VII | Capítulo

77.9K 5.7K 974
                                    


CAPITULO 7


MELISSA


Lo más incómodo de estar en una mesa que da miedo, de esas de películas, era estar con las personas menos adecuadas, esas que desde que naciste te señalaron como peligro, como enemigos.


Y entre todo eso, lo que lo hacía era aún peor era que en la punta, como al mando, estaba el, en silencio, mirando todo detenidamente sin pronunciar palabra, como si solo se cerciorara que todo estuviera en su lugar.


Sentí el apretón de manos de mi hermano Hernán, quien estaba sentado al lado de la otra cabecera, donde estaba mi padre, fácilmente diré que nos separaron por familia, cinco y cinco.


—...Y además como debes de saber, tendremos las exportaciones de Asia, Europa y África, todo estará perfectamente en orden, ganaremos muy bien—argumento Erick, mirando a mi padre—. Claro que tendremos que estar muy enfrascados os primeros días, pero después todo ira normal.


Deje de prestare atención a sus palabras, durante toda la puñetera cena no se han escuchado mas palabras de él y respuestas de mi padre. La señora "sonrisas" no ha parado de bufar por ser completamente ignorada, al pedir no hablar de trabajo en la mesa.


Dos horas después el reloj del comedor marcaba las doce y en los platillos frente nuestro estaba el postre. Me removí incomoda, sentía su mirada de vez en cuanto, así como el habrá de sentir la mía.


No había cambiado mucho, pero ese cambio era de hombre, sus facciones se habían endurecido y aquella mirada parecía indestructible. Daba miedo, pero no lo tenía, creo.


Estaba por dar el primer bocado cuando el comedor se empezó a llenar de hombres de traje, armados. En un segundo sentí como toda mi familia se puso en la defensiva, no sabíamos si confiar.


—Disculpar la intromisión—uno de ellos hablo, pero la disculpa según su mirada, solo era para Alexander.


Lo siguiente que supe fue que todo se sumió en silencio, aun cuando Alexander había asentido antes de levantarse retirarse de la habitación, seguido de sus hombrees, nadie se había atrevido a hablar.


—Bueno—Elizabeth sonrió—. ¿Alguno de ustedes tiene pareja? —nos miró.


—No.


—No.


—No.


—No.


—No—repetí.


—Todos solteros—asintió sin perder la sonrisa—. La mayoría de mis hijos tiene esa misma postura, excepto Tomas, el hace poco trajo una chica a casa—rio—. No diré que era la mejor, pero si él la quiere, yo la acepto—agrego lanzándole una mirada a su hijo.

Una Madre En La MafiaWhere stories live. Discover now