LXII | Capítulo

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CAPITULO 62


Alexander


Pise el acelerador sintiendo un poco de sangre caer por mi cien, proveniente del corte en una de mis cejas, creo que pasará un gran tiempo antes de que pueda volver a estar en frente de los hermanos de Melissa sin que estos quieran matarme.


Porque lo sabía.


Y verdaderamente lo lamentaba.


Pude haber hecho más, pude haber salvado a Ashley, porque desde el principio todo se trató de ella, fue por su causa que descubrí toda la mierda que tenía oculta entre mi gente, fue por ella que encontré a quien verdaderamente estaba conmigo solo para lograr destruir a los Hermintonw.


Pero no podía matarla, matar a Iris sería un golpe muy bajo hasta para mí mismo.


Melissa siempre fue el amor que tuve. Y hasta cuando la volví a ver, sentí todo ese revuelto de emociones que cargué durante años. Ella es aquella persona que vuelve loca mi cabeza y mi razón. Es quien logra destabilizarme.


Pero Iris, ella fue quien estuvo cuando Mel me abandonó, quien me dio consuelo en tanta desdicha. Quien me tendió a su hija para poder minimante no sentirme tan mierda al recordar lo que le hice a mi familia. Y como estuve a punto de perder a mi propio hijo.


No me justifico.


Pero Iris en parte me sanó, sí, aveces no era la mejor compañía, pero a pesar de que yo estuve siendo manipulado por ella, había momentos en los que verdaderamentepodia ser mínimamente feliz. En los que podía olvidar.


Aunque.


Iris siempre supo que nunca me tuvo por completo. Ella siempre supo que Melissa y Christian siempre estaban en mi mente.


Yo no podía matarla.


No cuando había pasado mucho con ella.


Aún menos, cuando Olivia estaba de por medio. Se que en el mundo en que vivo, algún día ella sospechará y yo no deseaba ser quien tuviera que recibir su mirada de dolor, por haber genia que crecer sin su verdadera madre.


Decirle que ella se había ido, decirle la verdad. Era lo que mejor sonaba en su momento.


Pero ahora, con todo lo que Adriel había dicho, ya no tenía en claro que era mejor.


—Issac has que todos vayan a mi casa—hable sin apartar la mirada de la carretera, estaba yendo a una gran velocidad—. Hay posibilidades de que Mel y mis hijos estén en peligro. No importa quién llegue primero, quiero que pongan a salvo a mi familia, cueste lo que cueste.


—Entendido señor.


—Llegare lo más rápido que pueda.

Una Madre En La MafiaOnde histórias criam vida. Descubra agora