LI | Capitulo

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CAPITULO 51


— ¿A dónde vamos? —no respondí la pregunta de Chris mientras terminaba de acomodar su camiseta.


Cuando ambos estuvimos bien, nos dirigimos al piso de abajo, Christian se había levantado temprano por lo que ya había desayunado, por mi parte seguramente compraría un café en el camino.


— ¿Ya se van? —Asentí notando por primera vez a Alexander en la entrada de la casa—. Ten, será mejor que tú te encargues de esto—suspire antes de tomar las llaves que me tendía.


Mientras caminaba con Chris siguiéndome al garaje miles de cosas cruzaban por mi mente, lo que estaba por hacer era una jugada sucia y arriesgada, pero era la única que tenía y que podía ayudarme de verdad.


Esos pensamientos quedaron a un lado cuando las puertas de garaje se abrieron y mis ojos vieron tantos autos estacionados, brillaban y estaban perfectamente acomodados.


Al parecer alguien se daba sus gustos.


Al final me fui por el Audi R8, era uno de los menos llamativos de los once que había, sonreí sin poder evitarlo cuando al prenderlo el rugido del auto resonó por todo el lugar.


Hacía mucho no me subía a una bestia como esta.


— ¿Listo? —mire a Christian a mi lado mientras se ponía el cinturón de seguridad antes de arrancar.


Tal vez Alexander no estaba siendo tan paranoico, hoy mientras esperaba que mi hijo terminara con su desayuno habíamos hablado sobre las salidas, no era aconsejable salir de la casa con chofer considerando que ahora somos una mira fija y que con Christian conmigo podrían hacernos algo.


El verdaderamente se estaba esforzando.


Lo veía mientras se acercaba lentamente a Chris, sabía que ya había dejado su puesto de político de la ciudad y que por eso ahora tenía a la justicia aún más metida en sus asuntos, con Iris fuera tenía que encargarse de Olivia en varios aspectos y por el hecho de que ya no confiaba en muchos, todo el trabajo recaía en él.


A pesar de que había pasado una semana desde entonces, todos los días me torturaba por mi mal paso hacia él. Puesto que el beso que le había dado solo fue el permiso que necesitada, lo había notado, cada mirada que me da, cada palabra y cada gesto en mi dirección.


Él estaba intentando algo.


— ¿Quieres algo, cariño? —pregunte avanzando con el auto en la cola hasta llegar a la ventana donde había una chica que registraba los pedidos.


—Un helado.


—Un café con leche y un helado—pedí tendiéndole el dinero.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora