cogí a Lucy de la mano y salí andando rápido de ahí, explotando en risas con mi hermana.

—¿¡Le has tirado un vaso de refresco por encima, y le has dado una bofetada!? —Decía riendo, mientras entrábamos en mi cafetería favorita de Fifth and Alton, en la última planta.

—A ese tipo de tíos hay que pararlos, ¿sabes? —Le di una carta, que ella examinó con los ojos entrecerrados, aún enrojecidos. —Y más con tu edad.

—Muchas gracias, Mai. —Me encogí de hombros, jugando con las manos en la mesa. —No sé qué voy a hacer cuando te vayas a Portland.

—Hey... Todavía no he decidido dónde voy a ir. —Le di las cartas a la camarera. —Dos cheeseburgers con patatas y dos batidos grandes con helado de fresa. —Se me quedó mirando con los ojos abiertos y las cartas en la mano. —Ruptura dolorosa. —Entonces se dio la vuelta y se fue.

—Pero si te vas... No sé, eres mi hermana y mi mejor amiga. No hemos estado separadas desde que era un bebé, ¿y qué pasa si decides irte?

—No me quiero ir. —Respondí tomando sus manos por encima de la mesa. —Escucha, me voy a quedar. Aquí tengo a mi familia, no sé. Tengo mi vida aquí, y en Portland ya viví hasta los cinco años, así que no sería descubrir nada nuevo. —Ambas reímos mientras la camarera ponía los batidos encima de la mesa. —Viviré cerca de la universidad, pero podremos vernos.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now