XLVI | Capitulo

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CAPITULO 46


— ¡No me mires así! Ese niño no es su hermano Alexander, deja de meterle ideas estúpidas a Olivia—sonreí escuchando sus gritos.


—Iris te aconsejo que te calmes—la voz pausada y desinteresada de Alex casi me hizo soltar una carcajada.


— ¡No! Esta es nuestra casa, aun no asimilo que haya echado a la niña de su habitación, como si fuera basura—chillo.


—Te recuerdo que nunca le gusto la habitación, por eso sugerí esa opción, es más unos días antes Olivia había ido a dormir con nosotros.


—Eso no es excusa, Alexander—repuso—. Desde ella le estas haciendo ver a la niña que prefieres a tu hijo.


—Iris—gruño—. Es mi hijo, no puedo replicarte eso, hable claramente con ella, le explique y me entendió, es más, está feliz esperando a Christian. ¿Por qué carajos te haces problemas?


— ¿Y qué hay de ella? —mordí mis labios conteniendo miles de sonrisas, ¿Justamente a él le va con celos? —. ¿Cómo me puedo sentir bien teniendo a tu ex en mi casa? ¿Cómo debo sentirme ante eso?


Agudice más mi oído escuchando pasos.


—Escucha, querida—a la voz fría de él le siguió un jadeo—. Sabes cómo son las cosas, sabes cómo es esto. No me gustan las escenas de celos.


— ¿Pero...


—Conoces el camino, conoces las consecuencias, entonces calla.


Me cruce de brazos apartando mi espalda de la pared al lado de la puerta cerrada y tal y como llegue, en puro silencio, me aleje.


Iris.


Iris.


Iris.


¿Verdaderamente sos una digna contrincante?


* * *


— ¿Todo bien? —pregunte entrando por completo al comedor, después de observar todo en un completo silencio.


—Hola—la niña me sonrió antes de seguir con su desayuno.


—Claro por qué no lo estaría—el comentario sarcástico solo me hizo rodar los ojos antes de sentarme alejada de los tres.


Ahogue mi sonrisa mientras me servía el café y agarraba tostadas, sentía su mirada fría puesta en mí, sabía que cada uno de mis movimientos eran estudiados por él.


Mi bebe estaba en camino, nadie me quinaria esa felicidad, nadie iba a quitarme la satisfacción que mi cuerpo irradiaba. Ni quiera ella.

Una Madre En La MafiaWhere stories live. Discover now