XII | Capitulo

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CAPITULO 12


MELISSA


—Creo que solo es algo que le cayó mal—mire la imagen de Ashley atravesó del móvil—. Sabes que él come muchas cosas en el día.


—Es cierto, mi osito es un glotón—me dio una sonrisa—. Aun así, debes esperar, sabes que si empeora debes ir al doctor.


—Lo sé, pero no es la primera vez que le sucede, así que esperare. Ahora cuéntame, ¿Cómo te está yendo en tu viaje?


—No quieras cambiarme de tema maldita—me señalo—. Quiero todos los detalles jugosos de su último encuentro.


—¿Detalles de cómo mandé todo tu plan a la mierda? —reí sin ganas—. Alexander no ha vuelto a aparecer, pero si recibí esto—me moví lo suficiente para tomar mi portátil y mostrarle la pantalla—. Creo que es una clara respuesta a todas mis dudas—fui pasando foto por foto.


—Son bonitas mansiones—señalo—. Por lo menos puedes elegirla.


—Sabes que este mensaje solo es de cortesía, para recordarme que él quiere tenerme en su casa, mejor dicho, tener a su hijo en su casa.


—No eres ilusa Mel—sonreí—. Alexander te quiere en su casa por algo más que su hijo.


—No te equivoques Ash, Alexander solo me usaría.


* * *


—Ya, ya corazón—intente calmar a Chris mientras el ascensor bajaba a la entrada—. Pronto te pondrás bien.


Masajee su abdomen viendo su rostro rojo por la fricción de sus manos intentando secar sus lágrimas, escuchar a mi hijo llorar de dolor era una tortura que nunca superaría.


La verdad me había confiado más de lo usual, el vómito y la fiebre me había despistado demasiado, puesto que no sería la primera vez que Christian se enfermaría del estómago. Pero el dolor agudo que lo había atacado en los últimos minutos me había asustado lo suficiente para salir corriendo al hospital.


Me puse a la defensiva cuando escuché varios pasos acercándose a mi auto mientras intentaba abrochar los lazos del asiento de Christian. Gire rápidamente e inconscientemente lleve mi mano detrás de mi espalda, donde tenía una pequeña arma de precaución.


—No queríamos asustarla señora—hablo uno de ellos levantando sus manos—. Solos nos preocupamos cuando la vimos salir así.


Pensé en mi atuendo, tenía ropa de entrecasa con la cual nunca salgo, considerando que no había cambiado a Chris y solo lo había envuelto en una manta, si era sospechoso.


—Son los hombres de Alexander—cerré la puerta trasera mientras me lo confirmaron—. Háganme el favor de avisarle que iremos al hospital más cercano.

Una Madre En La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora