IV | Capítulo

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CAPITULO 4


MELISSA


Me adentre a la casa de mi padre estacionando en mi propio lugar, observe como al seguridad iba y venía por cada rincón de la casa, eso nunca iba a cambiar, era mejor prevenir que lamentar.


Tome el café de unos de los Starbucks que estaba de camino, el líquido caliente me hizo estremecer, la primavera estaba llegando en muy buen tiempo. Me mire por el espejo retrovisor por última vez antes de cubrir mis ojos con lentes, las ojeras negras no desaparecían por dormir tres horas.


Asentí a modo de saludo a cada guardia que pasaba por mi lado mientras me dirigía a la casa, a esta hora de la mañana Christian debería estar despierto y desayunando lo que habrá querido seguramente. Me adentre a la sala posando de paso mi bolso, me recorrí el comedor y la cocina antes de ver como mi familia estaba desayunando en el patio.


— ¡Mamiiii! —el pequeño cuerpo de mi hijo abandono el asiento en la mesa, pasa correr a mi dirección.


No paso mucho cuando tenía a Chris entre mis brazos con sus piernas y brazos rodeándome por completo, su pequeña cabecita estaba perfectamente puesta en el hueco de mi cuello, lo que no hizo fácil tener que saludar a cada miembro de mi familia.


Reí por varios momentos después de que me centrara a acompañar a mi familia, las charlas se debatían entre mis hermanos, peor con solo escucharlos ya reías, en momentos como este se comportaban, normal, como idiotas normales, Christian no se había separado de mis brazos por ningún momento, es más siguió comiendo en mi regazo, varias veces me digo a mi misma que no lo hago muy aferrado a mí, pero verdaderamente me gusta así, que sea mío.


—Por cierto—Hernán elevo su voz captando la atención de todos—. Querida hermanita debo de presentarte a mi nuevo hijo—la mayoría de los presente bufo—. Te advierto que ya tiene a varios envidiosos.


— ¿Te compraste un nuevo auto?


—Un McLaren 720s—gruño Evans.


— ¿Vienes? —se paró mirándome.


Asentí antes de remover a Chris de mis brazos y dejárselo a mi padre, bese su cabeza antes de dirigirme al garaje de la casa, siguiendo a mi hermanito.


—Es muy bonito—admití observando el negro de su pintura—. ¿Cuánto te estafaron? —alce mis cejas.


—Nada—me sonrió—. Fue por una paga atrasada, el dueño de una concesionaria me debía varios miles y me regalo esto a cambio de un mes de espera.


—Un trato muy bueno—reí acariciando el capo del auto.


—Lo sé—rio antes de pararse a mi lado—. Aunque no te traje aquí para darte envidia—reí.


—Lo sé, por eso vine. ¿Qué sucede? —fruncí mi ceño.


—Veras—rasco su nuca—. Esta mañana todos estaban entretenido con Chris y justo yo estaba dentro y llamaron, era para papa, pero dije que no se encontraba, en fin como aclare que era el hijo me dejaron el recado a mí.


— ¿Quién era?


—Erick Anderson llamo para disculparse por la abrupta emboscada que sufrimos anoche, él sabía que le había dado la oportunidad a papa de pensar la propuesta con tiempo, pero comento que su hijo no es nada paciente y que quiere la res pues a más tardar mañana en la tarde—rodo sus ojos—. De lo contrario, agrego que uno de los socios en Italia de su hijo le pidió que de nosotras negar la propuse, le permitiera ser el nuevo dueño de nuestras propiedades.


—Idiotas—gruñí.


—Seguramente si no respondemos nos atacaran y nose porque presiento que de esta no nos salvamos.


—Ellos—gruño—. Ellos arruinaron nuestra entrega.


—Exactamente.


—Joder—chille—. Sabes acaso, cuantos infiltrados perdimos anoche, la mitad de todo nos lo fue robada y el solo pide disculpa—alce mi voz.


—Fue su hijo—agrego.


—Debería habérmelo imaginado—negué—. Después de todo es lo más lógico.


—Sabes que papa aceptara, ¿Verdad?


—Lo sé—asentí—. Después de todo tiene razón, tendré que empezar con un plan—bufe—. ¿Se lo dijiste a los demás?


—No lo hare ahora, mentiré sobre que acabaron de llamar y veremos qué pasa.


—El pasado—masculle—. Ya estoy podrida de eso.


— ¿Le ocultaras a Christian?


—Veré como llevo la situación—suspire.


* * *


—Nos tienen entre la espada y la pared—suspiro Mike.


—Nos tienen donde quieren—Ethan negó—. Hicieron la emboscada solo para demostrar que tienen respaldo.


— ¿Qué haremos? —suspire.


—Aceptarlo—mi padre no miro a ninguno de los presentes—. No tenemos de otra, el hijo de Erick Anderson, se ha vuelto muy poderoso, no le costara nada eliminarnos.


Todos asentimos.


—A partir de mañana, ya no seremos los únicos dueños entre las calles—mi padre puso sus ojos en blanco—. Esa fue su propuesta, todo igual, algo de ganancias para él y nada de meterse en sus asuntos.


— ¿Qué asuntos? —Hernán se cruzó de brazos.


—El hará y deshará lo que quiera y nosotros no nos meteremos nunca en su camino, aclarado eso, no tendremos ningún otro problema.


Claro que lo teníamos.


Claro que yo tenía un problema. 

Una Madre En La MafiaWhere stories live. Discover now