XLVIII | Capitulo

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CAPITULO 48


Sonreí apartándome de Chris, mis manos recorrieron su cabeza y su rostro, en efecto no había cambiado en nada, pero tanto tiempo sin velo me hacía saltar a cada pequeño detalle, como el hecho de que ahora su flequillo estaba un poco más largo o que sus ojos estaban más claros, el cambio de clima era el causante de esto último.


Estando en cuclillas sonreí aún más cuando mi hijo poso su pequeña mano en una de mis mejillas, esta fría, como de costumbre.


—Christian—había escuchado el susurro, pero no me llegue ni a emocionar cuando ya tenía la imagen de Alexander alzando a Chris del piso, ya no era el pequeño niño de antes, pero aun así fue por instinto.


Me fui levantando viendo como los ojos de Alex brillaban mientras observaba cada detalle de su hijo. Pero mi instinto de madre salto al instante, el rostro de Chris estaba sin expresión y la pequeña sonrisa de hace un momento había desaparecido siendo remplazada por una mueca de molestia.


—Bájame—me estremecí cuando dijo esa sola palabra.


En ese momento podría haber imaginado el ruido de todas las ilusiones y sueños de Alexander con respecto a Christian rompiéndose. Podía ver esa decepción y dolor en su mirada mientras bajaba al niño hasta pararlo en el piso frente a él.


—Chris, yo soy...


—Se quién eres—mi niño corrió su mirada antes de poner una sonrisa pequeña y falsa—. Papi—lo vi extender su mano, como cada vez que saludaba a Kevin.


A pesar del dolor de la mirada que Alexander me dirigió antes de tomar su mano, a pesar de que no era la situación espera, sonreí. Había esperado y trabajado mucho para poder ver a mi bebe haciendo eso, años atrás, cuando todo empezó, ni siquiera podría haber presenciado eso, porque Christian había temido mucho de Alexander, aunque sin razón, pero su mente le gritaba peligro, ante el nombramiento de su padre.


Podría ser que ahora fuera falso, porque lo era. Esa sonrisa. Pero me alegraba, porque demostraba que mi hijo tenía el coraje para pararse ante la representación de sus pesadillas y mirarla como si nada, mejor dicho, y actuar como si nada.


—Tengo hambre—levanto su mirada chocando con aquellos ojos idénticos a los suyos, antes de girar su rostro y mirarme.


—He mandado a comprar tu postre favorito—murmure acercándome hasta rodear sus hombros con mis manos y dirigirlo al interior de la mansión.


— ¿Tarta de arándanos? —pregunto mirando a su alrededor y dejando de hacerlo cuando vio que era observado por más personas.


—No—mire a Iris inspeccionar a mi hijo, a Alexander mirarlo embobado y a la niña mirarlo con cautela—. Algo mejor.


— ¿Helado? —negué continuando el camino hasta la cocina siendo seguida por más personas—. ¿Entonces?

Una Madre En La MafiaWhere stories live. Discover now